viernes, 29marzo, 2024
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The sound of silence

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Rabia

Manuel Jesús baja sólo por la Vía Laietana en dirección al Puerto. Lleva ese puntito que dan dos cubatas de más. Aunque, en esta ocasión, en lugar de provocarle alegría, le está saturando la rabia y sacando fuera de si, con tanta mala leche que le acaba pegando una colérica patada a una papelera. Acababa de salir del banquete de la boda de su primo hermano Francesc. Paquito como le llaman en casa de la abuela allí en Alfacar dónde también vive Manuel Jesús. Ha salido sólo y cabreado porque él que es español por los cuatro costados no puede soportar ver como su primo Paquito, que aunque ha nacido en Barcelona y lleva toda su vida en la Ciudad Condal, y debiera ser español como él, como su padre Tomás o como sus abuelos Carmen y Serafín, sin embargo el tontolaba se ha colocado esa mierda de bandera que llaman la Estelada, cuando en el salón de bodas del Gran Hotel Central, a empezado a sonar el Chachachá del Tren. La bandera sólo era el símbolo que distinguía al supuesto maquinista en la enorme fila que se ha formado para bailar entre risas, gritos de “Chu-Chúuu” y acercamientos lascivos propios de quién está pasado de alcohol y se cree con el derecho por ser hombre.

No ha habido menciones políticas, ni soflamas, y ni siquiera era una bandera lo que rodeaba el cuello de Francesc. Sólo era un pañuelo con los colores rojo y amarillo en bandas simétricas y un triángulo azul con una estrella blanca en el centro.

Manuel Jesús que tres días antes, cuando estaba en Granada haciendo tiempo para coger un tren que le llevara a primero a Madrid y después a Barcelona, acabó soltando vivas a la policía y a la guardia civil y cantando aquello de “Yo soy español, español, español,..” y “A por ellos, oé,…”, no puede dejar de sentirse violentado por lo que él denomina falta de respeto de los putos independentistas. Y eso que todo el mundo le ha tratado correctamente e incluso ha estado disfrutando de la comida y la fiesta en la boda, como el que más, hasta que el tonto de su primo se le ocurrió ponerse la banderita de los cojones.

Todo esto va cavilando calle abajo, cuando inconscientemente ha girado por el Carrer de Jaume I en dirección a las Ramblas. Su intención era deshacer el camino iniciado en la mañana desde el Hotel Acta, por la Avenida del Paralelo al Paseo de Colom y la Vía Laietana, pero acaba de desviarse del camino conocido. Él va pensando en sus cosas, que no son otras que ese odio enfermizo que tiene a los independentistas y el supuesto desprecio y ofensa de la que ha sido víctima en la boda de su primo hermano, y ni siquiera se ha dado cuenta dónde está. Llegando por el Carrer de Ferran a la esquina con el Carrer de Avinyó, le llama la atención un escaparate en el que se puede leer dentro de una Gran B roja un letrero en blanco que dice “Oficina per la No Discriminació”. Se para y está a punto de pegarle un gran puñetazo al cristal cuando comienza a oír voces y murmullos cercano, muy cercanos. Sigue adelante y al llegar a la esquina, se encuentra una gran muchedumbre que corre calle arriba. Se queda parado en seco. Detrás vienen policías con sus porras. No son Mossos porque pone claramente “Policía” en sus uniformes. Uno de ellos se para y le pega un porrazo en los riñones. Manuel Jesús aúlla de dolor y le dice “Tontopoya, que yo soy de Graná”. El policía, uno de los que casualmente había despedido tres días antes, le dice, “Si egq q vosotro seis los peore. Ensima charnego”. El policía le suelta otros dos porrazos, ahora en las piernas, y sigue corriendo calle arriba detrás de los manifestantes disueltos.

 


 

The sound of silence

… Ten thousand people, maybe more.

People talking without speaking,

People hearing without listening.

People writing songs that voices never share

And no one dared disturb the sounds of silence.

‘Fools,’ said I, ‘you do not know

Silence like a cancer grows.

The sound of Silence. Paul Simon

 

Confieso que estoy aturdido. Tengo pensamientos contradictorios. Sentimientos paradójicos. Y sobre todo esto muy, muy decepcionado.

A los cánticos y arengas policiales de personas que no se si merecen ese calificativo, se han añadido actuaciones y discusiones a lo largo del uno y dos de octubre que me han llevado a la más profunda decepción con este país. Una decepción que ya era grande pero que, hasta ahora había pensado que tenía solución por la vía política y que me ha llevado a un sentimiento de vacío y de incredulidad que ahora mismo lo me asusta llegar a la conclusión de que estamos al borde del guerracivilismo.

