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Tú, machista. Yo, mujer

Nuria Coronado Sopeña
Nuria Coronado Sopeña
Es periodista feminista, autora de Hombres por la Igualdad (Ed LoQueNoExiste), editora, organizadora de eventos feministas y responsable de Comunicación y RR.PP. de Juan Merodio. Además es Máster en Producción Radiofónica (RNE), Biblioteconomía y Documentación (Universidad Complutense) así como Mujer y Liderazgo (Escuela Aliter). Fue becaria “Erasmus” y “Leonardo” en Roma. En la actualidad colabora con Diario 16, Público, El Español, 20 minutos y AgoraNews, entre otros medios. También es formadora en periodismo con perspectiva de género y ha sido galardonada con el “Premio de Diario 16” por la labor profesional y personal en la defensa de la igualdad (2018), el de “Embajadora de honor de yocambioelmundo.org” (2018) y el de “Candidata a las Top 100 Mujeres Líderes en España” (2018) en la especialidad de medios de comunicación.
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análisis

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Tú, que eres la máxima representación del pronombre “yo” y del apellido “macho”. Tú, que como tantos otros vas a lo tuyo y dejando claro que mandas sobre mí. Tú, que por tu cargo, otorgado a dedo por ti mismo, te has asignado el trabajo vitalicio de acabar con cualquier parte de mí que signifique ser yo, y por tanto ser mujer.

Tú, que ni siquiera me ves, pero te haces el regalo de mirarme, cosificarme y te crees con el derecho de hacer y deshacer con mi cuerpo (solo o en compañía de otros) a tu antojo. Tú, que piensas que no soy ni siquiera un cero a la izquierda y por eso me puedes manosear, obligar, forzar, violar y torturar.

Tú, que me asesinas y tienes tanto poder que hasta los medios dicen de mí que soy un “cuerpo hallado muerto” mientras que tú “parecías normal”. Tú, que eres capaz de clavarme punzones, de golpear mi cabeza infinitas veces hasta dejarme en un silla de ruedas, de asesinarme delante de nuestros hijos, de lograr regímenes de visitas o pasarte por allí mismo las órdenes de alejamiento.

Tú, que eres capaz de matar a nuestros hijos por el placer de verme sufrir. Tú, que pides su custodia para que mi calvario no cese y se perpetúe para siempre y con él no solo me dañas a mi si no a quienes en su inocencia deberían ser protegidos. Tú, que sabes que no sólo puedes herirme con patadas sobre mi cuerpo sino con palabras que se me clavan en el alma. Tú, que me taladras con tus silencios y miradas y me dejas tan hueca que ni siquiera resuena en mi interior la voz muda del “soy persona”.

Tú, que mandas en mis whatsapps, en mis formas de vestir. Tú, que todas las noches eres capaz de salir en una pequeña pantalla denigrando mis aptitudes y consigues que la gente se quede contigo, riéndote las gracias, multiplicando tu poder hasta el infinito. Tú, que titulas una noticia por mi bikini o mi ropa, por mis canas o mis arrugas, y no por mi esfuerzo y mis valías.

Tú, que en lugar de respetarme y tratarme de profesional a profesional te crees con el derecho de llamarme “guapa”, “niña” o decirme si estoy gorda o demasiado flaca. Tú que en plena reunión me pides un vaso de agua como si fuera tu sirvienta y el resto se queda como si nada. Tú que me desnudas con la mirada cuando voy por la calle y me gritas lo que te viene en gana porque te da la gana. Tú que me colocas vestida de azafata como un florero por lo bien que adorno un evento.

Tú, que como buen estratega vas de aliado en las redes para después acosar y hacer llorar a quien confía en ti. Tú, que te crees alguien y sin embargo eras la nada más absoluta. Tú, que lanzas bofetadas a golpe de click o amenazas de muerte y violación porque no te gusta mi libertad y no piensas tolerarla.

Tú, que me indicas cómo debo aparcar el coche porque crees que me dieron el carne en una tómbola. Tú, que piensas que he llegado donde he llegado por comerme determinados miembros viriles. Tú, que no me invitas a los foros y conferencias porque no me consideras ni a tu altura ni a la de tu panel de conferenciantes.

Tú, que me ves como una fregona que tiene que limpiar el suelo por el que pisas, plancharte, vestirte o cuidar de los tuyos sin rechistar. Tú, que me tratas como tu criada en la casa y también en la cama. Tú, que a tu hija le compras una muñeca rosa. Tú, que con tus horarios imposibles y tus contratos temporales me fuerzas a trabajar en casa para que no pueda realizarme fuera de ella. Tú, que me exiges la perfección constante y el aguante infinito.

Tú, y tú, y también tú que con tu silencio cómplice amparas una sociedad desigual. ¡Tú, si tú!…Estoy aquí, junto al resto de mujeres que habitamos el mundo, para reducirte a la nada. ¡Tómate en serio esto que digo porque mi voz es la de millones de mujeres (las que se fueron, las que están y las que estarán) y tiene fuerza y belleza tal que acabará contigo y tus privilegios! Por más que lo intentes, soy, somos, la mujer sin miedo. Y sin miedo yo, tú no eres nada.

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4 COMENTARIOS

  1. Maravilloso artículo que define a la perfección el machismo que nos rodea. Seguimos en la lucha hasta que consigamos que esta palabra ya no figure en la RAE.

  2. Qué cansino es el tema este del odio de las mujeres al hombre. Como si todo fuera megafacil para todos. Para ellas todos somos presidentes del gobierno millonarios y nos abren las puertas allá donde vamos, y a todos nos hacen conferenciantes, etc…

    Ya ni hablar de eso de «tú que dices cómo he de vestir», cuando todos sabemos que las mujeres se empeñan en decirnos lo que hemos de llevar.

    En fin… otro articulo de mierda más.

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