[Segue]

La prensa es el bufón útil de este nuevo absolutismo, escindido entre quien se erige como gestor (Gobierno) y la nueva Teocracia monetaria; un totalitarismo en diferido que genera una rediviva versión de un Estado al servicio de las clases poderosas (no me importa llamarlas casta porque cada vez lo son más) que deshace al Estado regulador (el único legítimo) por medio de decretos, aunque parezca contrasentido esto último, pero es cierto: la Ley se destruye con leyes.

Olvídense de qué era la prensa, con todos sus defectos y virtudes; cuando se la definió como el Cuarto Poder se la caracterizó como garante de la veracidad de los hechos, con independencia de los otros tres poderes. He de generalizar para ver el conjunto, que me perdonen lo que voy a decir: hoy la prensa es un oficio inventado para dar carta de realidad, de credibilidad a los acontecimientos pretendidos, especialmente políticos. Los tiempos de una prensa culta, observadora, denunciante, vinculada al compromiso intelectual de sus profesionales han quedado para los sucesos o todo lo enumerable; si la profesión carece de ideología en un sentido amplio (un proyecto crítico de sociedad), al final no es más que una de las piezas de transmisión del poder político, que a su vez no es más que siervo de sus señores.

Es muy fácil cebarse con el horror de la prensa del corazón, su construcción de celebridades y la retroalimentación que se produce entre ellos y la propia industria de la información, privando de pensamiento y análisis tanto al espectador como al profesional que quisiera romper las normas que generan el beneficio, son la evidencia de lo que no debería ser. Es necesaria, por fuerza, una audiencia espejo de esta miseria intelectual; seré suave, esto es más propio de la brigada de narcóticos que de la Facultad de Ciencias de la Información. Les recuerdo que la prensa que más mueve en este país es la deportiva, con profesionales que se muestran capaces de la indignación más comprometida y arriesgada… cuando en realidad hacen exactamente lo mismo que los “deluxe” más cutres, dan bazofia de la misma envergadura, sirven para lo mismo y tienen delante el Público-Espejo que necesitan… Párense a oír las declaraciones de los deportistas, analícenlas, escruten las secciones deportivas de los informativos televisivos, radios… nada, amarillismo, prensarrosa. Nada.

Alguien podría decir: “That´s entertainment”, y ya está. Hay que ir al fondo del problema, nada sucede gratuitamente; estos fenómenos de masas ocurren de manera compleja, y hay quien se ríe con ellos, quien vive de ellos sin otro alimento mental o quien vertebra su existencia en torno a ellos, toda una forma de ser, es decir: muchísima pasta y control.

Los diseñadores de los hechos políticos lo saben y llevan años generando eso que ahora llaman posverdad y que siempre se ha llamado mentira o demagogia. Quizá estemos ahora en uno de sus clímax. Se trata de crear corrientes de opinión, no de aportar datos para analizar. Pero esto fuerza la existencia de su correspondiente Público-Espejo, la misma porquería que los denostados gacetilleros del cardio; hemos creado un nuevo oficio, la prensa política que acude a “eventos” a ver la evolución de estas “celebrities” a lo Montesquieu y hace la misma labor de exposición del divismo de éstos que se permiten pensar cada mañana qué interesa decir (argumentarios), a quién hundir, qué vender, repartirse los papeles de culta, chulo, borde, institucional, internacional, el gay o la feminista, y sólo les falta anunciar desodorantes o acondicionadores de pelo para ser la misma pitanza basural que se ofrece en el deporte o el mundo del espectáculo (en gran parte tan corrompidos como el mundo de los partidos políticos).

Nunca hemos tenido más información a mano que en este momento histórico con la Red. Pero Internet es la solución y el problema, cuando desaparece el análisis nos queda la superficie y se van con él el rigor vehiculado por el uso de las fuentes; el medio es el mensaje, la brutal potencialidad de este medio nos obliga a jugar con cantidades asequibles de datos que consumimos a un ritmo inasumible, y ésta es la realidad que manipulan los interesados. La prensa debe pasar una purga y un desierto para reencontrarse con un público lector, analista e informado que le devuelva su credibilidad y su Poder (el Cuarto), hay que generar un bucle de rigor que nos saque del de manipulación en el que estamos, y va a ser muy difícil…

Como un reflejo del sistema de castas que estamos consolidando, parece que el mundo de la información no se distingue de la realidad social: hay una élite que gana sueldos cuantiosos y está en todos esos eventos cotilleando lo que se cuece para graduar la información en función de no sé qué intereses (a veces muy chuscos), hay otra clase aspirante que consiguió consolidar una cierta profesionalidad en épocas de vacas más hermosas, pero soñar con cobrar un sueldo digno si eres nueva en el oficio, o incluso soñar con cobrar… es una fantasía. Pululan montones de medios que generan hornadas de trabajadores precarios que son desechados antes de que consoliden derecho alguno, o lo que es peor: medios (digitales muchos) en los que una opinión pagada con la vanidad del firmante (nunca dinero) se convierte en vacuo foro de debate más parecido a las redes sociales que al periodismo o al ejercicio intelectual de analizar y proponer.

Más que nunca un profesional debe iterar sus preguntas al político que declara, si la respuesta es una huida, hasta hacerle parecer lo que es; más que nunca hay que evitar las notas de prensa de las instituciones convertidas en noticias ya redactadas (visto y practicado, afortunadamente sólo en cosas culturales), más que nunca la prensa debe plantarse ante esta casta plasmática (don Mariano al fin y al cabo hace sin miedo lo que los demás práctican a escondidas) y cortar de raíz con la periodisthambre que pulula buscando ejercer de intermediaria como Jefes de Prensa que siempre terminan con cargo del partido (curiosa puerta giratoria no denunciada); más que nunca hay que suprimir estos actos sociales financiados demasiadas veces con dinero de todos en los que la prensa cortesana juega su papel de correveidile usado estratégicamente, basta… ¿y la dignidad de los plumillas?

La Prensa, al fin y al cabo en gran medida un género literario y parte de las disciplinas humanísticas, tiene la responsabilidad de denunciar el vaciamiento de las estructuras del Estado garante tanto como el poeta, la pintora, el economista o la taxista… lo otro sería participar en el festín de carroña de este casi cadáver hacia el que están metamorfoseando nuestra democracia. Una prensa cutre genera un público más cutre, que a su vez desea prensa peor que sólo sobrevive con receptores de mierda… fractal de lo hediondo. Hay que negarse.

[Segue]

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre