Nuevas elecciones en un país europeo y nuevo batacazo de un partido socialista/socialdemócrata. Esta vez ha sido en Francia donde el Partido Socialista ha obtenido tan sólo un 6,4% de los votos, más de 16 puntos de diferencia respecto a Emmanuel Macron.

Lo ocurrido en Francia no es un hecho aislado. Es parte de un proceso de autodestrucción que la socialdemocracia europea inició tras el estallido de la crisis económica global y de la crisis de deuda soberana europea. Primero fue el PASOK griego y después han ido cayendo uno tras otro hasta llegar a la insignificancia política. Las decisiones que han tomado los otrora potentes partidos socialistas europeos no han hecho más que demostrar que el planteamiento ideológico de búsqueda de un espacio más cercano al centro que a la izquierda ha sido un grave error que ha dado paso a un trasvase de votos hacia opciones extremistas, ya sean de izquierda, ya sean de extrema derecha. Esto es mucho más grave y las consecuencias ya las estamos viendo con, por ejemplo, la victoria del populismo británico en el referéndum del Brexit o con el ascenso imparable de partidos ultras en países tan importantes para Europa como la propia Francia o Alemania. Por no hablar de lo que está ocurriendo en los países del Este.

La socialdemocracia ha demostrado que el planteamiento de buscar un espacio más cercano al centro que a la izquierda ha sido un grave error

Francia es el mejor ejemplo para comprender el porqué del derrumbamiento de la socialdemocracia en Europa. Durante todo el mandato de François Hollande se hicieron promesas de políticas de corte progresista que finalizaron en medidas de un claro perfil liberal o ultraliberal. El nombramiento de Manel Valls como Primer Ministro fue el clavo que fijó la tapa del ataúd para el Partido Socialista de Francia. Él mismo afirmó que su misión era terminar con el «socialismo nostálgico para ir hacia un socialismo pragmático». También confirmó que no valía la pena encerrarse en los tótems de la izquierda tradicional y que había que aplicar medidas efectivas más allá del ideario progresista, es decir, que la idea de Valls era la de dar un paso más hacia una especie de socialismo liberal que superara los preceptos de la Tercera Vía de Toni Blair. Los hechos lo han demostrado. En primer lugar, las decisiones tomadas mientras era ministro de Interior en referencia a la etnia gitana y la expulsión de más de 10.000 rumanos y húngaros de esta etnia no son las propias de un socialista. En segundo lugar, su Reforma Laboral de inspiración «rajoyiana» que provocó el movimiento huelguístico más duro de los últimos años en el país galo. En tercer lugar, su apoyo a Emmanuel Macron en vez de hacerlo al candidato de su partido porque se siente más afín a lo que defiende el socioliberal que a los postulados de Benoit Hamon. Todas estas razones más la incapacidad de generar políticas efectivas de creación de empleo han hecho que el Partido Socialista de Francia haya obtenido un histórico 6,4% de porcentaje de voto.

El mayor problema de la socialdemocracia es no gobernar en base a sus postulados ideológicos

Ese es el mayor problema de la socialdemocracia europea: no haber gobernado en base a sus postulados ideológicos. ¿Por qué la tendencia política que ha sido el sostén de la democracia europea y del Estado del Bienestar ha caído en la insignificancia? Hay varias razones. La principal es la incomprensión de las consecuencias que el nuevo statu quo del capitalismo ha traído a la sociedad civil y, por tanto, la ausencia total de proyectos con los que seguir siendo la garantía del mantenimiento del Estado del Bienestar. En una crisis económica como la actual y de la que, a pesar de la propaganda de los cómplices de quienes la provocaron, aún no hemos salido, la socialdemocracia ha sido incapaz de adoptar medidas adecuadas que protegieran a las clases trabajadoras de rentas bajas y medias que han sido las más perjudicadas mientras que las élites que causaron la gran recesión han sido las más beneficiadas. El capitalismo original estaba basado en la producción y sus beneficios provenían precisamente de los índices productivos. Ante esta realidad la socialdemocracia aportó su capacidad para generar políticas que redistribuyeran de una manera más o menos justa esos beneficios. No obstante, en este nuevo escenario especulativo la socialdemocracia se ha quedado sin herramientas para continuar con el reparto justo y global de la riqueza y, sobre todo, no ha aportado ninguna solución que satisfaga las necesidades de la ciudadanía.

