“Si piensas que estás vencido, lo estás. Si piensas que no te atreves, no lo harás. Si piensas que te gustaría ganar pero no puedes, no lo lograrás. Si piensas que perderás, ya has perdido, porque en el mundo encontrarás  que el éxito comienza con la voluntad del hombre.  (…) La batalla de la vida no siempre la gana  el hombre más fuerte, o el más ligero, porque tarde o temprano, el hombre que gana, es aquél que cree poder hacerlo”.

Esto lo escribió Rudyard Kipling hace muchos años. Creo que ahí, en la voluntad, reside el fundamento de muchos logros. Los líderes quizá han llegado a serlo (si es que son líderes los que creemos o se cree que lo son) si han seguido ese camino y no lo son por obra del azar o de circunstancias sobrevenidas.

No hagamos del liderazgo no es un tema complejo. Podemos definir “liderazgo” como “influencia”. Parece muy simple pensar que, cuando una persona lidera, influye. Liderar a otros es influenciarles para que sigan al líder hacia su visión, creencia, o acción. Una de las claves para afianzar el liderazgo es incrementar la habilidad de persuadir a la gente. Hay que pensar que la persuasión no es una simple cuestión verbal (o de argumentos) que busca cambiar el parecer de alguien. Hay que considerar esta cuestión desde una perspectiva más amplia, que no es nueva, que ha estado rondando por cientos de años y sobre la que no se reflexiona mucho. Los puntos básicos los encontramos en La Retórica de Aristóteles. Son los tres pilares de la persuasión. Persuadir también es convencer y para convencer hay que ser creíble.

Los tres pilares básicos de la persuasión, y, por tanto, del liderazgo, son lógica, pasión y ética. Si alguno de estos pilares falla, sería como sentarse en una banqueta de tres patas, a la que le falta una. Se entiende bien la metáfora, ¿verdad? ¿Tenemos en España líderes? ¿Es Rajoy líder? ¿Lo son Sánchez e Iglesias? ¿Basan estos su liderazgo en las tres patas de la banqueta?

Los dos primeros pilares, lógica y pasión, son claves; el tercero, ética, es imprescindible. Es decir, para dominar el arte de la persuasión, hay que tener:

Lógica. La visión, las ideas, los mensajes, deben tener sentido para la persona a la que se dirigen, para las personas que siguen al líder (y para aquellas que se pretende que le sigan). ¿Cómo hacerlo? Al menos con cuatro elementos: a) Visión. ¿Tiene el líder la visión del lugar donde quiere ir? ¿Tiene ese destino en su mente? Si desea que las personas le sigan, el líder necesita tener una visión, un objetivo claro y bien definido, un resultado final al que apuntar. b) Claridad. ¿Su «visión» es clara? ¿Puede ser explicada con facilidad? ¿Es lo suficientemente simple como para «prender» en el corazón de la gente? ¿Tiene sentido? c) Comunicación. ¿Puede comunicar su visión de manera tal que sea comprendida y que motive? ¿La comunica con la suficiente regularidad como para que su lógica cale hondo? y d) Estrategia. La estrategia del líder para llegar a su meta debe ser lógica para sus seguidores. ¿Tiene sentido para ellos (los seguidores) seguirle en este viaje hacia su visión, su objetivo?

Pasión. Muchas personas subestiman el poder de la pasión. Hoy, más que nunca, estar apasionado acerca de la visión –el objetivo expresado en los mensajes- del líder está íntimamente ligado al concepto de persuasión. Ya sea por que vivamos en la era moderna, o según algunos sociólogos en la postmoderna, las personas son persuadidas cada vez menos por la lógica o la razón y cada vez más por la pasión. Vivimos en una era donde las imágenes y la música, por ejemplo, mueven a las personas mucho más que la razón. Pensemos cómo son vendidas hoy las cosas. Muchos conceptos de la publicidad –que son pasión- son herramientas que ayudan a la persuasión, a hacer creíble al líder. ¿Entonces qué? ¿Debemos desechar la lógica? Ciertamente no. Debemos considerar que la pasión es importante, posiblemente más importante que la lógica. Esta situación, a poco que se analice -y se reflexione- la realidad discursiva de los líderes mundiales, vemos que es una tendencia creciente –lo fue en el fenómeno Obama y posiblemente lo haya sido en el reciente éxito de Sánchez en las primarias del PSOE-. Estar apasionado con la propia visión es esencial. Las personas (que, querámoslo o no, necesitan alguien a quien seguir) desean saber que el líder está apasionado con su visión, con su mensaje, con sus ideas básicas, con su objetivo. Si él no está apasionado o no demuestra su pasión, entonces…, ¿por qué van a estarlo los receptores de su mensaje? La visión del líder –la idea contenida en el mensaje- debe ser apasionadamente motivante. Se necesita ser apasionado para movilizar a las personas y, cuanto más grande sea la visión, más pasión se necesitará para alcanzarla. (Creo que Bono explotaba muy bien este recurso al menos en su retórica, durante el tiempo de sus mayorías absolutas).

Ética. Este es el más importante de los tres pilares. Es lo que más se valora (o se debiera valorar) en los líderes modernos. Ética, integridad… Da igual cómo lo llamemos. Las personas observan y están constantemente juzgando las acciones y actitudes de los líderes. Una persona, un líder, puede tener enormes habilidades, toda la lógica y la pasión del mundo, pero si sus seguidores ven un defecto en su ética… se irán en otra dirección. (Esto es la teoría, pero ¿lo estamos viviendo así? Los seguidores permiten la equivocación, incluso la comprenden y la perdonan, pero no perdonarán un carácter débil y una actitud no ética. (Un líder mentiroso hace caer un gobierno (Nixon, por ejemplo; un líder percibido como no ético se pone a la gente en contra: el no a la guerra de Irak).

Un líder debería preguntarse regularmente: ¿Soy honesto? ¿Soy aquello que digo ser? ¿Hago aquello que es correcto? ¿Soy responsable? ¿Soy de igual manera entre colegas que en público? ¿Soy una persona íntegra? Estas son preguntas muy importantes. El modo en que las personas las respondan, determinará el grado de seguimiento que se obtendrá de ellas.

La lógica, la pasión y la ética son los tres pilares de la persuasión. Por tanto, para afianzar la posición de liderazgo, hay que manifestarse permanentemente ante los demás como una persona que posee una visión –un mensaje, una idea, un objetivo- lógica y bien articulada, combinada con una búsqueda apasionada. Con esto se estará en condiciones de persuadir a las personas para que ayuden al líder a alcance la meta (la de su organización –Sánchez en las primarias- u otra). La clave para afianzarse como líder vendrá dada por su carácter. Si desarrolla un alto nivel de ética, tendrá los pilares completos y sobre ellos crecerá… un gran líder. Y en conclusión ¿en España tenemos líderes éticos que se sustenten en estos cimientos? Que cada uno se responda como quiera. Yo he llegado al punto final y sigo sin verlo claro.

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