Anda estos días el panorama político patrio revuelto ante el nuevo autobús que ha fletado Podemos y con el que la formación morada pretende recorrer todo el país explicándole a la población española qué es eso que han dado en llamar “La Trama” y que, si bien con matices, nos recuerda mucho a “la casta”, términos ambos utilísimos, es imposible negarlo, para explicar cómo ha funcionado el equilibrio real de poder en España y todas las democracias occidentales  desde el siglo XIX, pero especialmente desde la caída del comunismo, cuando la ausencia de miedo hacia el que parecía eterno enemigo del comunismo desató a los neocon.

La reacción de los demás partidos no se ha hecho esperar: calificaciones de pantomima, indignación en el PSOE porque la figura casi sacrosanta de Felipe González aparezca al lado de la de personas como Eduardo Inda, Bárcenas o José María Aznar, y suma y sigue. Justo lo que, por otra parte Podemos esperaba y deseaba.

No voy a negarle a Podemos que la idea de explicar qué es la casta, la trama o como queramos llamarla es muy necesaria y es una apuesta valiente y seria y que, obviamente, ningún medio de comunicación le compraría,  pero sí que creo que hay varias cosas que, al menos, deberían hacernos pensar al respecto:

La primera, es obvio, es que está muy bien que cualquier partido político quiera generar su espacio en el espectro ideológico y en los corazones de los votantes y, para ello, recurra a la identificación por oposición: “nosotros NO somos como estos”. Nadie podrá negar que es una jugada inteligente y sencilla, por supuesto, mucho más sencilla que explicar qué quieres hacer y, por otra parte, algo muy español, pues es sabido que no hay cosa más carpetovetónica que identificarse con lo que no somos. Pero un partido que aspira a gobernar, o así debería hacerlo, como Podemos, no debería caer en la trampa de jugar a ser la eterna oposición cabreada recordando a los demás lo que han hecho mal. Sí, ya lo sabemos, ha habido cagadas, delitos, corrupción, desigualdades, una transición quizás no tan modélica como nos han vendido, pero ya está: ya se ha dicho, se ha repetido y ha calado. La consecuencia natural de asumir ese mensaje sería preguntarse: ¿Y ahora qué? Puede que fuese una coincidencia casual, pero tras la derrota de Íñigo Errejón en la pugna por la Secretaría General de Podemos la formación morada parece haberse convertido en el enano gruñón que, según ellos, estaba devorando a IU: un partido sin ambición de ganar, que desfruta de su posición en la oposición donde es simplísimo criticar desde la torre de marfil de la ortodoxia.

Pero la realidad es que, si alguna vez, desde los albores de la Revolución Industrial, ha hecho falta una izquierda creadora de mensaje y de alternativas, que anticipe soluciones a problemas futuros además de poner los inevitables parches al presente, es ahora. En sus inicios, Podemos era una fuerza embriagadora,  un partido que parecía dispuesto a generar nuevas sinergias, nuevas formas de cooperación y de creación de tejido social que no repitiese las anquilosadas formas de los partidos de izquierda tradicionales. Sin embargo, la maquinaria electoral y el culto a la personalidad han transformado el partido en un partido tradicional, reduciendo a los círculos, antaño, al menos para mí, la gran esperanza de regeneración democrática y de absorción de ideas de la sociedad civil a la política en una mera herramienta organizativa.

Por eso el Tramabus no es en sí mismo más que la constatación de unos tiempos políticos presididos por la mediocridad y la idea del político estrella, que practican todos los partidos y de la que algunos teníamos la esperanza de que Podemos pudiesen sacarnos.  Nadie se imagina a Olof Palme montado en un autobús para denunciar el mundo de desigualdades previo a la puesta en marcha del modelo del estado del bienestar. 

Estos tiempos de mediocridad política son los que han permitido que un partido centenario y protagonista de los casi últimos 150 años de historia de España se desangre estos meses con la pugna entre dos líderes que tienen que recurrir a la sangre, la mierda y el circo para hacerse distinguir del rival, mientras que sacrifican en el itínere a unos militantes que más que confianza demuestran tener ya una fe ciega y casi dogmática en unos líderes que no les respetan.

Estos tiempos de mediocridad política son los que han permitido que un pelanas que, políticamente hablando, no tiene ni medio asalto como Gabriel Rufián se convirtiese de la noche a la mañana en una especie de Cid Campeador, solo porque vierte con rabia y enojo opiniones sobre sus compañeros y compañeras de hemiciclo que, pese a no ir desencaminadas la mayor parte de las veces, pierden toda su validez cuando se hacen buscando el momento de gloria, el tweet, el canutazo.

Estos tiempos de mediocridad política son los que han permitido que se hable más de los hábitos alimenticios de algunos diputados y senadores (léanse las famosas mariscadas y Coca Colas) que de el que, cada vez más claramente,  es el mayor caso de financiación ilegal y de trama económico – empresarial de nuestra historia y que, en una democracia decente, tendría al gobierno al menos contra las cuerdas. 