No es normal, no ya que la gente incite a quiénes debieran ser garantes de la paz y del orden y ser defensor de esos derechos, a que vayan a llevarse por delante a sus primos, vecinos, conocidos del otro lado del Ebro con la violencia que sea necesaria, (porqué esos “a por ellos” oé, son gritos de incitación a “dar hostias como panes”, como me decía el otro día un compañero, “que es lo que se merecen todos los catalanes”), sino que, por lo visto en decenas de vídeos e imágenes, algunos de esos custodios de la paz y de los derechos ciudadanos se han extralimitado rompiendo los dedos de una mano, uno a uno, pegando el salto del tigre con las botas por delante contra la cabeza de un ciudadano (pacífico o no, eso da igual) o pegando con la porra, porque si, sin motivo aparente a quiénes acompañan a un herido. Por no hablar de las brechas en la cabeza, los golpes indiscriminados o los bofetones ya habituales como sucedía en las manifestaciones del 15M.

Me pregunto qué tipo de test psicológico pasan esta gente. Es verdad que los que estamos en frente no somos “santos” y que hay quién se dedica a insultar y a acordarse de la madre de esos señores, pero eso, soportar esas miserias, debe ir implícito en su preparación. Lo que no se puede es salir, de paisano, porra extensible en mano a calentar, al primero que te encuentres en la calle. Como tampoco entiendo que tengan que infiltrar agentes de paisano para que se comporten como bárbaros, a no ser que lo que se busque es precisamente la excusa perfecta para hacer el máximo daño posible y crear miedo. Mucho miedo.

Por si no había quedado claro, porque los habituales del 15M, o las Marchas de la Dignidad, ya lo teníamos perfectamente asimilado, España está gobernada por ineptos e indeseables. Gente de la peor calaña capaces de todo con tal de que sus partidarios, muchos de ellos xenófobos, intolerantes, intransigentes y beligerantes, acepten todas sus tropelías corruptas a cambio de erigirse como salvadores de esa idea, que yo no puedo entender, llamada patria (España, Cataluña, Francia, Rusia,…). Son gentes sin escrúpulos que sacan rédito siempre de las situaciones más beligerantes. Si estos seguidores, también sin escrúpulos, se pararan a pensar un segundo, llegarían a la conclusión de que no puede ser garante de lo que entienden como España quién evade, quién tiene cuentas en paraísos fiscales, sociedades offshore en Panamá o las Caimán, quién para pagar menos impuestos fija su residencia en Suiza o Luxemburgo o quién hace todo tipo de triquiñuelas legales y acciones ilegales para no pagar impuestos aquí o pagar los menos posibles. Y esto sirve tanto para los que se declaran defensores de la patria en España como para los que se han subido al carro de la nación catalana. Esos que no hace ni tres lustros apoyaron el gobierno del energúmeno engreído y ególatra que nos llevó a la guerra de Irak y han estado apoyando a los que ahora, por fin, llaman fascistas, a sacar adelante leyes contra las libertades de la ciudadanía que nos han llevado dónde estamos.

No quiero extenderme más. Pero si dejar claro que la violencia sólo crea más violencia. Que quién arenga sin conocimiento a los violentos para permanecer en el poder, es un enfermo que puede llevarnos, de nuevo a la lucha entre hermanos.

Desde Europa aleccionan al diálogo y a una solución consensuada. Se ve que no conocen a este mediocre que hace de Presidente del Gobierno y a su prole. Sabe que si ahora mismo convoca Elecciones Generales anticipadas, tiene a la idiocia en el bote. Todos los que ven la tele como si fuera el Espasa, olvidarán los cohechos, los tráficos de influencias, la ruina económica y social, la sanitaria, la educacional,… Olvidarán todo y volverán a votarles porque lo importante es España. No hay nada más que darse una vuelta por cualquier ciudad “nacional” y ver lo que cuelga de las ventanas.

Para los del otro lado del Ebro. Me quedo con las sabias palabras de mi amiga que ayer se jugó el tipo para ir a votar: Jamás he votado así y espero no volver a hacerlo. Que puede que haya duplicados o triplicado de votos, puede… Pero, pase lo que pase lo que me corroe de ese empoderamiento es ¿por qué no se tuvo para todo lo demás? ¿Para los desahucios, la corrupción, los recortes y tanto atropello? Si sabéis hacerlo, ¿por que habéis esperado a demostrar que el público manda solo por la independencia? … Y mi impresión de la gente de mi zona electoral es que son burgueses catalanes y no obreros. Y si, había muchas personas mayores a las que se les «colocaban» con urgencia sillas para descansar. No fue nadie a misa de 11…Todos los fieles que van a misa, son esos que ayer fueron a votar”.

Resume perfectamente el voto de una persona harta de estos indeseables que nos desgobiernan desde Madrid y su sentimiento sobre el procés.

Yo ya no espero nada. PSOE, PP y Ciudadanos son tumores del mismo cáncer. Metástasis de un cáncer que recorre de nuevo el mundo rico. Un cáncer que ha llevado a dos guerras mundiales, a una guerra civil en España y al genocidio de millones de judíos, gitanos, homosexuales y pobres.

 

De Momento, sólo han venido a por los pobres. Pero no tardarán en venir a por los demás.

 

Salud, república, laicidad, libertad y muchas más escuelas.

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