En el Madrid de los años 40, mientras el pueblo español luchaba por sobreponerse a una sanguinaria e inhumana Guerra Civil que enfrentó durante tres años (1936-1939) a familias enteras, por el mero hecho de comulgar con ideas políticas dispares, el bando militar capitaneado por Francisco Franco se hizo con el poder de todo un país sometiéndolo a una dictadura fascista que duró 36 años.

Un largo mandato que, desde su inicio, no estuvo exento de espionajes y conspiraciones, por parte de Alemania, Reino Unido y el sector más crítico de su gobierno; amén de varios intentos de atentados a varios ministros del gobierno del Caudillo y hacia su propia persona, perpetrados principalmente por algunos de sus militares falangistas.

Sin embargo, y para evitar la debilidad existente del régimen franquista, Franco no dudó en manipular todos esos hechos u omitirlos bajo la censura que imperaba en aquella época. Incluido el adulterio, que a pesar de estar permitido y bien visto entre la clase más alta de la sociedad -eso sí, con la discreción como prioridad y única ley no escrita-, siempre ha estado rodeado de un morbo envuelto en un halo burlón y de habladuría sin parangón.

Y es en este apartado donde surgió el culebrón más escandaloso de la posguerra, el cual hizo tambalear los cimientos del recién instaurado régimen franquista y que fue protagonizado por María Sonsoles de Icaza y de León y Ramón Serrano Suñer, cuñado del Generalísimo al que le costó su puesto en el gobierno. Pero, ¿qué fue lo que paso realmente entre ellos? ¿Fue una historia de amor prohibido o un affaire imprudente, peligroso, consentido y camuflado por todos, cuyas consecuencias y engaños causaron un daño irreversible?

Perteneciente a la nobleza española Sonsoles, la hija menor de los aristócratas Francisco Asís de Icaza -poeta y embajador mexicano- y Beatriz de León y Loynaz -sobrina de los marqueses de Esquilache-, contrajo matrimonio con Francisco de Paula y Díez de RiveraMarqués de Llanzol y 24 años mayor que ella-, para solventar así los problemas económicos por los que atravesaba su familia tras la muerte de su padre.

Aunque en un principio el Marqués de Llanzol estaba predestinado a contraer matrimonio con Beatriz, la hermana mayor de Sonsoles, el aristócrata no pudo evitar enamorarse perdidamente de la hija menor de Francisco y Beatriz y no cesó en su empeño hasta casarse con ella. Los marqueses de Llanzol tuvieron cuatro hijos: Sonsoles, Francisco, Antonio y Carmen. En realidad esta última fue el resultado de la aventura extramatrimonial que su mujer mantuvo con Ramón Serrano Suñer., aunque la reconoció legítimamente como suya y crió como tal.

La Marquesa de Llanzol se caracterizaba por ser una mujer guapa, esbelta, cosmopolita, inteligente, clasista, autoritaria, contestataria, caprichosa, altiva y de carácter fuerte. Cualidades que, junto con su 1,75 metros de altura, la llevaron a convertirse en la musa y confidente del diseñador español Cristóbal Balenciaga; el cual le confeccionó más de 500 modelos entre vestidos y ropa de cama. Gracias a su elegancia y estilo moderno a la hora de vestir, Sonsoles no solo logró destacar entre la alta sociedad española como una mujer imponente y glamurosa sino que también la rebautizaron como Sonsoles de “Icaza y pesca” por sus supuestos deslices amorosos.

 Por su parte, Serrano Suñer era un hombre apuesto (no en vano se le conocía por el sobrenombre de “Jamón Serrano”), poseedor de una mirada cautiva e inquietante, frío, intrigante, oscuro, calculador, impasible, desconfiado, muy inteligente, de carácter indomable, y, por encima de todo, un seductor empedernido.

Abogado de profesión, contrajo nupcias con Ramona ”Zita” Polo, hermana de Carmen Polo con quien prácticamente no articulaba palabra, pues consideraba que su cuñado era más temido y perspicaz que Franco. Fruto de su matrimonio nacieron seis hijos: Fernando, José Felipe, Francisco, Jaime Javier, María del Pilar, y Ramón Serrano-Suñer Polo.

Íntimo amigo de José Antonio Primo de Rivera y con una ideología nazi que día a día se afianzaba más, no ocultaba su admiración hacia Hitler y Mussolini.

Mano derecha del “Generalísimo”, llegó a ocupar los cargos más importantes del gobierno de la dictadura (Ministerio de la Gobernación, Ministerio de Interior y Ministerio de Asuntos Exteriores) durante los cuatro años que permaneció en el régimen hasta su destitución del mismo, en 1942.

Durante su etapa como político, Ramón no sólo se encargó de controlar e instaurar la censura en los medios de comunicación, a través de la denominada Ley de Prensa e Imprenta; sino que, además, creó un sinfín de leyes y fue el promotor de la División Azul así como el artífice del encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya, y el de este con Mussolini en Civitavecchia.

Su fascismo radical y la germanofilia desmedida que tenía tan arraigada fueron suficientes para que Ramón se empeñara en querer adentrar a España en la II Guerra Mundial como un aliado sólido de la Alemania nazi. Una obsesión que, finalmente, se vio truncada por intereses políticos dispares.

Sin embargo, no fue hasta 1942 cuando la figura pública de Ramón Serrano cayó en declive. (Continuará)

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