Shangay Lily: ¿Y quién me protegerá de mis recuerdos?

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Shangay Lily en la Feria del Libro de Madrid.

“A todas las periferias, las benditas periferias que aprendieron a sobrevivir fuera de la norma y expandir así la supervivencia de la especie que les demonizó”.

Shangay Lily “Plasma Virago”

 

Desde esas benditas periferias te escribo, desde esas benditas periferias te echo de menos, te reclamo, te llamo a gritos desde lo más profundo de mis entrañas, para recuperar nuestro espacio, las calles, las esquinas, los oscuros tugurios dónde alzábamos la voz para sentirnos libres, aún siquiera un segundo, para después ocupar nuestro sitio, a base de bofetadas, pedradas, dolor, lucha y sufrimiento. Nos regalaste querida Shangay Lily, las calles, nuestras orgullosas y libres calles, esas que después nos usurpó las garras del capitalismo pintado de rosa, del gaypitalismo, como tú lo denominaste y que denuncias en tu valiente libro “Adiós, Chueca. Memorias del gaypitalismo. La creación de la ‘marca gay’” (ed. Akal/Foca). Tu legado de lucha, un libro esencial.

Te conocí en tiempos difíciles y trabajos precarios, (en el Ambigú, Kirsch), donde yo también me refugiaba. Era entrar y al encontrarte, sentir la libertad; ahí estaba a salvo. Y si así empezó el camino en el que diste sentido a la verdadera y combativa lucha LGTBI de este país, tu trayectoria fue tan explosiva cómo tú. Fuiste pionera en tantos campos, en las noches y en los días, en tu prosa y en tu rima. Fuiste la primera drag queen de este país, creaste la primera fiesta temática gay, el Shangay Tea Dance, y la primera revista gay gratuita, el Shangay Express. También una de las primeras personas abiertamente homosexual en televisión, lo que supuso una enorme visibilidad a la diversidad. Lo tuyo era un activismo, un artivismo, que luchaba por transformar la sociedad, porque como bien explicabas: “Me vestía y maquillaba, no por divertir y entretener, sino por hacer una reivindicación política”, por visibilizar la diferencia, la periferia, lo raro, y sentirnos orgullosas de nuestra propia voz.

Tomo tu libro “Plasma Virago” (Huerga y Fierro ed.) y no puedo por menos que poner aquí el principio de tu poema “Diferente, periferia y raro”, porque habla tanto de ti, de tu lucha que me inspira y da fuerzas:

“Yo hablo para todas las diferencias.

Para todos los que fueron acusados de orgullosos,

Soberbios, radicales, por no querer esconder

su desacuerdo.

Yo grito para los que son periferia.

Alejados en su pureza del putrefacto centro.

Lejos ya de la masa apelotonada por encajar en

sus márgenes declarados.

Supervivientes en los extremos olvidados de

sus jerarquizados círculos concéntricos.

Yo suspiro para los raros.

Los que sobresalen del rebaño mimético.

Los que se resisten a sus etiquetas hegemónicas.

Esos que no dan la información categórica a simple vista.

Yo proclamo nuestra disidencia, nuestro gesto

nuestro desafío, nuestro desintegro.

No comemos en sus abrevaderos, no enfilamos

sus mataderos, no borramos nuestras aristas.”

 

Vienes a mí Shangay para azotarme la conciencia, para no desfallecer ante las adversidades y para recordarme la obligación de reconstruir los pilares fundamentales de nuestra lucha LGTBI: comunidad, activismo y compromiso. Porque como dices en tu libro Plasma Virago:

¿Quién me protegerá de mis recuerdos?

¿Quién detendrá este permanente asedio de lo que

hice o no he hecho?

Y siento que es mi deber decirle al mundo entero quien fuiste, quien eres, quien serás. Me aferro, para aprender más de ti, a esa Paloma nuestra, –ya también un poco mía– querida Paloma mensajera en la que confiaste.

Reclamo, no sé hacerlo ni quiero de otra manera, a los perdedores, los que fueron abandonados y cambiados como monedas al capitalismo y no paran ni un segundo en valorar el sacrificio, el sufrimiento, las heridas, que dejaron entre tantas personas comprometidas y valientes como tú.

Porque no está todo conseguido, porque la normalización no va en carrozas, ni app’s, ni en creernos el triunfalismo que nos quieren vender, con medidas tales como el matrimonio igualitario, cuyo mensaje que nos trasmitió fue, “ya está todo conseguido, podéis iros a casa”.

Mientras haya una sola persona que sufra en sus carnes el aislamiento, el odio, la pedrada, por su condición, orientación o identidad sexual, es nuestra obligación estar ahí, al pie del cañón, activar los mecanismos que el capitalismo nos desactivó.

Por eso quiero compartir tu obra, que siempre me acompañará y recordará que dar sentido a nuestras vidas es “Encadenar Derrotas”, aquí dejo un breve trozo extraído de Plasma Virago (Huerga y Fierro, ed.),

Encadenar derrotas es haberlas superado

y poder sumar.

Encadenar derrotas es abrir nuevos caminos que otros

más cobardes usarán.

Encadenar derrotas es haber ganado a tu manera.

Conseguir derechos, sin pisotear cómo nos dirige el capitalismo y el sistema heteropatriarcal desde la decencia, la solidaridad y la dignidad, así a nuestra manera. Volveremos a encontrarnos querida Shangay, siempre presente.

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