Reikiavik tampoco puede desaparecer

El autor nos presenta su libro, publicado en Ediciones Atlantis

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La idea de escribir “Reikiavik tampoco puede desaparecer” surgió como un cambio de perspectiva relacionada con ciertos convencionalismos sociales como el amor, la felicidad, el sexo o el suicidio, que la sociedad nos transfiere de una forma irracional y automatizada. Desde la infancia nos explican, y prácticamente nos “imponen”, un modelo sobre cada uno de dichos aspectos que, lejos de una finalidad proteccionista, lo que consigue es una nostalgia cargada de decepción una vez nos enfrentamos a nuestro primer amor, o una felicidad más compleja sin que esta coincida, por supuesto, con la que se aprecia en las películas de “Hollywood”. Entonces, es en ese momento cuando uno se pregunta, ¿dónde están aquellos finalices felices y aquellas relaciones en las que la felicidad rebosa por todos lados? Por suerte, eso no existe. Y te das cuenta de que el amor es algo duro, atroz, feroz y por supuesto, también algo extraordinario. La relatividad de lo que hace que sigas adelante es tan variable que incluso lo que se cree que te empujaría irreversiblemente hacia un callejón sin salida, hace que continúes en pie, como sucede con Ian, el protagonista de la novela. Cualquiera desde fuera diría con toda seguridad que después de la ruptura con Carla, Ian tiene una vida de mierda y sin embargo, esa caída libre permanente es la que hace que encuentre sentido a todo lo que le rodea.

Por otra parte, siempre me ha parecido atractiva la imagen de alguien que lo pierde todo, y a partir de ahí, intenta recomponer lo que queda para avanzar o simplemente quedarse en algún lugar al margen los convencionalismos comentados anteriormente.

De esta forma, “Reikiavik tampoco puede desaparecer” es una novela con un lenguaje directo y explícito, y con una narración que a través de frases cortas hace que exista una “velocidad” constante que facilita una lectura rápida y amena.

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