¿Quién es “kafir” y cómo combatirlo?

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Existen, reconocidas en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), dos acepciones del viejo término “kafir”, en plural “kufar”, en su versión actual en la península ibérica, de “cafre”: “bárbaro y cruel” y “zafio y rústico”. Hace falta, quizás, para entender el origen de la extensión del término, imbuirnos en las historias personales de aquellos seres humanos que vieron invadidas sus casas y poblaciones por aquellos “cafres”, que violaban a las mujeres, quemaban sus Alcoranes y demás libros cultos, ya estuvieran en árabe, en latín o en griego, y les desposeían de sus propiedades, además de obligarles a abrazar una fe que no entendían, para convertirles en “jornaleros” y “jornaleras”, a los que se les prohibió el acceso a la escritura hasta el siglo XIX, y que, por un mendrugo de pan que llevar a sus casas, pasaban el día en los latifundios de los “señoritos” haciendo milenarios a sus antiguos olivares.

Pero lo cierto es que la palabra perduró, pasando del sur al norte, no para designar la religión de nadie, sino su comportamiento. Una traducción literal del término proveniente del árabe clásico, según la RAE, “kafir”, es el “bárbaro y cruel”, mientras el “zafio y rústico” pudo surgir, al parecer, como respuesta a su utilización por los invadidos, para designarles, aunque también pudiera tener el mismo orígen, porque se concentrasen, en los mismos individuos invasores, ambos conjuntos de cualidades, propias de unas costumbres diferentes, en comparación con la sociedad andalusí en la que no existía el feudalismo, ni ese tipo de convenciones en el trato personal, ni la represión cultural e ideológica, aunque tampoco buena disposición para participar en una confrontación que la perdieron, ellos y sus descendientes, pero también sus ancestros al perderse su conocimiento.

El diccionario “Términos claves del islam” define así el término árabe “kafir”: “es fundamentalmente alguien que tiene una postura activa en la destrucción del mundo, y lo hace ocultando (que eso significa en árabe kafara) su belleza y su verdad, ocultando la relación que los seres tienen con lo que los mantiene en la existencia, en una acción deliberada y consciente.”. Pero la traducción actual de cafre no deja de ser la más adecuada para el término kafir, sobre todo si la introducimos en el contexto de su generación, como designación de aquellos que cometían barbaridades y crueldades, y cuyo comportamiento clasista, posiblemente, resultara zafio y rústico, en comparación al grado humano de cercanía que contenía y contiene el trato “andalú”.

“Kafir” es toda persona bárbara y cruel, que hace daño deliberadamente, “para que aprendas” o “para que te enteres” de quién manda “aquí”, ya se diga en el ámbito doméstico, en el laboral, al borde de una cuneta o en la plaza del pueblo, ante doscientos ojos empañados en lágrimas. Lo hicieran “de siempre”, o que esta misma noche sea “la primera vez”. Y la mejor forma de combatirles es con el trato humano: no siendo cafres.