Shangay lily ante el medallón de Franco en la Plaza Mayor de Salamanca justo antes de escupirle en nombre de los homosexuales, las mujeres, y todas las personas represaliadas.

Desde hace tiempo tengo una gran amiga que se llama Carmen a la que intentaba demostrar cuanto la quería y siempre que estábamos juntos le hacía la misma promesa.

  • Carmen, cuando sea muy mayor haré un fantástico viaje contigo.

Y Carmen siempre me preguntaba lo mismo.

  • ¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí?

Y Yo le contestaba:

  • Haría cualquier cosa.

Pero no se me ocurría nada que pudiera dejar con la boca abierta a mi querida amiga.

Quise decirle “robaré una estrella para ti” pero sin saber por qué, delante de mí apareció un cartel con la imagen de Shangay y como una agradecida inspiración le dije.

  • Te llevaré a que conozcas una persona que lo es todo.

Allí en el Shangay Tea Dance conocimos a un ser casi perfecto.

Feminista, gay, ateo, comunista, escritor, artista y activista. ¿Se puede ser más?

En los últimos 20 años fue avanzando en conquistar espacios propios y ajenos, colaborando con numerosas iniciativas más allá de las puramente reivindicativas. La cultura –el arte, su arte– fue su principal arma, unida a una imagen rompedora, progresista y desbordante. Un poco en la línea de otras figuras de la Transición y la Movida, siguió una trayectoria rotunda y arrolladora, imposible de encasillar. La idea de que cada persona es única y debe seguir su camino, poniéndose al mundo por montera, fue una constante en su pensamiento, incluso cuando ello le traía problemas.

Su nombre ha quedado grabado en el corazón de todos los que colaboramos con él, en cualquier frente, pero, por encima de todo, se había convertido en una voz crítica dentro de la comunidad LGTB (lesbiana, gay, transexual y bisexual), sobre todo lo que podemos denominar “fenómeno de Chueca”, al que el artista/activista (de ahí el nombre de su blog, Artivista) reprochaba su mercantilización y una especie de banalización de las libertades conseguidas después de décadas de lucha de héroes como el suyo.

La segunda vez que me lo encontré no pude contenerme en abordarle. Fue en una de las múltiples marchas contra la indignidad, que acababan en Sol y allí muy cerca del kilómetro cero hablé con él y le propuse su colaboración con AMAL- Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores.

Siempre que se le llamaba para cualquier acto allí estaba… incondicional y dando lo mejor de él.

Una colaboración inolvidable fue cuando conseguimos reunir a un millar de personas en el auditorio Pilar Bardem de Rivas en un homenaje a los Maestros Republicanos que organicé yo. Shangay con Leo Bassi y otros colaboradores tuvieron extasiados durante tres horas a un público entregado.

El mundo fue un lugar mejor con Shangay Lily. Creador valiente, activista comprometido, singular y honesto.

Modelo de compromiso para con lo marginal, Shangay luchó desde muy diversos ámbitos del activismo social, ateo, solidario, queer, gay y feminista. Fue ante todo un cuerpo disidente y pionero en muchas de sus reivindicaciones. Una luchadora o luchador, da lo mismo, que, en palabras de quienes eran sus amigos, enseñó a muchas mujeres y hombres a reivindicar sus derechos. «Tuvo que venir el maricón a decirnos cómo ser feministas» evocaba provocativa, en el acto homenaje que se celebró el pasado 11 de abril con motivo del aniversario de su fallecimiento, la periodista Cristina Fallarás. Y no es para menos, si por algo se caracterizó Shangay es por su capacidad de análisis y por su lucidez, siempre en la vanguardia de la lucha feminista, de todas las luchas y siempre dispuesta a poner voz a lo marginal en sus apariciones siempre sorprendentes. «¿Quiénes hemos podido ocupar los espacios mediáticos? Muy sencillo, las que no molestamos lo suficiente, si de verdad lo hiciéramos no estaríamos ahí», se preguntaba y respondía la periodista, para terminar con un contundente: «Yo aspiro a ser Shangay».

Yo también.

Shangay se encontraba con más fuerzas y con más ganas que nunca de seguir en primera línea amando y creando, con toda la energía puesta en su libro póstumo “Adiós, Chueca”, libro que hoy inicio su segunda lectura, donde narra desde los orígenes del barrio de Chueca a la marca gay que denuncia sin piedad en el capítulo “Orgullo gay o marca gay”.

Su resistencia ante el mal no fue suficiente y su cuerpo regresó a su origen… pero la vida es un préstamo del que disponemos en el espacio-tiempo, hasta que nos piden su devolución… pero lo importante es la traza que dejamos en el caminar que dura ese préstamo y ¿se puede supera a la que nos ha dejado Shangay?

La lucha continúa amigo y yo te acompañaré.

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