La gerontofilia es una filia mucho más común de lo que se cree pero muy oculta. Es la atracción que mucha gente siente por los ancianos o ancianas. En una sociedad consumista como la nuestra, obsesionada con la juventud, parece una filia muy difícil de comprender, pero basta con que usted teclee en google “violador de ancianas” para que descubra cuantísimos casos existen.

En Madrid por ejemplo existe una discoteca gay, la Griffins, especializada en público mayor de 60 años. Allí va mucho jovencito ,también. Algunos son chaperos, otros no. Muchos acuden porque de verdad están interesados en hombres mayores. A mis lectores les puede parecer esto más o menos raro, pero es así.

Que Dios nos perdone (horroroso título para una buena película que en mi opinión habría merecido uno mejor) trata sobre un violador de ancianas. Y sobre dos policías que se ponen sobre su pista. El uno es tartamudo. El otro tiene un problema de control de los impulsos.

Interpretar a un tartamudo sin hacer el ridículo más espantoso es francamente difícil. Colin Firth salió airoso del reto en El Discurso del Rey. Antonio de la Torre lo consigue, y lo borda. Antonio de la Torre es sin duda uno de los mejores actores que tiene el cine español, de eso no nos cabe a nadie ninguna duda (desde que ví Caníbal me quedo clarísimo, aún me suben escalofríos por el espinazo cuando la recuerdo) El único problema es que es tan bueno que le llama todo el mundo. De forma que yo al menos tengo tan visto a Antonio de la Torre que en lugar de ver a un inspector de policía tartamudo a veces veo a Antonio de la Torre interpretando a un inspector de policía tartamudo, no sé si me entienden. Al tener un físico tan particular (esos ojos verdes tan penetrantes, esa nariz aguileña) es difícil diferenciar entre quién es De La Torre y quién es Velarde

Roberto Álamo sin embargo, aun siendo un actor más que conocido en el cine español, no ha hecho tantísimos trabajos. Para colmo, la señora que escribe estas líneas tiene una filia muy particular que nada tiene que ver con la gerontofilia. Esta señora que escribe sufre de gañanofilia. Es decir, el típo físico de Roberto Álamo es justo el que me gusta a mí. De portero rumano de discoteca, para entendernos. Con lo cual el personaje interpretado por Roberto Álamo me venía a mí al pelo, y se me quedó grabado en el alma. Qué grande es Roberto Älamo, en todos los sentidos. Que me cayese bien o no, era otra cosa.

En principio los dos inspectores no le caen a una nada bien. El tartamudo es más rato que un perro verde y si no es exactamente un violador, poco le falta. Digamos que no se le da bien tratar a las mujeres. El segundo se lía a hostias a la menor provocación, cuenta unos chistes más malos que pegar a un padre y encarna lo peor del macho celtibérico: gallito, pagado de sí mismo, borde, chulesco, montabroncas, piropeador de los malos. Y a lo largo de 125 minutos vamos a aprender, si no a amarles (que no), tampoco a cogerles cariño, sí más o menos a entenderles un poco, y desde luego, al menos en mi caso, a sentir pena por ellos.

La película de Sorogoyen es interesante, entretenida, trepidante (lo suficientemente trepidante como para que esta señora que escribe metiera tal grito en un momento dado que asustó más a la platea que la propia escena que lo inspiró) y tan lograda o mejor que cualquier thriller americano de policías persiguiendo a un asesino en serie. Tiene dos fallos de guión gordos (los reseñaré más adelantes) más o menos perdonables. Pero sobre todo, tiene una dirección de actores excepcional. Todos están bien. Todos. La forense desencantada, el asesino gerontofílico (responsable del grito ya reseñado, porque la mueca de maldad que compuso habría asustado al propio Juan sin miedo), el policía gallego, el comisario corrupto, el hijo pijo de la asesinada. incluso la vieja cotilla que apenas aparece tres minutos… todos lo bordan.

En fin, altamente recomendable, de verdad.

Spoilers de guion:

No lean a partir de aquí si no han visto la película, bajo su responsabilidad.

El inspector Velarde recuerda que el asesino había dado leche a un gato en una de las escenas del crimen. Pues bien, paseando por el centro, se fija en un chico que le da leche a un gato, Y concluye que es el asesino. Dar leche a un gatito no es un acto tan ro. En mi barrio, Lavapiés, gente de todo tipo alimenta acoge a los gatos abandonados de los solares. De hecho, a ese gato no solo le habrían dado de comer. Probablemente lo habrían adoptado. Fallo de guión muy grande.

Los dos inspectores se ponen a perseguir al asesino en el metro. Organizan una redada y sacan la pistola en pleno metro. En 40 y tantos años que llevo residiendo aquí y viajando siempre en metro no he visto algo así jamás. Los agentes del orden público tienen prohibido sacar la pistola dentro del metro, según me han explicado, por razones obvias de seguridad.


Director Rodrigo Sorogoyen
Guión Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen
Música Olivier Arson
Fotografía Alejandro de Pablo
Reparto Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Mónica López, Luis Zahera, Rocío Muñoz-Cobo, José Luis García Pérez
Género Thriller
Duración 125 min.
Título original Que Dios nos perdone
Estreno 28/10/2016

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