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El Sol Invictus de la Navidad anuncia el cambio de consciencia

Egipcios, aztecas, incas, romanos, germanos, escandinavos… celebraban antes de la llegada de Jesucristo este 25 de diciembre el cenit del solsticio

Eva Robles
Eva Robles
Soy entrenadora de sonrisas porque estoy convencida de su poder, la sonrisa es el arma universal de los hombres de buen corazón
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análisis

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La Navidad es a buen seguro la fiesta cristiana más popular, aunque el concepto actual se ha paganizado bastante, la sociedad de consumo ha arrasado con el verdadero sentir de la “Nativitas”. ¿Será porque en su origen era una fiesta pagana?

La celebración del 25 de diciembre en diversas civilizaciones de la antigüedad se vincula directamente con el nacimiento del solsticio de invierno. Es el sol Invictus o el invencible dios Sol el protagonista venerado por el Imperio romano, que lo toma de los pueblos conquistados.

La luz del sol comienza a crecer en presencia tras el solsticio de invierno, a partir del día 21, llegando a su cenit el 25 de diciembre. Todo el Imperio aclamaba en este periodo el “renacimiento del sol” en grandes Festivales. Las Fiestas de Brumalia y Saturnalia, se celebraban durante siete días, en honor al dios de la semilla y al del vino. Se comía, se bailaba, se cantaba… se bebía en exceso, algo parecido a lo que hacemos ahora en estas fechas.

Entonces, llega la iglesia, concretamente el papa Julio I, que es el que sugiere “colocar” la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret (de fecha desconocida) en este día 25 de diciembre tan asumido ya como festivo. Esto ocurre allá por el año 335.

El Papa Liberio es que decreta esta fecha del 25 de diciembre como la fiesta del Nacimiento de Jesús, en el 354. La misma Enciclopedia Católica no cuenta la Navidad entre las celebraciones cristianas, hasta Clemente de Alejandría que hacia el año 200 comienza a preguntarse sobre el verdadero año del nacimiento de Cristo. Diversas teorías lo sitúan sobre el 20 de mayo en el vigésimo octavo año de Augusto.

La fiesta de Navidad, en el sentido cristiano es reconocida tres siglos después de la muerte del que se presupone el “protagonista” de este “jolgorio”, más pagano que cristiano. El emperador Constantino (306337), tras su conversión al cristianismo, es el que proclama su oficialización en todo el Imperio Romano. Parece, pues coherente que este ferviente seguidor de las tradiciones paganas al dios sol, ponga en la misma fecha la gran celebración de la religión que acaba de abrazar.

Hay muchas discrepancias si hubo celebraciones cristianas de la Natividad antes de este emperador, he incluso se pone en tela de juicio la fecha del nacimiento del Niño Dios.

El Sol Invictus se queda sin su fiesta el 27 de febrero de 380 mediante decreto: el edicto de Tesalónica de Teodosio. El emperador establece que el cristianismo niceno, es la única religión del estado, y se prohíben el resto, de facto. En compensación, le dejan al dios sol un día a la semana para conmemorar el “diez solis” o “dies dominicus”, ¡vamos el domingo!, día de descanso, que se oficializa el 3 de noviembre de 383.

Egipcios, aztecas, incas, romanos, germanos, escandinavos… celebraban antes de la llegada de Jesucristo este 25 de diciembre el cenit del solsticio. Momento del año en el que el sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, así la duración del día o la noche son las máximas del año. Astronómicamente, son los momentos en los que el sol alcanza la máxima declinación norte (+23º 27’) o sur (−23º 27’) con respecto al ecuador terrestre.

La inclinación del eje de la tierra sobre el plano de su órbita es lo que provoca la existencia de los solsticios. El que nos ocupa, el de invierno, ocurre el 21 o el 22 de diciembre en el hemisferio norte y en la misma fecha “de verano” en el hemisferio Sur. El día del solsticio de diciembre es la noche más larga del año en el hemisferio Norte y la más corta en el hemisferio Sur.

