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Exponemos a nuestra descendencia una realidad esquizofrénica, de ahí la importancia de una Educación reveladora, desveladora, no moralizante sino que nos enfrente a nuestras contradicciones (volveremos a la Educación). Casi todo aquello de lo que alardeamos tiene una contrapartida brutal, desgarrada, no animal, no me refiero a ese tipo de bruto, sino al psicópata que llevamos dentro y que, cuando no controla la situación, aplasta lo que tiene entre manos; la teoría nos habla de una vida feliz… que si la cultura, la bonhomía, la ética, y resulta que sin una capacidad ilimitada de comprar, de consumir (¡la riqueza!), todos los parámetros te colocan en el cobujón de los fracasados; nos hablan de salud y nos venden mierda enlatada, nos hablan de amor y nos meten porno, de moderación y clase y nos largan a prostíbulos (muy patriarcales, eso sí), de respeto y apedreamos a la gorda, de tolerancia y creemos que Dios hará justicia con los demás en el Infierno, nos ofrecen la diversión y un camello que nos ponga, el turismo y una plétora de de semiesclavos que lave nuestra mierda y recoja los preservativos usados…

No se asuste, podemos resumirlo así: todo aquello en lo que una persona no se emplea máximamente es foco de depresión y reacción defensiva; toda aquella facultad propia que no exprima al máximo le llevará directamente a pensar de sí que es una mierda y tratará de ocultarlo mostrando exactamente lo contrario de lo que en su intimidad piensa; de modo que tenemos dos tipos de personalidades, ora al fracasado feliz, porque ha hecho lo que debía, ora al neurótico preso de su incapacidad por vagancia que reacciona odiando a un mundo que, en el fondo, representa su propia miseria íntima.

El fracaso nos hace libres, porque sólo reconociendo nuestros límites y los de esta vida tan simplona e irrelevante como una brisa efímera, sólo así asumimos lo que de verdad somos sin esperanzas ultraterrenas que justifiquen la infantilidad de creer que podemos influir en el Mundo, nada más y nada menos. Las religiones son una ponzoña peligrosa vinculada a la falta de capacidad para interpretar la realidad, y ya es hora de ponerles coto. Nuestra capacidad de influencia es mínima, nuestra concepción de la realidad es una infinitésima parte de lo que hay verdaderamente.

Casi todo lo que conforma nuestro conocimiento, los cimientos de lo que se mueve a nuestro alrededor, es una mentira gigante o un millón de mentirijillas, mejor: sistemas de pseudoverdades parciales e interdependientes que pierden su significado con un poco de perspectiva exterior o cuando se las aísla.

Esta introducción es la base de mi propuesta de modelo económico. Sí, el problema de estas circunspectas señoras y estos señores de orden es que son gente seria, no perroflautas como nosotros: es decir, saben graduar los diferentes aspectos de la vida, no son dependientes como nosotros de la cerveza helada, del sexo divertido sin moral y con fluidos, de la lectura placentera, de la molicie o la terraza vulgar con eco de niños jugando, aman cuando deben y no van cabreadas a sus trabajos megalomaníacos por una bronca de pareja, no se deprimen al comprobar el paso del tiempo o nuestra progresiva separación del mundo de nuestros hijos crecientes, no sufren por no haber conseguido triunfar en la vida porque ellos son la cúspide, la cima, el cenit, son gente que tienen problemas serios como procurar mantener el ritmo de la macroeconomía para que nosotros podamos seguir siendo felices, y se sacrifican incrementando sus fortunas y su prestigio de clase, pobrecitos.

Cuanto más viejo me hago confío menos en las teorías políticas y espero más de las personas (aunque la realidad me niegue la esperanza con evidencias). El planeta tiene problemas estructurales serios que no se van a solucionar con modelos de producción, sino de mentalidad (Educación, esto explica por qué se la ha dirigido a la eficiencia en vez de al humanismo, y por eso sólo funciona ya para la casta dominante). Ahora mismo es cinismo pensar que quienes han conseguido pertenecer a la élite de un sistema de producción con unas reglas determinadas van a acometer el harakiri de reconducirlo para su voladura, es al revés: de manera natural propiciarán su consolidación, todo aquello que incremente el valor de su posición, y ellos son el motor, la expectativa de la mayoría de la población, que quiere vivir como esa élite modélica que nada en el lujo y se narcotiza con seriedad y moral de clase alta justificándose sus menús de mierdecillas de colores espolvoreadas sobre un plato de cientos de euros, mientras en muchos vertederos del planeta la chavalería arranca los restos de los huesos ya chupados del pollo frito de las hamburgueserías, entre perros y gaviotas… Piense en esas bañeras de hidromasaje que nos anuncian siempre con una pareja en sus preámbulos amatorios, dónde estamos, ¿somos los amantes o quienes despegarán el semen y el jabón de la loza?… comprendan mi procacidad, es necesaria. Usted, yo, no somos causantes directos de esta injusticia, pero sí de no promover prioritariamente su desaparición, cuando el gestor público no impone normas justas empieza suavemente a ser un genocida.

Olvídese. El único cambio del mundo tiene que ver con su mente, la suya, cada una, el único cambio va a depender de cómo quiera vivir una mayoría, de si quiere enfrentarse a su concepción de la felicidad o de sentirse bien, si piensa los porqués y las consecuencias de lo que hace, céntrese en su ano, en sus genitales, en la piel de su costillar, su seno o su pantorrilla, en su lengua besando, todo lo que haga para ocultar su verdadera naturaleza se le aparecerá en su lecho de muerte y le dirá: ¡Gilipollas!, a no ser que se haya tragado lo del otro mundo… Y si hacemos la traslación al conjunto, la mente actual de la Humanidad (que se llama Capital) va a impedir vivir a la Tierra porque: como se engaña el idiota incapaz de enfrentarse a su realidad (y nos hace pagar a los demás sus frustraciones), así un modelo económico que es autodestructivo y consiste en consumir hasta agotar su propio soporte.

Insisto, se trata de promover un tipo de Estado (el único legitimado) que regule el flujo de la riqueza a través de la Educación y un Código Penal que se fundamente en una Declaración de Derechos Universales Inalienables que, a su vez, sean la base de lo que llamaremos libertad de mercado (no conozco más alternativas que esta transformación personal), y eso debe ser la Globalización de verdad, lo ocurrido hasta ahora es un experimento homicida y fallido: ¡Derechos de la persona! Ésta es la lucha política, lo otro es colaboracionismo interesado en la explotación y el crimen que la sustenta.

No se fíe de los perroflautas que escribimos estas sandeces simplistas y poco realistas (como el tontoelhaba ése de Erasmo de Rotterdam, no olvide que la misión del intelectual no es anunciar la verdad, eso es de profetas, sino denunciar la mentira), pero tampoco me fiaría yo de quienes disfrazan sus perversiones de orden, traje, teorías económicas, protocolo, jerarquía solemne y ampulosidad… no olvide que toda esa magnificencia monumental palaciega, catedralicia o museística que vemos en nuestros ansiados periplos turísticos están construidos por canallas que asesinaron a miles, millones de personas a quienes robaron su sangre para inventar este mundo verdaderamente degenerado de mindundis elevados a paradigmas de la grandeza. ¡Un mojón!

 

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