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Ser adoptado, ¿es igual a ser diferente?

Miguel Ángel Ignacio Cubero
Miguel Ángel Ignacio Cuberohttp://psignaciocubero.wix.com/psicoengranaje
Psicólogo. Máster en Psicología Clínica de Adultos y Experto en Dirección de Recursos Humanos y Orientación Profesional y Mediación Familiar.
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análisis

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¿Son las niñas y niños adoptados diferentes a los demás? ¿Tienen más o menos problemas que los niños que han permanecido con sus familias de origen? ¿Tienen un desarrollo social y mental normal? 

Haciendo un brevísimo repaso histórico nos daremos cuenta de cómo cambiaron los procesos de adopción en el último cuarto del siglo pasado. Mientras que en los años de postguerra las adopciones se basaban en una especie de «quiero un niño»-«pues aquí tienes uno», sin que mediara una mínima evaluación psicosocial de los padres y del entorno en el que el niño se iba a criar; con el paso de los años se fue refinando el proceso de adopción que, hasta tiempos bastante cercanos, estuvo en manos de instituciones de tipo religioso – todo ello dejando de lado el caso de los niños robados que tan popular se ha hecho en los últimos años.

En la actualidad, un proceso de adopción es muy largo y exige en los padres adoptantes constancia y muchas habilidades para saber contrarrestar los reveses que pueden llegarles, así como para superar las innumerables valoraciones psicológicas, sociales, económicas,… por las que tienen que pasar.

Además, un gran número de famosos se han ido apuntando al carro de la adopción. Angelina Jolie, Brad Pitt, Madonna, Katherine Heighl, Charlize Theron, Sandra Bullock, Hugh Jackman,… son algunos de esos nombres que dan a conocer esta posibilidad al mundo.

Pero, una vez que ya tenemos al niño con sus padres adoptivos, ¿habrá alguna diferencia en su desarrollo psicológico, emocional y comportamental?

Varias investigaciones cogieron, como muestra para su estudio, el total de personas que acudían a un servicio de salud mental para ver si procedían de familias de adopción o no. De dichos estudios, se extrajo la conclusión de que comparando adoptados con no adoptados, los primeros tenían el doble de probabilidad de acudir a un servicio de salud mental.

Entre los problemas más comunes que presentaban los pacientes provenientes de una situación de adopción estaban: conductas hostiles, agresividad, conductas de oposición a los demás, conductas antisociales y problemas de atención o hiperactividad. Además, en niños había también un rendimiento académico menor (aunque éste también podía ser provocado por el resto de problemas conductuales).

Sin embargo, al usar una muestra general (no sólo con personas que hubieran acudido a un servicio de salud mental) parecía que no existían diferencias significativas entre personas que han sido adoptadas y las no adoptadas, lo que sí cambiaba cuando la comparación se hacía con personas que habían permanecido institucionalizadas. Estas últimas, sí mostraban más problemas de tipo psicológico y social.

Brodzinsky, Schechter, Braff y Singer (1984) llegaban a la conclusión de que los adoptados no muestran patologías importantes, sino que muestran conductas ligéramente más extremas que los no adoptados.

Por su parte, Bohman y Sigvardsson (1990) nos decían que en la adultez, los hijos adoptivos muestran un desarrollo sano y comparable al de los hijos biológicos, incluso los que habían mostrado algún área problemática en su niñez.

Y ya en nuestro país y más concretamente en AndalucíaYolanda Sánchez y Jesús Palacios (ambos profesores de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla) realizaron un estudio en el que comparaban a los hijos adoptivos con sus compañeros de clase actuales, pero también con los que lo hubieran sido si hubieran permanecido en su entorno de origen. Hicieron esto comparando el rendimiento académico, la autoestima y los problemas de conducta. [Palacios y Sánchez (1996)]

Lo más significativo es que la autoestima de los niños y niñas adoptados suele ser más alta, sobre todo en edades por debajo de los 8 años (y especialmente antes de los 6 años). Por otra parte, en cuanto a rendimiento académico y conducta, no había diferencias significativas.

Respondiendo a las preguntas del principio: NO, los adoptados tienen un desarrollo normal a lo largo de toda su vida, no mostrando diferencias con otros niños. Si bien, ésta no es la única variable que influye en el desarrollo de la persona; nos encontraremos factores biológicos, sociales, ambientales,… que influyan en el posible desarrollo de una patología.

Así, variables como el que la adopción sea nacional o internacional, la diferente raza entre padres e hijos adoptivos o la existencia de hijos biológicos, puede influir en el adoptado si estos temas no se tratan con la suficiente normalidad.

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