Poder y clases sociales

0

Decía Chamfort que lo único que impide a Dios mandar un segundo diluvio, es que el primero fue inútil. Existen vocaciones decadentes, que siempre suponen un instinto que aboca a la desnaturalización. Ha sido el drama de esa burguesía en España, hija de los volterianos y alumna de los jesuitas, como la definía Azaña, nacida de la revolución liberal del siglo XIX, que no llegó a formar un tronco social, ni a poseer a fondo el gobierno, ni a gobernar con doctrina y miras propias, ni a sobreponerse a los poderes contra los que originariamente se rebeló y cuyo quebranto y sumisión eran el primer artículo de su dominio: la corona, el ejército y la tutela política de Roma. La alianza histórica de grupos y opciones políticas con los agentes de su propia destrucción tiene obligado corolario en la condena a no ser o a ser otra cosa, que es lo mismo. El poder dominante se perpetúa desviando el conflicto de aquellos espacios que ponen en peligro su hegemonía porque muestran las contradicciones sistémicas de forma más enjundiosa.

Es por ello que hemos asistido a la impuesta abolición del choque social, del blindaje de los poderes económicos y estamentales mediante la extinción ideológica del conflicto entre pobres y ricos, entre plutócratas y trabajadores, reproduciendo a todos los niveles el drama tradicional de las clases medias y populares de ser despojadas de su propia conciencia como tales y, consecuentemente, empujadas a la invisibilidad social. De hecho, la categoría “clase social” ha desparecido del léxico sociológico y político y, por tanto, de la distribución de poder en la sociedad. Los análisis y el debate se han centrado  en categorías de poder, como género, raza y nación, entre otros, basándose las reflexiones y los instrumentos de la acción política en las causas y las consecuencias de que los hombres tengan más poder que las mujeres; que una raza tengan más poder que otra; o que ciertas naciones tengan más poder que las restantes.

Puesta la centralidad del formato polémico de la vida pública en la desnaturalización de las clases sociales, de la distribución del poder y, como efecto natural, de los instrumentos políticos de representación ciudadana, la crisis económica, devenida en crisis política, institucional y social, ha supuesto un acrecentamiento tan desequilibrado del poder de las élites dominantes, una eclosión tan desproporcionada de las excrecencias mórbidas del sistema como la extensión de la pobreza, la desigualdad y la constricción de los derechos cívicos, que la ciudadanía ha desarrollado un absoluto desafecto hacia un régimen político que percibe como promotor de todos sus males.

En este ámbito, la izquierda, prisionera de sus compromisos con el régimen de poder, incardinada a un conservadurismo que ha desmontado su capacidad de pensamiento crítico a cambio de una escolástica que le facilita su adaptación al sistema, sufre también el desafecto de unos ciudadanos que no encuentran instrumentos políticos de legítima defensa. Ello produce en las fuerzas progresistas una crisis de posición y función en la sociedad difícil de sobresanar si no recuperan a tiempo los modelos ideológicos y la voluntad de transformación social que deberían constituirlas. No habrá muchas oportunidades más. Porque la situación para la mayoría de la gente común es insoportable.

La izquierda se ha refugiado en lo que Gianni Vattimo llama pensamiento débil, un pensamiento sin metafísica que es una continua renuncia a trastocar el “orden objetivo de las cosas” impuesto por el pensamiento unilateral conservador. Empero, como en la oda de Horacio, a las fuerzas de progreso, si el mundo se está desplomando, no les puede alcanzar por más tiempo impávidas las ruinas. Para ello, ya no es suficiente suplir las ideas por un pragmatismo transigente, porque, como nos advertía Ortega, sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos.

Artículo anteriorLa Amazonía
Artículo siguienteCuando la Cía lo considera los estrategas del IS son localizados
PREMIOS Premio Internacional de Poesía “Desiderio Macías Silva.” México Premio Internacional de Poesía “Videncia.” Cuba. Premio de Poesía “Dunas y sal.” España. Premio de Poesía “Noches del Baratillo.” España. OBRA IMPRESA Penélope y las horas sin retorno. Instituto Cultural de Aguascalientes. México. Todos los días sin tu nombre. Editorial Carrión Moreno. Sevilla. El origen mitológico de Andalucía. Editorial Almuzara. Córdoba. Socialismo en tiempos difíciles. Izana ediciones. Madrid. Breve historia de la gastronomía andaluza. Editorial Castillejo. Sevilla. La cocina sevillana. Editorial Castillejo. Sevilla. La cocina musulmana de occidente. Editorial Castillejo. Sevilla.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre