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Sangre fría

Juan Fernández
Juan Fernández
Guardia civil destinado en la unidad de Tráfico de Tenerife, es el secretario de comunicación y portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), mayoritaria en la Guardia Civil. Ingresó por vocación y pronto se convirtió en un luchador ingénito en la defensa de los derechos de los y las guardias civiles, para conseguir el cambio hacía una Guardia Civil plenamente democrática y del siglo XXI. Actualmente desarrollando el Trabajo Fin de Grado de Sociología, por la universidad de La Laguna, en la realización de un estudio sobre la percepción de ciudadanía de los guardias civiles y su relación con la sociedad.
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análisis

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Desde luego hay que empatizar muy poco o nada con la vida para asesinar a tres personas e intentarlo con otras dos, y no mostrar el más mínimo arrepentimiento. Me refiero a Norbert Feher, conocido con el apodo “Igor el Ruso” quien matara a sangre fría a los guardias civiles Víctor Romero Pérez y Víctor Jesús Caballero Espinosa, y al ganadero José Luis Iranzo, tras herir con arma de fuego anteriormente a otros dos vecinos de la localidad de Albalate del Arzobispo.

Todos estos asesinatos, tanto los consumados como los realizados en grado de tentativa, fueron perpetrados sin mediar palabra, sin dar oportunidad a defenderse, sin móvil aparente para el crimen.

Pero no es sobre este presunto psicópata sobre el que quiero centrarme, sino en los guardias civiles que han participado en el operativo para su detención y puesta a disposición judicial, para con ello salvaguardar la convivencia y disfrute de libertad de los vecinos de la zona.

Ellos, quienes participaron en el operativo, incluso presentándose de manera voluntaria en sus unidades, alguno de ellos encontrándose de vacaciones, no dudaron en ponerse el uniforme y salir a buscar un asesino que se encontraba en paradero desconocido.

Para tranquilidad de todos el “sospechoso” fue rápidamente capturado. Pero ahí viene otra característica de esta profesión que pocos pueden llegar a comprender. Una vez detenido “Igor el Ruso” toca estar a su lado, mirarle cara a cara, a los ojos, ver cómo esa noche durmió calentito, con mantas, con sus correspondientes comidas que eran traídas por los guardias civiles que esa noche, y los días siguientes, estaban de servicio, como podría haber sido el caso de Víctor y Víctor Jesús, pero ellos ya no podrán, ya nunca más volverán a vestir el uniforme que tanto sacrificio les costó conseguir, y del que tan orgullosos se sentían. “Igor el Ruso” acabó con sus vidas, y ahora él está siendo atendido por las personas que visten el mismo uniforme.

Jamás me he encontrado en una situación similar, pero sí que son muchos los compañeros que han pasado por estas situaciones: etarras, maltratadores, proxenetas, etc… que son llevados y tratados dignamente hasta y durante su puesta a disposición judicial. También llevará una vida, este delincuente, igual de atendida cuando ingrese en prisión, si finalmente es probada su culpabilidad.

Estas son las normas, y los agentes de la autoridad los encargados de cumplirlas y hacerlas cumplir, pero desde luego hay que estar preparado para vivir situaciones así y al finalizar el servicio y llegar a casa, cuando tu familia te pregunta qué tal el día, contestar con un “bien, ya sabes, como siempre cariño.”

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