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Santa Fiesta de Maltrato animal

Rafael Luna
Rafael Luna
Veterinario, etólogo y simpatizante de EQUO
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análisis

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Universalmente somos conocidos en España por ser fiesteros y santeros. No tengo nada en contra, también me gusta la fiesta y respeto la fe de mis mayores, como diría Antonio Machado.

En España, incluidas Ceuta y Melilla, las Islas Baleares y las Islas Canarias e islote Perejil se puede ir a misa y de fiesta a la vez. Pero particularmente somos mundialmente conocidos a lo largo y ancho de este Planeta por tener un catálogo de fiestas donde se utilizan como parte primordial de las mismas un animal o varios con el único objeto de divertir al ser humano, sea este denominado paisano local, visitante, turista o extranjero.

Todas estas fiestas están fuera de las leyes vigentes de protección de los animales con distintas competencias en las administraciones públicas a nivel autonómico o estatal. Todas están en un grado de excepción, en disposiciones adicionales de las normativas que los regulan. No porque se usen seres vivos especialmente protegidos por ser únicos e irremplazables en nuestra diversidad faunística; no porque no hayan sido considerados animales ni el espectáculo que va a celebrarse con ellos sea ilegal; no porque la Iglesia en cuyo nombre se celebra la fiesta haya dicho que maltratar un animal para divertirse está falto de compasión, ética y moral aunque el Santo Padre si sostenga que hacer sufrir a un animal es denigrar la Naturaleza del hombre y su Medio Ambiente; no porque la sociedad del siglo XXI las contemple como algo anacrónico, sin justificación alguna; no porque la ciencia haya demostrado hace tiempo que los animales padecen y sufren de una forma muy similar a la nuestra. Todas ellas son declaradas Fiestas de Interés Turístico a distintas escalas administrativas o se camuflan entre los reglamentos de Festejos Taurinos Populares como de tradición acreditada. Otra maniobra de las administraciones públicas para hacerlos legales es permitirlos solamente para que no se pierda una determinada raza pero, en estos casos, no pueden realizarse con público ni mucho menos en fiestas.

La panoplia de animales utilizados en estos festejos es muy amplia, desde mamíferos a aves en variedad de especies y razas. Algunos son domésticos y otros salvajes. Ejemplos de ello son caballos, cerdos, conejos, cabras, gallinas, pavos, ocas y patos, palomas, burros, vacas y toros entre otros. A nadie se le ocurre usar para fiesta un lince o un lobo, a estos se les dispara con armas de fuego para diversión.

Especialmente como si se tratara de una carta de los tan famosos “pintxos” de los bares de Navarra y País Vasco el bovino doméstico y, en particular, la raza toro de lidia en sus diferentes edades y sexos es en el Estado Español cordón de oro, estrella Michelin o Copa del Mundo de fútbol por hacer una comparación para que la gente me entienda. Tenemos, toros enmaromados, ensogados, de fuego o embolados, con antorchas, a la mar, al carrer, encierros; con denominación de origen como Medinaceli, Coria, Paiporta, Tordesillas, Carcabuey, Beas, El Viso, Pamplona, etc… A cualquier hora del día o de la noche, en cualquier estación del año y eso sí bajo la tutela del patrón o patrona de la ciudad que los acoge en Santa Fiesta.

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