“A la inmensa minoría”, dijo aquél. Hay un prejuicio que la izquierda no ha terminado de superar y que le impide un diagnóstico cabal de la realidad, consiste en una hagiografía de la pobreza en la que la víctima de la desigualdad se redime con un reparto equitativo de la riqueza. Pero antes, no hace mucho, la aspiración de todo proletario consciente era que su descendencia fuera a la Universidad y no sólo por la oportunidad laboral que suponía, sino más: porque se salía del lastre de la clase baja con la Cultura, símbolo distintivo de ésos que alguno ha denominado “los de arriba”. Para frustración de los nuevos ricos, tener mucho no garantizaba ser aceptado por las élites; Berlanga o Rafael Chirbes han analizado muy bien esta cosa ibérica del pobre harto de comer… Si yo tuviera que elegir un motivo de agradecimiento a mis progenitores, claramente sería la posibilidad de estudiar; nada de lo que soy sería lo mismo sin la Cultura y la visión analítica que ésta me ha proporcionado, ésa es mi vida, plena.

Esta aspiración de progreso social se sostenía con el concepto de Estado descrito en la primera parte de este artículo, que tuvo como horizonte la dignidad humana expresada en derechos consustanciales a su mera existencia. El único Estado en puridad.

¿existe una ignorancia voluntaria?

La intelectualidad ha abandonado su responsabilidad como moduladora de su tiempo por culpa de una tolerancia falsa (sin debate abierto de ideas) y por terminar aceptando la ignorancia como una opción personal de vida, casi como una posición respetable, pero ¿existe una ignorancia voluntaria? Todo momento tiene un diagnóstico y unos paliativos, y eso ha servido para que las dinámicas sociales construyeran lo que hemos denominado Estado de Derecho, que incluía en su panza el del Bienestar.

La Cultura nos denuncia el discurso de quienes usan el saber para dominar a los demás. La Cultura es el verdadero poder, porque es el único recoveco en el que reconocemos un atisbo de libertad, aunque sea mentira. Dawkins viene a decir algo así, la genética importa tanto como el medio en el que se despliega; yo no temo, si Ella está conmigo: ¿quién contra mí?

«hay que reivindicar la inteligencia para volver a vivir en democracia»

 

Ésta es mi Europa. España, el mundo, necesita que el pensamiento asalte a los poderes ejecutivos, a los legislativos e incluso a los judiciales; por los medios habilitados por las leyes, legítimamente, hay que reivindicar la inteligencia para volver a vivir en democracia, para legislar y proteger la igualdad, la fraternidad y la libertad laicista con el único límite del Tribunal de lo Público, del debate, para evitar que el oscurantismo y la explotación, bajo la excusa de ser la única alternativa realista (el “mal menor” que decía aquí mismo Jesús Ausín), se consoliden como gestores de una democracia formal que no puede serlo, que no lo es. Ésta es la gravedad del asunto.

«debemos comprometernos y luchar con las ideas para que toda esa gente que no puede hacerlo no sucumba otra vez como combustible del “sistema”

El mundo intelectual tiene una responsabilidad histórica y ya vimos qué pasó en la primera mitad del siglo XX… Zweig y su pareja se suicidaron ante la ruina que veían llegar; nosotros, las cultas, los críticos, debemos unirnos para promover un regeneracionismo no teórico sino pragmático, debemos comprometernos y luchar con las ideas para que toda esa gente que no puede hacerlo no sucumba otra vez como combustible del “sistema”, somos responsables, somos esa inmensa minoría que querría recluirse a leer tranquilamente pero les ha tocado comprometerse con su tiempo.

Reivindico una idea del Estado fruto de la reflexión y la libertad de discusión; y conmino a la gente, a la que tiene formación para entender el abismo que se está abriendo en todo el planeta, a que se organice por regenerar la democracia, porque hay que perder esta pátina burguesa que nos ciega

Reivindico una idea del Estado fruto de la reflexión y la libertad de discusión; y conmino a la gente, a la que tiene formación para entender el abismo que se está abriendo en todo el planeta, a que se organice por regenerar la democracia, porque hay que perder esta pátina burguesa que nos ciega y olvidar la idea del buen salvaje renacido como “precariado” porque de ahí no va a salir nada, es una batalla perdida confiar en quien no tiene más opción que trabajar para malvivir, es perder el tiempo aguardar piruetas ideológicas de quien es víctima de la destrucción de la Cultura, en realidad la única alternativa de vida para una felicidad digna y consciente. Sería tan iluso como aguardar que una guerra se solucionara por un acuerdo de paz entre los soldados sin contar con sus dirigentes y sus políticos y sus idearios de patria, uniforme, familia, símbolos nacionales e intereses…

Toda aquélla, todo aquél que disponga de conocimientos debe emplearlos en la defensa de la única patria sin discusión: la Humanidad

Toda aquélla, todo aquél que disponga de conocimientos debe emplearlos en la defensa de la única patria sin discusión: la Humanidad. Hay que aspirar a someter a todos lo gobernantes del mundo a una supraentidad que vigile sus ejercicios; y si absurdo o fantasioso les parece este deseo, piensen la carretera hacia ninguna parte por la que rodamos ahora.

Mi modesta proposición es crear un foro de debate público, un manifiesto, un movimiento que derive en una actividad real en defensa de la democracia, del Estado entendido como el marco del ejercicio de los Derechos Humanos, y que sirva para desenmascarar a los nuevos totalitarios que ya no exterminan con gas sino con legislación laboral, que ya no tienen milicias sino el escudo de los cuerpos de seguridad pagados con impuestos de sus propias víctimas y al servicio de sus normativas interesadas, un movimiento que aparte y excluya del ejercicio de lo Público (con normas) a quien no sea capaz de defender la dignidad o no tenga capacidad para entender ni su propia malicia.

El Estado somos nosotros. Someter la Cultura a la consideración de mero entretenimiento, considerar al pensamiento liberado del compromiso con la coherencia, es la enfermedad inoculada que acaba con la libertad. No colaboremos con el magnicidio del Estado de Derecho, está ocurriendo y no podemos negarlo.

Teoría y Estado (I)

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre