Cuando decimos que Pedro Sánchez la tiene pequeña nos estamos refiriendo a que su capacidad de liderazgo es diminuta, casi inexistente. Ya lo demostró durante sus dos años como Secretario General del PSOE y es la causa principal por la que está incapacitado para volver a ostentar ese cargo.

Hay muchas razones para afirmar que Pedro Sánchez no es un líder, razones que iremos desgranando en el artículo, pero hay una muestra que es palmaria: la estampida de sus más cercanos colaboradores tras su dimisión. Es cierto que no fue inmediata pero antes de la Navidad se encontraba totalmente solo. De ahí sus dudas a la hora de presentar su candidatura a las primarias por mucho que el movimiento de la militancia en su favor daba a entender que se hallaba en una posición de poder respecto a Susana Díaz. Ésta tenía, y tiene, en sus manos el aparato del partido, pero Pedro Sánchez disponía del apoyo de las bases y ya sabemos lo que eso significa en el PSOE. No obstante, el ex Secretario General socialista no contaba con más apoyos de peso que el de Odón Elorza y Susana Sumelzo en el Grupo Parlamentario Socialista. Todos los demás miembros de su círculo más cercano mientras detentó la Secretaría General habían huido y eso es un hecho que demuestra que no tiene capacidad de liderazgo porque un líder, en los malos momentos, cuando todos abandonan el barco, se siente arropado por sus colaboradores más cercanos. Veamos algunos ejemplos de ello.

Su mano derecha y el responsable de muchas de las atrocidades que hizo Sánchez durante su mandato, César Luena, es ahora un entusiasta defensor de Patxi López. Lo mismo ocurre con Óscar López, una de esas figuras políticas que siempre están ahí gracias a su instinto de supervivencia, que no a sus capacidades. El caso de Antonio Hernando es uno de los más significativos porque le abandonó prácticamente al minuto siguiente de su dimisión en el Comité Federal y defendió la abstención a Rajoy cuando antes defendía el «No es No». Otro de los más cercanos a Sánchez es el ahora candidato a la Secretaría General Patxi López quien no tuvo reparo en abstenerse o en presentarse a las primarias cuando fue uno de los máximos defensores de la vía de Sánchez para hacerse con el cargo tras sus fracasos en las elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi. También es bastante revelador la actitud de Sara Hernández, la Secretaria General del PSOE de Madrid. Todos recordarán cómo atacó a los miembros de la Ejecutiva que dimitieron para forzar la dimisión de Pedro Sánchez los días anteriores al Comité Federal de 1 de octubre. Le ponía tanta pasión a su defensa que hubo momentos en que rozó la histeria. Sara Hernández ahora apoya a Patxi López.

Un líder tiene que tener voluntad de cambio para mejorar, en caso de un político, en primer lugar, su país, en segundo lugar, su organización y, finalmente, a sí mismo. Los primeros meses de mandato sí mostró esa voluntad de cambio y de revelar a la sociedad que el PSOE que él había empezado a dirigir tenía una clara orientación ciudadana. Sin embargo, una vez que se inició la pre-campaña para las elecciones autonómicas y municipales de 2.015 comenzó con una deriva autoritaria en la que lo primordial era su imagen de presunto líder quitándose de en medio a quienes osaban a contradecir su voluntad o a quienes, aún elegidos por la militancia en las primarias, no estaban dentro de su onda. A medida que el tiempo pasaba y que los continuos fracasos minaban esa imagen mesiánica que sus pretorianos habían creado de él, y que Pedro Sánchez se creyó, buscar su beneficio se convirtió en el objetivo principal de una gran parte de su Ejecutiva y, por supuesto, de él. En este sentido, su capacidad de liderazgo es muy pequeña.

Por otro lado, un verdadero líder busca en el compromiso su modo de vida, su modo de hacer que sus seguidores se dieran cuenta de que lo que buscaba con sus acciones era el bien común de la organización. Los pedristas se lo creyeron, pero una parte importante de la militancia no y esto generó una división rupturista dentro del PSOE, una división generada por Pedro Sánchez que, tras el proceso de primarias, terminará con la inevitable escisión de un partido centenario.

