La política se construye con pequeños gestos que se convierten con el paso del tiempo en premonitorios. Si unos 10.000 socialistas -unos 5.000 en cada bando a partes prácticamente iguales, unos en el muelle de las Delicias de la capital andaluza con Susana Díaz y otros tantos en el trianero muelle de la Sal- son capaces de soportar los 30 grados de la tarde sevillana para vitorear a sus líderes, algo sigue vivo en la socialdemocracia española.

Otro gesto destacado que tiene algo de metafórico es que mientras el histórico Alfonso Guerra respaldó con su presencia pero en silencio a la lideresa de los socialistas andaluces, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, subió al estrado a orillas del Guadalquivir para realizar una encendida defensa de la candidatura de Pedro Sánchez y de todo lo que su victoria puede significar para el resurgir del socialismo en el viejo continente, donde atraviesa sus horas más bajas.

«Estoy aquí para apoyarte, Pedro, pero también para animarme», reconocía una entusiasta Hidalgo. «Lo que estáis haciendo aquí nos da ánimos allí, en Francia, en Bruselas, con líderes como Pedro. Decimos claro que existe otra alternativa, más humanista».

Mientras tanto, a unos mil metros de allí, aquel líder de la socialdemocracia española que se rebeló en el Suresnes de 1974 al ‘stablishment’ del momento, Alfonso Guerra, presenció el acto de Susana Díaz sin pronunciar una sola palabra. Del otro actor de aquel congreso histórico sigue sin saberse nada en estas primarias decisivas para la supervivencia de un partido con 138 años de historia. Nadie sabe dónde está Felipe González, del que Díaz volvió a echar mano en su argumentario habitual en la ciudad que los vio nacer a los tres.

De nuevo frente a Triana, y cuando Díaz ya había dado por finalizada su intervención, a las 21,25 horas, justo cuando se ocultaba el sol abrasador de Sevilla, Sánchez seguía tirando de la voluntad de la militancia para hacer olvidar estos inolvidables nueve meses para este partido.

Sánchez reivindicó el poder de la militancia para hacer del PSOE un nuevo partido que emane de abajo arriba. «Todos en Europa consultan a los militantes, también nuestro fundador Pablo Iglesias lo hizo a principios de siglo», dijo Sánchez.

En un último ejercicio de comparación histórica, el ex secretario general del PSOE recordó que en Suresnes a los dos «rebeldes de Sevilla» se les llegó a acusar de «filocomunistas».

Uno de aquellos dos supuestos «filocomunistas» escuchaba atento, y en silencio, los argumentos de Díaz para volver a hacer del PSOE un partido «grande».

1 COMENTARIO

  1. Susana es la candidata del PP, del IBEX y de Cebrián para liderar el PSOE.
    Pedro es el candidato de los militantes, de los simpatizantes y de los votantes del PSOE.
    Y Patxi es el candidato de los despistados.

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