Estos tiempos de mediocridad política nos han llevado a la política espectáculo, una versión posmoderna del pan y circo romanos, cubiertos por unos medios de comunicación ávidos de llenar minutos con lo que sea, en los que el debate de ideas se acaba convirtiendo en una suerte de lanzamiento de dogmas e ideas malparidas.

Estos tiempos de mediocridad política sientan muy bien a la derecha, que alimenta polémicas vacías para que desde la izquierda nos sintamos moralmente superiores pero descuidemos el campo en el que un día triunfamos: el económico; así, se nos llena la boca a hablar de los límites del humor, Carrero Blanco, las banderas a media asta, y un sinfín de polémicas más. Todos esos temas que tanto gustan a los “enfants terribles” de la izquierda, que pueden desde su torre de marfil asegurar que ellos no son así y que España es vieja, fea y paleta. Sin embargo, nadie planta batalla en ese sector. Nadie ha presentado alternativas reales a un sistema económico y financiero que va a terminar por devorarnos y provocar las mayores desigualdades e inestabilidades sociales de los últimos 300 años; ni los que se llenan la boca hablando de militancia, ni los que pasean en autobuses anti-trama. Los viejos políticos andan como pollo sin cabeza, sin líder y lo que es más importante, sin plan, y los jóvenes políticos viven en esa relación de porno duro que tanto anhelan con la visibilidad, la polémica y las frases altisonantes que, después, no dicen nada. Prueba de ello es el escasísimo interés que se les está dando, entre los políticos más jóvenes, a la política europea y a la local, siendo especialmente ésta con la que más fácil es empezar a construir transformaciones sociales.

Y sí, amigos, España será más vieja, más fea y más paleta en parte gracias a todos.

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Actualmente profesorcillo, he sido politicucho y musicote, así que soy docto en hacer cierta aquella máxima de “Aprendiz de todo, maestro de nada”. Mi mayor logro es ser el paradigma de la generación nacida entre 1975 y 1985, esos jóvenes engañados a los que se les pedía esforzarse y formarse para ser “la generación más preparada de España” y que han acabado sus días consiguiendo el hito histórico de ser los primeros que, casi con toda seguridad, vivirán peor que sus padres. Entre acorde y acorde de jazz, rock, blues o bossa nova y guitarra en mano recibí algunos aplausos y hasta algún dinero, y participé en política, con más pena que gloria, hasta que la pena dobló a la gloria y me precipitó, junto a muchas otras personas que admiro (ellas, a diferencia de mí, muy válidas) al nuevo exilio interior de quien, equivocadamente, se metió en política para ayudar a la gente. En todo ese tiempo, además, he “malenseñado” a alumnas y alumnos en España en diferentes ámbitos educativos hasta que decidí que era el momento de compartir mi mediocridad con el resto del mundo, por lo que en la actualidad martirizo con mis clases a los jóvenes azerbaijanos de un colegio internacional en Bakú.

9 COMENTARIOS

  1. Vas de izquierda y das el mismo mensaje que la derecha:
    un partido sin ambición de ganar, que desfruta de su posición en la oposición donde es simplísimo criticar desde la torre de marfil de la ortodoxia.
    La izquierda lo que no puede perder es la calle,el parlamento en estos momentos està tomando por la TRAMA.¿Cuantas leyes propuestas por PODEMOS han tirado a la basura en el parlamento LA TRAMA?
    ahì es donde tienes que ir,a la chorrada de creer que el PSOE aùn sigue siendo izquierda y como los partidos hermanos PP,PSOE Y CIUDADANOS se unen en el parlamento para que no salga adelante ni una sola ley que proponga PODEMOS.
    El tonto discurso de cambiar en pais desde las instituciones ,al dia de dia es imposible.Seamos sinceros.
    Un acierto total el TRAMABÙS.

    • Hola:
      Yo no voy de nada, pero tampoco reparto carnés de verdadera izquierda. Creo que has confundido, modestamente lo digo, la parte por el todo y has usado el único fragmento en el que hay algo de crítica a Podemos para valorar el resto del texto que he escrito. Nadie está exento de errores, yo el primero, y Podemos tampoco. Nadie discute que sea necesario tomar la calle, pero usemos otros argumentos: ya sabemos que es la casta o la trama, ya sabemos que no nos representan, ya sabemos que son el enemigo a derribar. Muy bien, construyamos un discurso de cómo hacerlo, hagamos pedagogía y empecemos a desgranar propuestas serias y ambiciosas. Me jode, perdón por la llaneza del término, que Podemos se olvidase tan pronto de conceptos como la Renta básica, el decrecimiento económico y de consumo, etc, que son aspectos que no sólo son necesarios sino que, me temo, van a ser obligatorios. La derecha tiene tomadas las riendas ahora mismo, y se puede permitir el lujo de que lo que come el pobre Ramón Espinar sea tema de debate y no que el PP se haya financiado ilegalmente. Si por decir que la izquierda, al no rearmarse ideológica y programática mente está cometiendo un error soy de derechas, pues me declaro culpable.