Otro aspecto que desvela que Pedro Sánchez tiene muy pequeñita su capacidad de liderazgo es la gestión del ego. En este sentido el candidato a la Secretaría General ha demostrado que lo tiene desmedido y que no sabe controlarlo. Siempre ha puesto sus intereses personales por delante de los del colectivo, siempre ha intentado estar por encima del resto, ya fuera a través de campañas de imagen excesivas, como la de colocar un cartel con su cara de 72 metros cuadrados como reclamo electoral, un gesto del mismo calibre de desproporción que el de los líderes autoritarios. Este gesto me recordó al cartel de Gil Robles en la Puerta del Sol en las elecciones de febrero de 1.936. Por otro lado, el ego de Pedro Sánchez le hizo confundir los intereses del PSOE o de España con los suyos. Mimetizó tanto esa idea que, por un lado, provocó movimientos internos para retrasar el Congreso Federal Ordinario que debería haberse celebrado en febrero de 2.016 y estuvo dando vueltas con posibles pactos de investidura tras su «gran logro» en las elecciones del 26J para retrasar la convocatoria del proceso de primarias y del Congreso Federal. Respecto a España le planteó al Jefe del Estado que él era el único que podía formar Gobierno tras la renuncia de Rajoy a la candidatura cuando no tenía cerrado alguno con ninguna fuerza política, lo que le llevó a ser nominado y a presentarse a una sesión de investidura con un pacto con la franquicia española del Tea Party en el que el PSOE de Pedro Sánchez renunció a un 72% de su programa electoral para que él pudiera subirse al estrado del Congreso con más apoyos que los del grupo socialista. Respecto a España, también, impuso sus intereses personales a los del colectivo cuando primero dijo que iba a facilitar la investidura a Rajoy para poder hacer una oposición fuerte para luego enrocarse en el No es No o a buscar alternativas imposibles para formar gobierno.

Un verdadero líder afronta los fracasos asumiendo su responsabilidad y Pedro Sánchez, evidentemente, no lo ha hecho nunca porque hubo que provocar una revolución interna para sacarle de la Secretaría General. Una revolución, no un golpe de Estado, como dicen los pedristas ya que quien quiso organizar ese golpe fue el propio Pedro Sánchez cuando, anteponiendo nuevamente sus intereses personales a los del colectivo, quiso saltarse todas las resoluciones de los Comités Federales para convocar un Congreso Extraordinario Express (después de haber estado retrasando el Ordinario durante meses) y poniendo a la militancia como escudo humano de su inconsciencia. Lo mejor que sabe hacer Pedro Sánchez es fracasar. No obtuvo ningún éxito como secretario general, más bien al contrario. Pero esos fracasos no se tradujeron en la asunción de las responsabilidades que él exigía a otros y se apalancó en el cargo.

Un líder no miente a su organización. El discurso de que él representa a los militantes es, simplemente, una añagaza. Pedro Sánchez sólo se representa a sí mismo y a sus intereses personales. Por eso no dudó en realizar purgas de militantes contrarios a él o críticos con su discurso. Por eso no dudó en descabezar federaciones o agrupaciones con gestoras que no tenían ninguna razón de ser. Pero él se sigue presentando como el único que representa a las bases y que les devolverá el partido. Ha cogido esa linde y…

Pedro Sánchez tiene muy pequeña su capacidad de liderazgo porque, una característica fundamental de quien se tiene que poner al frente de una organización es no contradecirse en su discurso o en sus actos. Sánchez durante el tiempo que estuvo en la Secretaría General actuaba, en ocasiones, a base de titular de periódico o según le movían sus intereses personales. Tan pronto atacaba a Albert Rivera por ser la copia mala del PP como firmaba con él un pacto de investidura. Tan pronto le atizaba a Pablo Iglesias Turrión porque era un populista como afirmaba que había con que contar con Podemos para fortalecer a la izquierda.

Un líder no se escuda en maniobras propagandísticas para hacerse fuerte. Son sus actos los que deben hacerle ganarse esa capacidad para encabezar un proyecto. De eso ha carecido siempre. Por eso, en referencia a su capacidad de liderazgo, Pedro Sánchez la tiene pequeña. Por tanto, no está capacitado ni para volver a dirigir al PSOE ni, por supuesto, presidir un Gobierno de España.

3 COMENTARIOS

  1. El título del artículo es poco afortunado, pero el contenido lamentable. He visto por otros artículos que el autor es muyyy partidario de Page.

    El zas en toda la boca de los avales no creo que haga reflexionar al autor visto lo poco reflexivo del artículo. En fin palafreneros de corte siempre ha habido, lo bueno es tenerlos identificados.

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