“Donde viven los monstruos” (Where the wild things are) es una película de 2009 en la que Spike Jonze, con mayor o menor gloria, nos contaba la historia de un chaval, algo conflictivo, que huye de su realidad viajando a un mundo de fantasía plagado de monstruos. Ese lugar existe y se llama Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges.

La fantasía existe desde que el hombre tiene conciencia de si mismo. Los mundos imaginarios, las hadas, los monstruos… siempre han estado ahí para ayudarnos a sobrellevar nuestra realidad o simplemente para complementarla. La imaginación es una ventana a mundos infinitos, algunos la abrimos con frecuencia, otros la cerraron hace tiempo y los hay que piensan que superada cierta edad, no tiene sentido visitar esos mundos de fantasía.

Por lo general los festivales de cine fantástico y de terror reúnen a hordas del primer tipo de personas. El festival de Sitges en concreto, más que ningún otro, ya que es el festival que más películas proyecta, amén de que es el festival internacional de este género cinematográfico más prestigioso y reconocido del mundo.

Durante diez días, siempre a principios de octubre, la pequeña localidad costera de Cataluña se llena de monstruos, asesinos, dibujos animados, detectives, dragones y gente, mucha gente, conectada por un sentimiento difícil de explicar si no eres aficionado al género o simplemente al cine. Cuando se apagan las luces de las salas, se respira esa comunidad, se siente una energía que diferencia a este respetable del habitual, que abarrota cualquiera de los multicines que atestan nuestro país.

La gente ríe, grita, jalea, aplaude y si la situación lo requiere comentan o hacen bromas en algún momento de la película, es un ambiente festivo. Pero que esto no lleve a engaños, no es un público de segunda, es una audiencia con un criterio y un gusto exquisitos, valga como ejemplo la película a la que le han otorgado este año el gran premio del público, “La Doncella (The Handmaiden)”

Park Chan-Wook, acostumbrado como nos tiene a las atmósferas oscuras y opresivas, magistral su trilogía de la venganza: “Sympathy for Mr Vengeance”, “Sympathy for Lady Vengeance” y “Old Boy”, nos regala ahora una obra maestra colorista, casi pictórica, con una estética preciosista en la que cada plano funciona por si solo a la hora de fijar nuestra atención. Los movimientos de cámara son coreografías hipnóticas, tan oportunas como bien ejecutadas. Pero todo esto no se queda en una simple cáscara al servicio únicamente de la estética, como ocurre con “The Neon Demon” lo último de Nicolas Winding Refn. Una decepcionante obra demasiado personal, que se convierte en aquello de lo que trata, la belleza como único motor: “La belleza no lo es todo, es lo único” reza uno de sus personajes en una de las pocas frases que tiene la película.

“La Doncella” no solo es forma, su fondo es realmente entretenido. Contiene todo aquello que ha formado parte de las grandes historias a lo largo de los siglos. Amor, traición, humor, erotismo. La acción se sitúa en la década de los años 30, durante la invasión de Japón a Corea. Una joya indispensable.

Daniel Radcliffe en Swiss Army Man
Daniel Radcliffe en Swiss Army Man

En cuanto a la triunfadora de esta edición existen opiniones encontradas, “Swiss Army Man” se presenta como un trasunto de “Naúfrago” pero con un cadáver pedorro en vez de un balón, como compañía. Daniel Radcliffe se hizo con el premio a mejor actor por interpretar a este flatulento muerto. El británico parece empeñado en quitarse el sanbenito de Harry Potter a base de interpretar excéntricos personajes. ¡Bien por él!

El Premio especial del jurado ha sido para “La autopsia de Jane Doe”, película que me perdí y de lo que me arrepiento a juzgar por las positivas críticas de amigos y conocidos asistentes al festival.

La ración de polémica llegó de la mano de la franco-belga “Raw” (A.K.A Grave), cuya carta de presentación era un contenido altamente incómodo y macabro que llegó incluso a provocar desmayos en el festival de Toronto. Sin embargo, desde mi punto de vista, la fama que la precede no es merecida o quizás algo exagerada. Una atmósfera malsana y una buena realización hacen de la película un espectáculo disfrutable para los amantes de las emociones fuertes. Aunque las escenas desagradables no lo son tanto ni son tantas, y el guión cojea en demasiados momentos, incluyendo un sobreexplicado y prescindible final, que habría ganado enteros sugiriendo en vez de explicitando.

La diversión sin pretensiones la puso “31” la última película del cantante y cineasta Rob Zombie. Un film vertiginoso con el único propósito de entretener y crear nuevos iconos terroríficos. Me consta que ya existen numerosos tatuajes pululando por ahí con el rostro de Doom-Head, el malo malísimo. 31 aglutina todo el imaginario retorcido, sangriento y polvoriento del Rob Zombie cineasta. Quién, por cierto, se paseó por el festival para presentar la película acompañado de su actriz fetiche y compañera sentimental Sheri Moon Zombie.

Y es que Sitges es un paraíso para los cazadores de autógrafos, un lugar en el que las dos caras de la moneda del cine pasean juntos por la playa y comparten la oscuridad de las salas. Los mitómanos y sus iconos juntos en armonía. A parte de los habituales del panorama patrio e internacional, que no se pierden una edición; y los ya mencionados Rob y Sheri Moon Zombie, este año pasaron por el festival el veterano actor MaxVon Sydow, el icono de la serie B Bruce Campbell, Christopher Walken, la estrella del cine de acción Dolph Lundgren, Paul Schrader o Terele Pávez. Invitados que reciben un premio homenaje, imparten clases magistrales o se relacionan con el público, casi siempre con la mejor de sus sonrisas.

Max Records, el jovencísimo actor que interpretaba a ese pequeño y fantasioso gamberro en “Donde viven los monstruos” también se ha paseado por las pantallas del festival. Records protagoniza “I Am not a serial killer” (su duelo interpretativo con Christopher Lloyd es para quitarse el sombrero). Y es que uno de los muchos aciertos de esta película, adaptación de una novela homónima, es su casting. Con 19 años Max Records demuestra aquí un potencial interpretativo que esperemos no se eche a perder y alguien sepa aprovechar. Lloyd, el doctor Emmet Brown de “Regreso al futuro” desarrolla, con nota, un papel muy lejos de los que nos tiene acostumbrados. Su presencia en la pantalla se hace notar y salva, él solito, algunos momentos potencialmente ridículos. Una buena e interesante película, de la que mejor no decir nada porque es demasiado fácil caer en el spoiler.

El año que viene Sitges cumple 50 años: 50 años acogiendo durante diez días toda esa fantasía y el terror que nos hacen tan felices. Y por supuesto, con las puertas abiertas para aquellos que gustamos de visitar con frecuencia esos lugares donde viven los monstruos.

1 COMENTARIO

  1. Chapó por la explicación de ese sentimiento que sólo los fans, los que vivimos este festival desde hace años, los que lo esperamos durante todo el año, para los que es un respiro de la rutina, del trabajo, de todo…solo nosotros la entendemos en su totalidad. Porque aunque suelas ir al cine cada semana, esto es distinto. A todo lo demás. Porque seguramente nuestros hijos seguirán nuestros pasos (los.míos ya lo estan pidiendo), porque es la emoción contenida que se abre paso cuando llega esta cita. Estupendo artículo.

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