Si tiendes a influenciarte, copiar, impregnarte, reproducir, calcar, repetir de alguna manera, tomar prestado, imitar, etc., aquello que acabas de leer, significa dos cosas: primero que ya empiezas a reconocer la calidad literaria de otros. Segundo, que aún no has encontrado tu propia voz.

La voz literaria es el estilo y el estilo es la manera de escribir o hablar de un escritor u orador. Es su personalidad. De manera que varios autores pueden escribir sobre el mismo tema, usando las mismas técnicas, y acabar obteniendo libros totalmente distintos por el mero hecho de tener diferentes visiones del mundo expresadas con su propio lenguaje. No redactan mecánicamente. Escriben con el alma.

En este sentido, existe la anécdota del hombre a quien su esposa le pide que redacte un justificante para no asistir al ensayo de la ceremonia nupcial de aquella tarde. El hombre se sentó delante de la hoja en blanco y estuvo un buen rato garrapateando sin conseguir escribir dos palabras seguidas. Hasta que, finalmente, su esposa le arrebató la nota y ella misma le escribió al cura una breve excusa, firmando al pie y doblando el papel en cuatro partes. Esa es la diferencia entre redactar y escribir algo propio, instantáneo, que sale de dentro.

Como decía el poeta: “el verdadero escritor es aquel que se enfrenta como nadie al fracaso de escribir y hace de ese fracaso su misión, mientras los demás, sencillamente, buscan la frase establecida, hecha, prefabricada, estándar, cliché”.

Si quieres encontrar tu propia voz, has de tener tu visión personal de la vida y escribir con sencillez. Cinco consejos te doy para que dejes de influenciarte de los escritores y te lances a desarrollar tu estilo literario. Atento:

1.- Huye de lo seguro y descubierto. Escapa de aquello que te parezca genial en otros escritores. Extrae de tus recuerdos, conocimientos y experiencias, palabras e ideas con las que nutrir un escrito. Sabes que estás capacitado para ello sin necesidad de copiar y sólo recurriendo a un cierto sentido común lógico.

2.- Céntrate en descubrir tu estilo. Piensa que, cada vez que copias a un escritor, te estás anulando como autor o autora. Si tú no te expresas como ese señor que ves en la televisión, ¿por qué has de emperrarte en escribir como él? ¿Acaso tiene en su bolígrafo la verdad absoluta? ¿O es que esa persona ve por tus propios ojos lo que tú experimentas a diario?

3.- Desecha la frase redonda, “genial”, pomposa y que todo el mundo usa por defecto. Lo recargado siempre resulta fingido y, a veces, solo demuestra el interés del autor por mostrar a toda costa su erudición. Busca mejor la frase directa, sencilla y natural, aquella con la que el lector se pueda sentir más atraído por tu narración. Recuerda que la literatura es bella solo cuando se comprende.

4.- Describe a tus personajes de una manera personal. Ten en cuenta que describir es pintar con palabras. “Hacer ver” al lector un objeto, un paisaje, una persona o cualquier cosa visible para hacerle sentir una experiencia, una emoción o un sentimiento. Existen descripciones objetivas, pero lo más frecuente es que sean subjetivas. Eso significa que no lo has de describir todo, sino aquello que caracterice a aquella cosa descrita. Fíjate en las caricaturas. Lo poco es mucho y suficiente a la vez. 

5.- Lucha contra la monotonía y la perfección. No escribas las frases siempre de la misma manera. Rompe el ritmo de la lectura con frases largas y cortas y variando el orden de los elementos. Pregúntate algo en mitad de una frase. No busques la perfección del esposo que escribía el justificante para no asistir a los ensayos de la ceremonia nupcial. Deja tu sed de perfección y tus ansias de pulirlo todo para cuando tengas que bañar a los niños o limpiar la casa. En la escritura, di lo que tengas que decir y punto.

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