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Refugiadas acechadas por el machismo

Francisca García Algarra
Francisca García Algarra
Escritora, poeta, crítica literaria. Formación académica en Filosofía. Perita titulada en grafología documentoscopia y psicografología. Análisis textual lexicológico, semántico, de trazos y estético. Autora del libro "Bahía de un cuerpo"
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análisis

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Cae otra tarde, una de tantas, en el campo de enjaulados.
Baldía tierra donde los puñales que afila el tiempo devastan con mayor rapidez las escasas defensas de cuerpos prematuramente envejecidos, corcovados por el maltrato, la angustia y el frío.

Las miradas de los niños traspasan lo que ven sin acabar de comprenderlo; ellos, sin embargo, son los que mejor intuyen que la igualdad entre personas es lo natural y anterior a la propia realidad.
Diez mil niños robados.
Quién está en connivencia con las mafias.
Venta de riñones y a saber qué más, a cambio de un pasaje para la «prosperidad»,  la misma que se ensaña y comercia con ellos.
Desierto de mercaderes, la esclavitud ha vuelto.
Europa no tiene nada para los desfavorecidos, sólo desprecio.

Huyen de la catástrofe de una estremecedora guerra que dura años.
¿ Acaso no lo han hecho los europeos antes?
Desmemoriado y viejo continente que transforma el deseo legítimo de paz en parameras del odio.

Lo peor, como siempre, lo sufren las mujeres y las niñas, ya que soportan directamente patriarcados atroces.
Sus cuerpos se violan y se venden cada día por los esbirros del espanto en esas cárceles de espinos metálicos, o si no, por cualquier tirano machista que pase a su lado.
Sólo ven en ellas una triste vasija donde escupir sus sucias contingencias.
Su humillante vejación es moneda de cambio en las fronteras, los puertos y en todos los lugares donde los perversos moren.

Siempre al acecho con su inmunda y venenosa ideología machista.

Ellas paren, en el fango del tumulto y la desolación, hijos que nacen ya descartados como personas por la  UE y sus acólitos feudatarios.
Otras abortan debido a la debilidad o a la desesperanza o, quizá, porque la misma vida allí no quiere estar ni existe cobijo que la alumbre.

Quién iba a decirles que conocerían en primera persona el infierno, ese que a través de la historia los humanos han decorado y construido ad hoc para que lo más débiles lo sufran.

Europa no es un ideal porque no es una idea, es, sin lugar a dudas, cada una de las decisiones que toma y sus consecuencias.
Europa es lo que hace.
Nada, por tanto, de lo que estar orgulloso.

La ética y la compasión son misterios sin resolver  para la UE.

Como inapelable ley de vida, recogerá lo que siembre.

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