Muy cerca de Nanni Moretti, la ópera prima de Eduardo Falcone, Si Dios quiere, es una comedia que se sitúa en la línea fundada por los padres de la comedia a la italiana: Ugo Tognazzi, Nino Manfredi, Alberto Sordi, Marcello Mastroianni y, fundamentalmente, Vittorio Gassman.

Tommaso (Marco Giallini) es un médico cirujano, cardiólogo. Es ateo y rico. Fue muy de izquierdas en su día, como le recuerda su mujer. Fue a manifestaciones, hizo sentadas, peleó, y ahora vive en un  pisazo, gana una pasta, se ha aburguesado.

Un día Andrea, su hijo,  reúne a toda la familia para hacerles una importante confesión. Tomasso y su mujer piensan que llegó la hora de la revelación tan esperada: es gay. Pero habrá una sorpresa para todos. Lo que el joven quiere decirles es que decidió hacerse cura. Tommaso es un ateo convencido y casi le da un soponcio.  Rápidamente va en busca y captura del padre Pietro (Alessandro Gassman), el supuesto responsable de lavarle la cabeza a su hijo para que abandone la carrera de medicina y se dedique al sacerdocio.

A partir de ahí, Tommaso tratará de desenmascarar a Don Pietro, ya que está convencido de que es un farsante. A Tommaso, su pasado de estudiante comprometido con causas socialmente nobles, su profesión de médico y su educación universitaria no le permiten creer en Dios, y menos en la iglesia católica, a la que considera la institución más oscurantista que hay.

Y aquí empieza el lío. El presunto progre ateo de izquierdas en realidad es un soberbio, intolerante, clasista, prepotente, manipulador, rico y derrochador. Vive en un piso de lujo. Conduce un coche que cuesta una fortuna. Desprecia y humilla a los que trabajan para él. Es un machista.

El católico es solidario, comprometido con las causas sociales, justo. Carece de bienes y de medios de producción y trabaja con sus manos. Actúa en favor de los más pobres. Lleva su compromiso con los más débiles y desfavorecidos hasta el punto de desprenderse de sus propiedades y de la más preciada de todas: de su tiempo. Se forma y comparte sus saberes y habilidades. Vive al margen del sistema bancario Intercambia, recupera, recicla y reutiliza.

¿Quién de los dos es de izquierdas y  quién de derechas?

La película no tiene moraleja. No busca tenerla. El cirujano no se convierte. El cura no se hace ateo. No se obra ningún milagro. La película hace reír mucho. Y hace pensar mucho, aunque ésa, en principio, no era la intención explicita. Es una comedia dramática digna de ver y disfrutar para todos aquellos amantes de la risa bien trabajada. Sin ser una  obra maestra merece la pena. Risas y lágrimas. Cabeza y corazón.

Cuenta que el mundo está lleno de buenas personas. Y algunas no se consideran de izquierdas. Entre el blanco y el negro, hay muchos matices de gris.

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