Los trabajadores se han sentido traicionados por la falta de soluciones aportadas por los partidos que antes eran sus más importantes defensores

Otra de las razones más importantes por las que la socialdemocracia está en peligro de extinción es la falta de soluciones, no ya para redistribuir los beneficios del capitalismo, sino para generar estrategias de producción de riqueza que cree nuevos puestos de trabajo para revitalizar las estructuras económicas de los Estados y, de este modo, continuar manteniendo el Estado del Bienestar.

Esta falta de soluciones está provocando que uno de los pilares sobre los que se sostenían los partidos socialdemócratas o socialistas le haya dado la espalda en los últimos tiempos: la clase obrera, tanto de rentas medias como de rentas bajas. Los trabajadores se han sentido traicionados por la falta de soluciones aportadas por los partidos que antes eran sus más importantes defensores. Esta falta de apoyo por parte de la población que debería ser su base es interpretada por los diferentes partidos socialdemócratas o socialistas con una falta de autocrítica y con una ceguera impropia de quien ha demostrado durante casi un siglo tener una gran capacidad de análisis. Dicen que la causa de esa falta de apoyo es una consecuencia de los éxitos en materia social de los diferentes gobiernos socialdemócratas que han dado una estabilidad y un bienestar a los ciudadanos que los ha transformado en perfectos conservadores. Este análisis es de una vacuidad de proporciones gigantescas y de una autocomplacencia innecesaria. Se olvidan de que la clase media es una invención de las élites dirigentes para evitar, precisamente, que los trabajadores se rebelen contra sus medidas. Sin embargo, se ha pretendido crear una nueva clase social que no es otra cosa que extraer de la clase obrera a aquellos que tienen unas rentas medias.

Pedro Sánchez ha conseguido que mucha gente visualice su defensa del «No es No» con una línea ideológica progresista, cuando, en realidad, no es así

Otra de las causas de que la socialdemocracia esté en crisis es precisamente su indefinición ideológica, su traición a unos ideales que deberían ser innegociables o su peligroso acercamiento a los postulados liberales o conservadores. Los años en el poder los ha ido separando de la ciudadanía, en algunos casos con barreras infranqueables, como lo ocurrido en Reino Unido durante los gobiernos de Toni Blair o Gordon Brown con su Tercera Vía a la que muchos politólogos han denominado «social-liberalismo» o lo que ha sucedido en Francia con el tándem Hollande-Valls con el invento del «socialismo pragmático». Las consecuencias de ello las vimos en los resultados de las elecciones del domingo. Este alejamiento de la ciudadanía viene provocado principalmente por los años que han permanecido en el poder o por las «grandes coaliciones» con partidos conservadores. Según van pasando un mayor tiempo en el poder las medidas adoptadas favorecen más a las élites a las que deberían controlar para cubrir las necesidades reales de los ciudadanos de a pie. La explicación de este comportamiento viene porque la ciudadanía no dispone de la posibilidad de acceder a los gobernantes como sí que la tienen esas élites económicas o empresariales. Esto les aleja de la realidad. Ejemplos tenemos muchos, pero pongamos uno que los lectores entenderán. Durante las dos etapas en que el Partido Socialista Obrero Español ha gobernado el paso de las legislaturas hacía que los paquetes de política social aprobados nada más acceder al poder quedaran ocultos tras la toma de decisiones más propias de un partido conservador que de uno socialista. Lo mismo ha ocurrido en el resto de Europa con las consecuencias que vamos viendo en cada contienda electoral.

El proceso de primarias del PSOE finalizará en una inevitable escisión

En medio de todo este proceso de autodestrucción nos encontramos a un Partido Socialista Obrero Español inmerso en un proceso de primarias que está demostrando la absoluta división interna provocada, principalmente, por la gestión que hizo Pedro Sánchez durante su mandato. Por otro lado, lo que se comprueba es que el PSOE no ha entendido nada de lo que está ocurriendo en este país.

