Soy al que pediste el voto en campaña. El que es autónomo y tiene dos hijos.

Primero de nada, decirte que estoy pasando un rato muy agradable junto a la tele y los periódicos, en este trocito de tiempo en el que nuestros espacios de interés se rozan y tus propuestas, tus conversaciones “trascendentales” y la música de las declaraciones de tus compañeros de partido me invaden hasta las redes sociales.

¿Sabes? He alucinado un poco al darme cuenta de que no se en qué momento de tu vida pasate de estar aquí a estar ahí: de ser el vecino a ser “el señor diputado”, de ser el que va con los amigos a ser el que va con los asesores.

Pero no te escribo por nada de eso. Te escribo porque me gustaría decirte que me he fijado en ti. Te he visto y no he podido evitar verte.

Te he visto ser el último en quitarte la venda.

Te he visto ponerte detrás de todo el grupo, disimuladamente, y desdecirte de lo pronunciado en campaña cuando creías que nadie te escuchaba. Pero yo te oí. Nadie te escuchaba, pero te oí.

Termino ya de parafrasear el famoso texto de Jessica Gómez, dirigido a la chica del bañador verde que tanto nos ha motivado y sirva como homenaje esta reconversión política, inspirada por la sinceridad con la que hablaba a esa mujer, que imagino ya guarda el bañador como oro en paño, recordatorio constante de lo absurdos que son o deberían ser nuestros complejos.

Desgraciadamente, el final de esta carta no puede seguir la misma línea porque el político de traje oscuro sí es responsable de la desilusión que genera. Es responsable de la desconfianza, de estar tan lejos y de no tener claras las prioridades.

En formato misiva le diría “que decida cuál es su prioridad y nos la haga saber”, que no crea que seguimos en campaña -aunque probablemente estemos en la previa de la tercera- y sea sincero.

Que no me diga que es “por España”, porque de ser así no habría partidos. Si todos pensáramos que “por España” sólo se puede hacer una cosa no propondríamos alternativas. Yo, por ejemplo, creo que “por España” lo que hace falta es que no gobierne Rajoy, mientras que Rajoy piensa más bien lo contrario.

Tampoco me sirve un “lo que quiera la gente” porque me pasa un poco lo mismo que con “España”. Miren si será por gente, que más de 7 millones votan al PP y más de 5 a Podemos… Además nuestra parte se agotó y por partida doble. Ya hemos votado y salvo que tengamos que votar en otras terceras, lo que quiere la gente es lo que ha salido. Apáñense con eso o convoquen las terceras para ahorrar tiempo.

El caso es que, como escribía Jessica, “me he fijado en ti”. Yo y todos. No hemos tenido tampoco mucha más opción, dado el acaparamiento televisivo de estos meses. Así que sabemos lo que dijiste, lo que decías, lo que luego dices, lo que volviste a decir y lo que no dijiste nunca más. O “por ahora”, como titulaba hace poco un periódico de tirada nacional.

“Me gustaría poder decirte que tienes una preciosa oportunidad y que es una pena que estés tan preocupado por mantener un sillón.

Me encantaría decirte que ojalá te vieras con los ojos de cualquier trabajador español porque entonces te darías cuenta de lo mucho que merece la pena ser valiente, incluso por ti mismo.

Me gustaría poder decirte que la persona que algún día te vote no confiará en el político que dices ser en campaña, sino por lo que fuiste antes y por lo que realmente eres. Cada acción, cada manifestación en las calles, cada artículo de opinión, cada tertulia en la que defendiste a quien más lo necesitaba, cada compromiso cumplido.”

Y sí, te lo digo porque te he votado. Por eso puedo pedirte que recuerdes que ya no es tu momento, es el momento en el que nos representas a todos, es nuestro momento. Hagas lo que hagas debes hacerlo por nosotros, no por ti.

Si no sabes qué hacer no hagas nada. Pero vete. Deja paso a otro y nosotros veremos si le votamos o no.

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