«Los libros de aforismos son como playas en las que los lectores van escogiendo sus conchas o piedrecitas favoritas; raramente dos elegirían la misma»

(SOSIEGO, antilibro)

 

¿A quien no le gustan las frases brillantes? ¿Quién no sonríe deslumbrado cuando Groucho repite desde la tumba que nunca sería socio de un club donde le admitieran a él como socio? ¿O cuando Wilde reflexiona que se puede resistir cualquier cosa excepto la tentación?

Susana Cañil publicó hace un par de años una novela: con gran ruido de crítica y suficiente éxito de público. Y hace unos meses, pocos, presentó sus Cañilismos Canallas, el libro que tengo entre las manos ahora mismo, mientras dicto.

Los aforismos son difíciles de ordenar. Cañil los separa en salas, trece salas (no es supersticiosa), todas con nombre de mujer, desde la Callas hasta Virginia Wolf, pasando por Cleopatra y Margaret Tatcher.

Pero en realidad todos los aforismos giran en torno a la propia autora, el libro es un canto a sí mismo, una larga sonrisa -y a veces risa- cómplice con su propio ingenio:

«Me gusta la gente incómoda, como yo»

Juega a la provocación:

«Si un hombre no es capaz de hacer aflorar a la actriz porno que habita en cada una de nosotras, no es un hombre, es tu amigo»

Al desafío:

«Hay gente a la que trato de usted como muestra de mi máximo desprecio»

Al romanticismo:

«El único discurso que me interesa es el de tu piel»

E incluso a bailar con el diablo:

«Espero que en el infierno tengan libros, hombres y café. El resto de los vicios los llevo yo»

Y a muchas más cosas, siempre alrededor del hecho de vivir, de la alegría de luchar, de aceptarse como uno es y aprender a quererse a sí mismo.

Cada lector elegirá sus propias conchas o piedrecitas, los aforismos con los que más se identifique o le diviertan o sorprendan.

Siempre es un buen regalo, una garantía de buena y mansa compañía, un libro de aforismos. Si Óscar Wilde lo leyese asentiría más de una vez; encubridor y divertido.

«Cuenta la leyenda que sí deseas algo con mucha intensidad, se cumple. Es mentira»

(esa es la piedrecita, entre todas las del libro, que yo prefiero y elijo).

 

(artículo dictado por Javier Puebla y mecanografiado por Ángel Arteaga Balaguer)

 

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