      • Nadie reparte los carnè de la izquierda.Solamete las politicas economicas de cada partido.Y el PSOE en este reparto no la salido con muchos puntos.¿me esquivoco?
        En cuanto a los argumentos,Esos ya estàn recojidos en el programa economico.
        La derecha radical no solo tiene tiene tomadas las riendas,tiene a todos los medios de comunicaciòn a su lado.PODEMOS solo le ha puesto cara a los que tuvieron las riendas en su momento.Y lo peor de todo es que la TRAMA sigue poniendo a su antojo a quienes en cada momento debe de llevarlas.

  2. En estos tiempos de mediocridad general; se están dando en algunos periodistas que se dicen de “izquierdas”, pero que con su pluma hacen las críticas sobre las actuaciones que podrían actuar de revulsivo en la población ciertamente de IZQUIERDAS y siempre casualmente de forma que favorecen a la derecha, unos posicionamientos muy críticos con cualquier actuación que se salga de la mediocridad dominante bien dirigida por la derecha, para que se desacrediten estos intentos de cambio y todo siga igual.
    Coincido en considerar a la política local como muy eficaz para promover cambios y también creo que es útil para concienciar a la ciudadanía de la necesidad de los mismos. De hecho me parece que es el único terreno donde se han producido cambios y hecho grandes progresos. Pero curiosamente es la más criticada, en la mayoría de las ocasiones con falacias, y a la vez la menos publicada y difundida por algunos periodistas de “izquierdas “, pero claro quizás no sea demasiado rentable para su carrera.
    Entiendo que si alguno de esos autodefinidos como periodistas de “izquierdas “, se ocupase mas en difundir los pocos logros conseguidos por la izquierda, en lugar de hacer critica fácil de algunas intenciones propagandísticas necesarias, dada la escasez de medios, como último recurso para buscar llamar la atención sobre hechos que por tan manidos ya han perdido su importancia, es posible que ayudasen a que desapareciese la mediocridad política en España.

    • La culpa es de todos, no sólo de los políticos, también de los periodistas, por supuesto y de los ciudadanos que no exigimos más a nuestros representantes. Pero igual que las sinergia se alimentan la mediocridad, también que una parte empiece a prosperar alimentaría las buenas prácticas. No tiene nada de malo hacer el Tramabús, todo lo contrario. Solo que espero más de una formación que empezó siendo tremendamente ambiciosa y, a mi juicio, ha acabado sometida a las normas de los partidos tradicionales.

      • No se han sometido a las normas de los partidos tradicionales, han sido y están siendo obligados a someterse dado que las mayores críticas las han recibido de aquellos cuyos intereses estaban defendiendo.
        Si queremos que la sociedad cambie y avance para que no desaparezca el bienestar social incluso como objetivo, porque de hecho ya no existe, no nos queda más remedio que hacer ver a los ciudadanos la necesidad de su existencia, a los demás partidos está claro que no les importa. No hay que apoyarles por ellos mismos sino por interés general.
        Los periodistas que se consideren progresistas deben de informar con todos los argumentos que sea preciso de la necesidad de su existencia y del porque de ello.
        En las elecciones de Diciembre 2015, fueron muy criticados porque se ofrecieron a formar gobierno para hacer política de regeneración. Hasta ese momento el PSOE podía presumir un poco a pesar de algunos errores importantes de haber sido un buen gestor, independientemente de las criticas que siempre le ha hecho el PP al respecto (por que no le queda otro remedio dada su ineficacia ampliamente demostrada y que ahora ya conoce todo el mundo), ahora y desde aquella fecha han ido confirmando que tiene un planteamiento similar; yo dudo que siga siendo de izquierda.

  3. https://rainermat.files.wordpress.com/2011/12/op2.jpg Cierto, Olof Palme nunca hubiera subido a un autobús porque prefería protestar a pie, extendiendo su denuncia a la calle. Ahí lo tienes recaudando dinero «para la libertad de los españoles», montando un circo sin guardaespaldas y cabreando a toda la derecha, después de que Franco ejecutara a unos cuantos vascos tras el asesinato de Carrero Blanco. Sí que corren tiempos de mediocridad (como tú mismo reseñas en tu biografía) pero tampoco es necesario hacerlos tan evidentes con artículos tan desafortunados en la selección de un ejemplo político. Saludos.

  4. en fin segun este genio que no hace na mas que repetir le mantra de la casta y la trama, podemos se queda en el diagnostico pero no ofrece tratamiento ni cura. Que yo sepa hasta el premio nobel de economia dijo que el programa economico de podemos que es el de los profesores navarro y torres era el correcto y ahora mas de cien economistas apoyan el programa de melenchon que no es na mas que el mismo de syriza, podemos y de cualquiera que sepa que lo que se está haciendo no es na mas que lo que nos ha conducido hasta aquí.
    mi diagnostico particular es que el espacio en los periodicos es demasiado escaso como pa dejarselo a gente como este especimen que ha escrito este articulo pudiendo dejarselo a alguien que tenga algo real inteligente y novedoso que aportar

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