El duelo personal que mantienen internamente en el PP la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y la secretaria general del partido, Dolores de Cospedal, ha terminado en tablas. Muy al estilo sin estridencias de Mariano Rajoy. Santamaría deja de ser portavoz aunque mantiene la vicepresidencia y asume también la de Administraciones Públicas, que hasta ahora la mantenía Cristóbal Montoro. El presidente ha confiado en su vicepresidenta Cospedal, mientras tanto, ocupará la cartera de Defensa, un cargo del medio calado ministerial que Pedro Morenés estaba cantado que dejaba vacante.

La portavocía del Gobierno recae en el titular de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, gracias a su perfil mucho más moderado y mediador que el que ostentó su predecesor en Educación, José Ignacio Wert.

La responsabilidad del CNI se mantiene en manos de la vicepresidenta, con lo que se evidencia la plena confianza que Rajoy tiene en Sáenz de Santamaría, que también deberá tender puentes hacia los independentistas catalanes, hasta ahora rotos por completo.

Mientras tanto, Cospedal recibe un premio a su labor en la gestión de la crisis interna provocada por los numerosos casos de corrupción que han puesto en jaque el núcleo del partido. De hecho, Cospedal seguirá como secretaria general del PP.

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