Train to Busan, dirigida por el director surcoreano Sang-Ho Yeon, tuvo una excelente acogida en el Festival de Cine de Sitges, donde se llevó los premios a Mejor Director y Mejores Efectos Visuales. En Corea del Sur la película ha sido todo un blockbuster y la han visto más de 11 millones de espectadores (Teniendo en cuenta que Corea tiene 50 millones de habitantes, ha sido un bombazo sin precedentes) También se ha alzado con galardones  en Fantasia Film Festival de Montreal, en la Semana de Cine de Terror de Donostia, en el Festival Fancine de Málaga y en el Festival de cine de Terror de Molins de Rei, entre otros.

Imagínese usted que va en el AVE y que en el AVE se sube un zombi que va infectando a todos los pasajeros. El AVE va herméticamente cerrado, usted no puede salir de ahí. ¿Qué hace? Eche mano de su imaginación y sus recursos.

El tren de la película no va a Barcelona. Va a Busan. En él van un padre y su hija, con la típica historia de desencuentro entre papi que trabaja mucho e hija que no entiende que papi trabaja mucho. Va también una señora muy fina, y embarazada de un auténtico gañán que la quiere con locura pero que es más basto que unas bragas de esparto. Una panda de colegiales. Unas viejecitas. Y, cómo no podía faltar en estos casos, un malo malísimo de la muerte, un villano oriental de manual.

Train to Busan no es una película de miedo, es una película de acción. Es una película de sustos. Es decir, no se pasa uno media película aterrorizado y pensando “me voy porque no puedo con la angustia y la ansiedad”, sino que es más bien un subidón de adrenalina brutal, de susto, susto, acción, acción, giro de guión, nuevo giro de guión, vuelta de tuerca, nueva vuelta de tuerca, susto final y redención.

Tengan en cuenta ustedes que los coreanos son unos líderes en esto de la tecnología. Samsung es coreano, sin ir más lejos. Tienen las mejores cámaras del mundo. Los FX son los suyo, y la tecnología para ellos es tan simple como para nosotros lo es arrancarnos a cantar a Rosario Flores cuando estamos borrachos (O a Siniestro Total, lo mismo me da).  Hay una escena épica en la que el tren arrastra a una horda de zombis que se han agarrado unos a otros y todos al tren que va a pasar a los anales de la historia de los efectos especiales, y que solo podían hacer unos coreanos.

La película abre con una de las escenas más impactantes que he visto en la vida. No se la voy a describir, solo le voy a decir que después de haberla visto no volverá a mirar un fotograma de Bambi con los mismos ojos. A partir de ese momento, la película es una joya del cine de acción.

Train to Busan es verdaderamente divertida (las escenas de los zombis emulando el Thriller de Michael Jackson son para partirte la caja) , frenética, imparable ( como el tren) , un pasatiempo zombi que deja en ridículo a la mayoría de películas de ese tipo estrenadas durante estos últimos años,  con una puesta en escena espectacular, una música que parece de Sakamoto ( pero que es del compositor Jang Young-gyu) , una fotografía de diez y unos actores como la copa de un pino.

El actor protagonista, Yoo- Gong  es guapo hasta decir basta. Pero, sobre todo, la niña. Esa niña. Es muy difícil  trabajar con un niño. Eso lo saben todos los directores. Un niño te puede arruinar una película. Un niño no es un adulto. Se cansa, se aburre, no aguanta diez horas diarias de rodaje. Y en general, no tiene el bagaje emocional y de vida necesario para dar mucho de sí en las escenas dramáticas. Bueno, pues esta niña ( Soo-an Kim) es un auténtico genio de la interpretación. Cuando lloraba, te daban ganas de llorar con ella.

Todos los demás actores no le quedaban a la zaga.  Es muy difícil empatizar con un actor que habla en un idioma que no puedes entender y que tiene unos recursos gestuales que no pertenecen a tu cultura. Por poner un ejemplo: el padre casi no toca a la niña ni le dice que la quiere, como se haría en una película occidental. Ellos son orientales. Sin embargo, los actores de esta película, todos ellos, son tan soberbios, que acabas entendiéndoles perfectamente, Que no se me olvide Sang Hwa (Ma Dong-seok / Don Lee), el gañán de corazón de oro, el verdadero heróe de la historia.

La película es una maravilla: puesta en escena impecable, la música de diez,  un tramo final donde todo salta por los aires,  y  unas historias emocionales que hacen que el espectador empatice. El único problema es que es un pelín cliché, y algo previsible.  Es una película de género y no se salta ninguna norma de las películas de género. Quizá si hubiera arriesgado un poquito más habría llegado a obra maestra.

 Eso sí, como película de zombis, de lo mejor que he visto desde 28 días.

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