Gonçalo M. Tavares, el joven escritor portugués que sacó de quicio a todo un paisano Premio Nobel como José Saramago, por escribir tan bien como lo hacía siendo tan joven, vuelve a indagar en su nueva novela, Una niña está perdida en el siglo XX (Seix Barral), en las inagotables posibilidades del viaje iniciático cual Odiseo por las aguas del Egeo en busca de su Ítaca personal.
Aquí, la pequeña Hanna y un intrigado Marius emprenden una ruta que deparará incontables sorpresas, recovecos, en un viaje tan anárquico como subyugante, algo habitual en la escritura de Tavares, nacido en 1970 en la capital angoleña. El escritor portugués depara a sus lectores una experiencia casi mística, porque comulgar con su literatura es hacerlo a ciegas por el sendero por el que un borracho puede guiarnos en un túnel sin más luz que la de la luna. La incertidumbre está asegurada. También la alegría de comprobar que la experiencia ha merecido la pena, porque Tavares no deja indiferente a nadie y por ello viajar con la joven Hanna es hacerlo con la experiencia que nos puede deparar vivir junto a alguien con trisomía 21.
