En el momento en que toda la atención y análisis están centrados en el PSOE y sus crisis, es necesario también plantear en qué situación se encuentra la formación a su izquierda Podemos, y la alianza que ha establecido con Izquierda Unida, Las Mareas y en Común Podem.

En el poco tiempo que lleva en la esfera pública Podemos y en el que se ha presentado a elecciones, con resultados ciertamente espectaculares, hemos visto los cambios sorprendentes que ha llevado a cabo. De una formación que se presentaba asamblearia ha pasado a organizarse como un partido bastante tradicional, de un programa casi revolucionario con el que se presentó a las europeas basculó hacia la socialdemocracia en las elecciones de junio 2016, para que en la actualidad el Secretario General y sus seguidores planteen una estrategia de confrontación con el sistema que a su vez se enfrenta con la que defiende el Vicesecretario.

No tendrían demasiada importancia estas vacilaciones en una formación joven e inexperta en tareas políticas si no se dieran circunstancias singulares.

1º.- Que sus dirigentes son profesores de ciencia política inspirados en un teórico argentino llamado Laclau, cuyos planteamientos pecan de poco inteligibles. En todo caso, como admitió Iglesias, tienden al peronismo, de cuya política, estrategia y resultados ya tenemos suficiente información.

2º.- Que en varias ocasiones Iglesias se ha mostrado despreciativo y hasta hostil con el ideario comunista e incluso con sus militantes, aunque cuando observó la reacción disgustada de buena parte de la militancia, rectificó.

3º.- Que el cambio de rumbo adquirido en los últimos meses por el secretario general hacia una estrategia de confrontación con el sistema parece bastante evidente que es consecuencia de que las expectativas que abrigaron después de las elecciones del 20 de diciembre de aumentar el número de votos y con ello sobrepasar al PSOE, su primer rival, no se cumplieron. Por el contrario, la coalición electoral que crearon con Izquierda Unida perdió 1.200.000 votos, respecto a la suma de los obtenidos por ambas formaciones por separado.

Dejando aparte las causas de este fracaso, que ninguna de las dos formaciones ha analizado con veracidad, lo cierto en el momento actual es que la coalición Unidos Podemos tiene 5.000.000 de votos y 71 diputados en el Parlamento. Resultado que una formación a la izquierda del PSOE nunca había obtenido. Pero un estudio más detallado del programa y de los propósitos que han hecho públicos provoca dudas respecto a su verdadera adscripción a una izquierda transformadora del país.

Su negativa a defender la República, a plantear la salida de España de la OTAN y acabar con las bases militares norteamericanas, a enfrentar la nulidad de los acuerdos con la Iglesia católica a fin de que realmente este sea un país laico, a plantear seriamente la auditoria de la deuda pública, de qué modo se va a asumir y cómo modificaremos nuestras relaciones con la Unión Europea, la imprescindible necesidad de nacionalizar la banca y las empresas estratégicas y energéticas, sitúa a Podemos más cerca de la socialdemocracia que de la ruptura con el régimen de 1978.

el feminismo de Podemos resulta débil y revisionista

Pero, a mayor abundamiento, y no en último lugar para nosotras, el feminismo de Podemos resulta débil y revisionista. No ha asumido la abolición de la prostitución, que es una línea violeta que no podemos traspasar, mostrándose, al contrario, los cargos dirigentes y parte de la militancia, proclives a aceptar la legalización de la misma. De la misma forma parecen asumir la legalización de los vientres de alquiler, una forma más de explotación del cuerpo de la mujer.

En definitiva, el programa electoral que se aceptó por parte de las dos formaciones, resume en un solo artículo, de los 50 de que consta el documento que firmaron las dos formaciones para establecer la coalición electoral Unidos Podemos, todas las reivindicaciones que denominan de género, utilizando la terminología revisionista y antifeminista al uso. En ese punto se recoge principalmente la concesión de los permisos parentales, cuya descripción ocupa la mayor parte del redactado -y nos preguntamos qué tendencias feministas han sido dominantes en este acuerdo-, mientras una sola línea plantea la modificación de la ley de violencia de género y la igualdad salarial.

La última declaración de Pablo Iglesias, antes de que se celebrara esta asamblea, que merece un comentario, es la que vertió hace unos días sobre feminizar la sociedad, adjudicando la tarea de cuidado a las mujeres, como la que realizan las madres. Es evidente que falta mucha pedagogía feminista en nuestros políticos. Porque nosotras no queremos feminizar la sociedad para que las mujeres sigamos siendo las cuidadoras y madres de todos. En todo caso, en la medida en que feminizar signifique crear una sociedad basada en la solidaridad y la igualdad entre hombres y mujeres, aceptaremos este calificativo, pero de ninguna manera lo atribuiremos en exclusiva a las tareas que realizan y deben realizar las mujeres, porque precisamente lo que queremos es que hombres y mujeres sean copartícipes de la construcción social. Y por tanto también queremos que las mujeres obtengan los puestos de decisión en la política, en la economía, en la cultura. Para transformar el mundo, como pedía Marx.

Atribuir a las mujeres las tareas de cuidado, en términos elogiosos, es lo que ha hecho el patriarcado durante toda la historia. Hoy la sociedad no ha de ser feminizada –en realidad hay sectores que lo están demasiado- ha de ser feminista. Es decir revolucionaria. Y para lograr ello precisamos que las mujeres dirijan con los hombres las transformaciones precisas en todos los órdenes. De ninguna manera les vamos a atribuir en exclusiva las tareas de cuidado y beneficencia que Iglesias considera apropiadas para ellas.

FRENTE POPULAR

Uno de los problemas con que tiene que enfrentarse Podemos es su relación con el PSOE, que a pesar de sus problemas internos y externos sigue siendo el partido mayoritario de la izquierda en el Parlamento y en la sociedad española.    Estamos convencidas, como la experiencia demuestra cotidianamente y en la misma forma ahora todas las formaciones políticas siguen la misma estrategia, que únicamente la unión de las organizaciones de izquierda puede darnos la fuerza suficiente para tener influencia en la política española. El resultado electoral de las últimas convocatorias ha demostrado que se han dividido, aún más, las opciones de izquierda, y eso fijándonos únicamente en los partidos parlamentarios, porque los extra parlamentarios somos unos cuantos. Lo que hace absolutamente inoperante el trabajo de multitud de partidos y grupos minúsculos, que actúan separadamente.

abogamos por un Frente Popular

 Nosotras abogamos por un Frente Popular, que, como en otros tiempos difíciles de nuestra historia, nos pudiera dar la victoria electoral. No vemos, sin embargo que esta necesidad sea aceptada por las fuerzas políticas de izquierda, muchas de las cuales están todavía inmersas en querellas internas y externas que sin duda las debilitan y que únicamente logran que la derecha se mantenga con fuerza.

Mientras en nuestro país no se entienda que debemos presentar al electorado una opción única de izquierda, seguirá esta atomización de partidos y de listas electorales que sin duda nos debilitan ante el pueblo. Pero eso sí, naturalmente, con una presencia del feminismo mucho más decidida y protagonista de lo que ha sido hasta ahora en la izquierda española.

 

1 COMENTARIO

  1. Lidia Falcón: has perdido el tren. Lo del Frente Popular es de hace 80 años.

    Lo de que las ideas de PIT sobre feminizar la sociedad, consisten en adjudicar la tarea de cuidado a las mujeres, como la que realizan las madres, denota que no te has enterado de nada.

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