Concepción Espejel Jorqueras, la presidenta de la sección segunda de la Sala de Lo Penal de la Audiencia Nacional, se está convirtiendo, poco a poco, en el verdadero poder fáctico de la Justicia española. Se habla, incluso, de que alcanzará un cargo relevante en un hipotético futuro gobierno de Rajoy, “apadrinada” por su amiga y gran valedora, María Dolores de Cospedal, quien dijo de ella, en el transcurso de la imposición de la Gran Orden de San Raimundo de Peñafort, que “haber participado en este acto créanme que para mí es un honor y un privilegio. Es el acto de reconocimiento y de homenaje a una gran mujer, pero también a una gran jurista que ha acumulado muchos e importantes méritos en su carrera. No solo ha velado siempre por el correcto ejercicio de sus funciones que como juez le corresponden, sino que, además, Concepción Espejel —que para todos es Concha y lo va a ser siempre— ha tenido un compromiso firme y una vocación profunda con la dimensión más social de la administración de justicia”. Más jabón imposible.

Concepción Espejel, que iba a presidir el tribunal que debe juzgar la primera pieza separada del Caso Gurtel, fue recusada por varias acusaciones particulares y tuvo que renunciar, muy a su pesar. Su último enredo ha tenido lugar en la designación por parte del Consejo General del Poder Judicial, del magistrado que ocupará el puesto vacante en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que preside Fernando Grande Marlaska. La comisión permanente del CGPJ tuvo que elegir entre Joaquín Delgado, favorito, que contaba con los apoyos de Grande Marlaska, y del presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro. Su principal oponente era Ricardo Rodríguez, que contaba con el apoyo de Concepción Espejel. Esta maniobró lo suficiente como para crear cierto clima polémico en el seno de la comisión permanente del CGPJ. En esos casos, Carlos Lesmes suele optar por una solución salomónica: ni uno ni otro. Un tercero, en este caso, la magistrada de la Sección Tercera de la Audiencia de Cádiz, Ana María Rubio. Espejel no se salió con la suya pero tampoco permitió la inclusión de Delgado de quien uno de los vocales del CGPJ llegó a decir “cualquiera menos él”.

Concepción Espejel es famosa tras su paso por la Audiencia de Guadalajara por haber interferido en el sumario del incendio Riba de Saelices, donde murieron 11 personas. A Espejel se le metió entre ceja y ceja que había que procesar a altos cargos de la Junta de Castilla-La Mancha, entonces gobernada por el PSOE cuando estaba claro que el responsable era un excursionista que había encendido fuego en una zona prohibida. Espejel llegó, incluso, a forzar, a través del Consejo General del Poder Judicial entonces dominado por el PP, el traslado de la jueza de Sigüenza instructora del caso, de una manera que fue calificada, en su día, de “irregular”, por “contraria a la Ley”. En cualquier caso, el Supremo puso las cosas en su sitio al exonerar de responsabilidad penal a los altos cargos de la Junta que gestionaron la extinción del incendio.

Con muy pocos votos, menos que sus compañeros, fue designada vocal del Consejo General del Poder Judicial. En su mandato, hay una “perla” judicial provocada por su voto particular a la propuesta de informe elaborado por la comisión de estudios e informes del Consejo General del Poder Judicial sobre el anteproyecto de Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción del embarazo. La famosa reforma de la Ley del aborto de Zapatero que, debido a las divisiones internas en el PP, acabó en la papelera, y su principal valedor, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, dimitido. Por supuesto, el “voto particular” de Espejel merece todos los calificativos posibles en el sentido de ir mucho más allá de lo que se especificaba en un proyecto ya de por sí retrógrado.

Y hay muchas más anécdotas sobre Concepción Espejel, ahora candidata a ocupar un alto cargo en el nuevo Gobierno de Rajoy si es que éste logra alzarse con la investidura. Alto cargo que va de secretaria de Estado para arriba.

 

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