Todo el planeta, y las distintas civilizaciones que se han sucedido han celebrado este mágico y energético momento, dándole el significado de nacimiento o renovación.

El nuevo sol en México se relaciona con el niño Mexi Huitzilopochtli, el despertar colectivo de la conciencia. Los pueblos andinos, por su influencia azteca, celebran el Inti Raymi, como comienzo de su nuevo año incaico en junio. La romana y celta, y antes en Egipto, se celebraba esta fecha a partir de la cual los días empezaban a alargarse. La fiesta romana del Natalis Solis Invicti se asocia al nacimiento de Apolo. Frey, el dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad, llega sin embargo el 26 de diciembre a Alemania y Escandinavia. Sus seguidores adornaban sus hogares con Yggdrasil o árbol del Universo, árbol de hoja perenne, ancestro de nuestro Árbol de Navidad.

El mundo hispano adopta el término Navidad del latín: nativitas, “nacimiento” o también Pascua. Los angloparlantes utilizan el término Christmas, que viene de la “misa” (mass) de Cristo.

El tema de si el nacimiento de Jesús coincide o no con el 25 de diciembre, según los expertos, es otro cantar. Los primeros cristianos hicieron un cálculo rápido basándose en una tradición judía que presuponía que los profetas tenían la misma fecha de fallecimiento y concepción. Como se creía que Jesús había muerto un 25 de marzo, calcularon nueve meses después y le plantaron el 25 de diciembre como su nacimiento. Los cristianos ortodoxos rusos y de Europa Oriental calculan otra fecha, el 7 de enero, ya que no aceptan la reforma del calendario gregoriano.

Algunos expertos han intentado calcular la fecha del nacimiento tomando la Biblia como fuente, ya que, según Lucas, Jesús nace aproximadamente seis meses después de Juan el Evangelista. Calculando, turnos del templo, ya que Zacarías, padre del Bautista, era sacerdote en el templo de Jesuralén, y suponiendo que los embarazos de Isabel y María fueran normales, Juan nace en marzo y su primo en septiembre.

Y es que el Belén no cuadra en diciembre, complicado los pastoreos al aire libre en estas fechas de crudo invierno. El censo ordenado por el César, es poco probable en una época de intenso frío en Jerusalén. Que un bebé sobreviviera en estas fechas naciendo en un establo… Nos deja, algunas dudas razonables.

El caso es que en realidad todo esto nos da igual en cada punto del planeta por diciembre nos vestimos de solidaridad, amor, fraternidad, familia, hogar… Al menos una vez al año, nos fijamos que entre nosotros, hay gente pasándolo mal.

Los portadores de premios, buenos deseos navideños, cambian de nombre según el país, Dedek Mraz, en Eslovenia; Santa Claus o Papá Noel, en USA y norte de Europa y compartiendo trono con los Reyes Magos en EspañaPortugal y gran parte de LatinoaméricaFilipinasGuinea Ecuatorial. El Tió de Nadal en Cataluña; Cachafuòc en Occitania; El Niño Jesús o Niño Dios, también en Sudamérica y la mayoría de Europa. En Chile, el Viejito Pascuero. Y allá en la selva peruana al recién nacido se le llama Wawito Jesús (bebé en quechua amazónico).

Aquellos que se han portado mal recibirán la visita de los carboneros, o la Carbonilla o los duendes navideños, la Befana italiana, el Olentzero vasco o el Apalpador de Galicia.

El bien y el mal, la muerte y el renacimiento; la alegría y la tristeza; el Yin y el Yang.

Tanta variedad de símbolos, de personajes, de celebraciones como diverso es el ser humano. De ahí les deseo de corazón que celebren un “Feliz como la llamen ustedes” todos los días del año. Que respetemos la diversidad de este maravilloso planeta tierra y de aquellos que lo habitamos. Les traslado mi deseo de cuidarnos unos a otros en Paz y Armonía. Que el cambio de consciencia comience ya, desde el amor que sintamos cada uno de nosotros.

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