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Percepciones y votos en la política española

José Luis Arceo Vacas
José Luis Arceo Vacas
Profesor Honorífico de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde actualmente imparte Nuevas Tendencias en Comunicación Política y Electoral. En UCM ha ejercido más de cuarenta años de docencia, sobrepasando el cuarto de siglo como Catedrático. Está especializado en Comunicación Institucional y Política, e Imagen Pública. Y asimismo en Métodos y Técnicas de Investigación Social. Postgrado en Sociología por la Universidad de Oslo. En la UCM: Licenciado en Ciencias de la Información (con primer premio extraordinario), y Doctor en Publicidad y Relaciones Públicas, con la máxima calificación. Pionero de la investigación política y electoral en España. Más de cuatro décadas de experiencia dirigiendo (o con cargo de alta responsabilidad), comunicación, marketing e investigación social en los sectores publico, político (sobre todo, campañas electorales), privado (entre otras responsabilidades, director de dos agencias de publicidad, con clientes internacionales) y de ONG. Más de cincuenta publicaciones científicas. Analista político, articulista/tertuliano en prensa, radio y televisión.
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análisis

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Al día de hoy, el panorama político español es uno de los más difíciles de analizar y entender (no ya de Europa, sino del mundo) con suficiente grado como para poder trazar tendencias ilustrativas de lo que puede ocurrir, en razón de lo que ya ha sucedido y sucede ahora mismo.

Esta complejidad se debe, en mi opinión, al menos a dos variables de gran peso: la metamorfosis de la derecha e izquierda en España y el proceso de intento secesionista en Catalunya.

En efecto, el electorado de la derecha española está cambiando claramente de marca en buena medida. Porque ese monumental agregado social que seguía fielmente al PP, se ha dividido poco a poco y sobre todo en los últimos meses casi en dos mitades, de manera que Ciudadanos se ha convertido en el máximo partido receptor de la pérdida incesante de votos del PP. Y una formación ésta, la de centro derecha liderada por Rivera, que está en el camino para convertirse de manera formal y continuada en el primer partido de España. Para ello y a costa de un hartazgo relativamente extendido en el pueblo, también succiona votos (muchos menos que al PP) a otros partidos, desde el PSOE hasta Podemos y sus aliados.

No hay que ser persona que afine en aritmética para concluir, pues, que la suma PP-Cs va en aumento y con visos de cronificar, al menos a medio plazo, una tendencia de mayoría parlamentaria. Incluso, quizás, con cambio de presidente en su momento, a favor de Rivera.

Y tampoco es ajeno a este gran avance de Cs y de la suma de la derecha, el gran lío catalán. Del cual, Rivera, Arrimadas y sus compañeros de partido han salido ganadores por goleada en Catalunya y en España. Tómese cualquier encuesta posterior al respecto, además de los datos reales de las autonómicas de dicha comunidad autónoma.

A partir de lo anterior, debe añadirse que el PP está quizás en trance de remontar algo su notable bajada, a partir sobre todo de acciones encaminadas a reforzar a sus electores potenciales más radicales. Pero remontada muy tenue, en todo caso. En realidad, no creo que haya manera más clara de que el PP renazca, que el que sea democráticamente reemplazado por otra formación en Moncloa. Y quien más probabilidades tiene para ello, actualmente, es Cs.

Porque el PSOE liderado por Pedro Sánchez, está en un camino tortuoso. Con muchas incidencias, buena parte de las cuales quien esto escribe vivió en primera persona e incluso a veces en primera línea, aún sin militar ya en dicho partido, pero ayudando de muy buena gana a Sánchez (junto a una legión de maravillosas gentes) a ganar las primarias.

El hoy (muy merecidamente) secretario general de los socialistas, no obstante, desde su victoria ha tenido ciertas actuaciones probablemente poco recomendables para un proyecto unitario, potente y ganador del PSOE: para empezar, desde la relativa dejación de lucha en territorios que sus oponentes en las primarias nacionales de mayo han ido atesorando en las posteriores regionales, con el desasosiego y desmoralización de gran cantidad de militantes que apoyaron a Sánchez en su fenomenal campañón culminado el pasado mayo con más del 50% de los votos de la militancia socialista. Así, con esa citada dejación, comenzó a cuartearse ya la histórica victoria de ese 21 de mayo rubricada en el 39 Congreso Federal del PSOE de 18 de junio siguiente.

Además, la asunción (necesaria, tras la no convocatoria de elecciones por parte de Puigdemont) del artículo 155 de la Constitución secundando a PP y en compañía de Cs, no se hizo con la mesura, sabiduría política y sensibilidad debidas, con el consiguiente desgaste que propició (junto a una desnortada campaña) unos frustrantes resultados en las últimas elecciones autonómicas catalanas en las que Cs literalmente barrió. Porque los públicos de Cs y PSOE son en su mayoría bien distintos, y Sánchez y no sé si algún asesor parece que se empeñaron en lo contrario, a lo cual tampoco fue ajeno el PSC, claro.

Y últimamente, de lo que se trata por parte de Pedro Sánchez es de poner en valor el protagonismo de la militancia en cuestiones fundamentales, algo muy certero en mi opinión. Pero muy equivocado cuando a su vez se apuntala que la decisión final en listas electorales la tiene Ferraz, territorio del secretario general. En qué quedamos?

Y es que, hay que recordarlo, Pedro Sánchez se envolvió y se envuelve en la bandera de la izquierda fetén. Y ciertamente se marcaba muy bien por la izquierda comparativamente sobre todo con su compañera Susana Díaz. Pero tampoco hay que olvidar que el número uno socialista nunca fue un declarado radical de izquierda en su partido, sino si acaso todo lo contrario, alguien ideológicamente muy moderado.

Hay que recordar, en este sentido, que hace varias décadas el tándem Felipe González-Alfonso Guerra mostraba la referencia desde el centro izquierda hasta el centro de la izquierda en España. Pero si este PSOE quiere emular a aquél en ocupación de espacio electoral y en resultados, para empezar tendría que dibujar otro esquema de protagonismo y reparto de papeles distinto al actual, esto es, animando claramente al menos dos líneas notables que se ubiquen en sendas alas del partido, la moderada y la de izquierda radical en el sentido más hermoso del término. Por si no se me ha entendido, seré más claro: si esto no se arregla, Pedro Sánchez puede encontrarse con un problema similar al de Pablo Iglesias cuando orilló a Errejón: perdió fuerza por un ala.

Desde esta idea, es fácil entender que hoy el PSOE no va a morder votos a Cs, y a nada que Podemos e Izquierda Unida se pongan en coordenadas (falta les hace a los dos), al PSOE actual no le veo ni ganando las elecciones generales ni incluso muchas de otro orden…, ni aun siquiera quedando segundo en no pocos casos. No debería decirlo, pero lo expreso con absoluta sinceridad: reconozco que siento una inmensa pena al describir este estado de cosas.

Quizás Pedro recapacite sobre algunos episodios. Porque hay mucho tajo por delante, y no fácil de gestionar. Sería bueno para él y sobre todo y más importante, para el proyecto del PSOE (el partido más antiguo de España), que es como decir -si ese proyecto es socialista propiamente dicho sin género de duda alguna- bueno para la ciudadanía de este país.

Ojalá… Porque en política, prácticamente todo es enmendable si hay voluntad para ello. Si no, el nuevo PSOE liderado legítimamente por su actual secretario general, podría convertirse, y sería muy lamentable, solo en el sueño de aquella preciosa noche primaveral. Y no lo deseo.

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