Podemos camina ya hacia una eclosión importante y fundamental en su devenir: Vistalegre II, con la que comenzaremos el año.

Camina al paso que quiere imprimir en la marcha Pablo Iglesias, y con los palos en las ruedas pablistas que pretende colocar un Iñigo Errejón, de momento demasiado tímido para disputar el liderato a Iglesias. Es consciente de sus fuerzas tras lo ocurrido en lugares tan emblemáticos como Madrid, donde las bases optaron por la línea dura y la reinvención de las viejas esencias comunistas en clave populista.

Populista es también Iñigo Errejón, incluso más, si entendemos que el populismo tiene vocación transversal y antidogmática y se amolda a la realidad social con un ramillete de ideas básicas, sin querer hacer pasar a la sociedad por el marco estrecho de una ideología precocinada.

En realidad, Iñigo, en este batiburrillo mundial donde el populismo carece ya de sentido y es una geometría variable que puede estar al servicio del neoliberalismo casposo de Trump o del comunismo sin futuro de Iglesias, es el populista auténtico y con méritos, mejor formado y estudiado que cualquier otro. Pero, finalmente, tendrá que buscarse otro asidero y otra etiqueta porque la suya está ya muy prostituida e Iglesias le ha robado el invento para colocarlo a los pies de su vetusta ideología. Algunos ya le sitúan en el PSOE al número dos de Podemos.

Lo cierto es que Errejón es bastante más educado que Iglesias y muy reacio (con una sinceridad que va más allá de la estrategia) a mezclar el invento Podemos en las estancadas aguas del comunismo, de manera que este es el punto y hora en que el más fiel compañero de Pablo Iglesias es Alberto Garzón, con Juan Carlos Monedero sujetando la vela en la distancia.

Ciertamente esta formación política esta viviendo un proceso otoñal, con hojas que caen y dejan desnudo el árbol ya plantado en la primavera del 15M.

Pablo Iglesias quiere reinventar Podemos a su manera, y no a la de Iñigo Errejón, que estos días se debate entre aguantar el temporal recluido en posturas académicas o dar la batalla por el liderazgo en el invierno que se avecina. Los suyos, desmoralizados por lo ocurrido en Madrid y por la determinación de la grey pablista, le animan a dar el do de pecho.

Sin embargo, hay más frentes abiertos además del llamado “errejonismo”. En Andalucía, Teresa Rodríguez reclama más autonomías operativa, ser, en fin, algo así como la Ada Colau del Sur.

El hilo de “las mareas”, por otra parte, parece cada día más fino y desdibujado. De manera que Podemos está abierto en canal y lo que desea ahora Pablo Iglesias es conseguir la hegemonía total.

Hay territorios, como Castilla-La Mancha, donde la fidelidad es total y absoluta. El Secretario General allí, José García Molina, con una lealtad casi perruna altavocea en su tierra todos y cada uno de los movimientos estratégicos de Iglesias. Fidelidad total que se está viendo contestada, tímida pero de forma creciente, por los errejonistas castellano-manchegos que piden primarias cuanto antes.

Iglesias anhela un Podemos a su medida, como a lo largo de la historia han querido todos los lideres populistas de uno u otro signo, expertos todos en liquidar disidencias internas antes de lanzarse al asalto definitivo a los cielos. La historia está escrita y es tozuda en su reiteración.

La diferencia aquí es que Pablo Iglesias, inteligente y astuto, carece del carisma de los grandes lideres.

 

3 COMENTARIOS

  1. joder,ya dejan escribir cualquier tonteria.¿las politicas de pablo iglesias comunistas?No saber ni lo que hablas miarma,o tal vez si….miente que algo quedarà…

  2. Aunque sea opinión y no periodismo, increíble el relato de lo que desea y no de lo que es para el que firma. Neopaganismo, neoliberalismo, neolengua… pero el panfletismo sigue como siempre

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