Ni Pedro Sánchez, ni Susana Díaz, ni Patxi López han comprendido lo que los españoles esperan del PSOE. Sus propuestas están más orientadas hacia una visión «ombliguista» del partido que a buscar soluciones reales para los ciudadanos.

Por un lado, tenemos el mensaje populista de Pedro Sánchez que dice ser de izquierdas pero que no aporta absolutamente nada al mensaje socialdemócrata defendido durante su Secretaría General o en el programa electoral presentado para las elecciones generales de diciembre de 2015 y de junio de 2016. Sánchez, como buen adulterador de los mensajes y de la realidad, ha conseguido que mucha gente visualice su defensa del «No es No» con una línea ideológica progresista cuando, en realidad, nada tiene que ver porque los problemas de la ciudadanía no se llaman Mariano Rajoy sino que el análisis es mucho más profundo. Ese análisis brilla por su ausencia en el documento presentado a las bases.

Por otro lado, tenemos a Susana Díaz que se presenta como el estandarte de los logros pasados del PSOE, como el modelo de política que hay que seguir. El pasado jamás puede ser un buen camino a seguir para conquistar el futuro, un futuro que no existe para ese concepto socialdemócrata que defiende la presidenta de la Junta de Andalucía. Seguir los modelos de Felipe González o de José Luis Rodríguez Zapatero, modelos que fueron exitosos durante un tiempo pero que terminaron siendo fracasos estrepitosos, no es una buena estrategia porque, tal y como se está demostrando en el resto de países europeos, defender la socialdemocracia tradicional es ganarse claramente la antipatía de la ciudadanía.

Finalmente, está Patxi López, representante también de un modo de entender la socialdemocracia que representa precisamente el fracaso de un modelo. El ex Lehendakari se presenta como la alternativa a los dos grandes favoritos y se autodefine como el candidato del consenso. No se puede contentar a todo el mundo ni se puede lograr la aquiescencia absoluta.

El «corpore in sepulto» de la socialdemocracia se está produciendo en medio de todo este proceso de primarias, un proceso que finalizará inevitablemente con una escisión del Partido Socialista, una escisión provocada por la extrema división interna. El mayor problema del PSOE está, precisamente, en la nula capacidad de análisis y de reacción que se ha tenido desde la dimisión de Pedro Sánchez, la conformación de la Comisión Gestora y la abstención en la investidura de Mariano Rajoy. Desde entonces ha pasado más de medio año en el que ha habido tiempo suficiente para hacer lo que se tuvo que hacer tras el primer fracaso de Pedro Sánchez: darle una vuelta al partido tan radical que «no lo conociera ni la madre que lo parió», realizar un estudio en profundidad de la situación actual del partido frente a la sociedad, revisar los modelos ideológicos y llegar a un Congreso Ordinario de refundación del que el PSOE saliera reforzado de cara a la ciudadanía. Todo eso no ha ocurrido. La Gestora se ha encargado más de otras cosas que de hacer sus deberes. Los candidatos se han dedicado a iniciar la pre campaña para las primarias desde un punto de vista personalista y sin ningún tipo de análisis de situación. Los militantes se han dedicado, principalmente, a echarse los trastos a la cabeza defendiendo a sus candidatos en vez de reclamar la reforma absoluta de la organización.

Ante esta situación, queda claro que el próximo partido socialista/socialdemócrata que va a caer va a ser el PSOE… salvo que alguien haga lo que tiene que hacer: trabajar por y para los ciudadanos dejando de lado las ambiciones personales o de partido.

2 COMENTARIOS

  1. No estoy nada de acuerdo con lo que dice usted de pedro y con la faraona de triana se qedo corto pero es uno de los mejores analisis sobre la sociademocracia que he leido en mucho tiempo. lastima de talento desaprovechado en despreciar al unico socialista de verdad que hay en este pais que es pedro sanchez. sea consecuente y olvide de escupir si bilis hacia pedro y sera un gran analista

  2. Sí, en el PSOE (como en el PP) no hay regeneración, solo una huída hacia adelante que inevitablemente les llevará a Grecia. Con Susana al frente, la pasokización será inmediata; con «la nada» del PLL, también. Solo Pdr conseguiría revitalizar un poco, solo un poco, al partido, que cómo estará cuando solo un impostor puede ser la salvación.

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