De los 190.000 afiliados socialistas con derecho a voto, la mitad (el 51%) lo han ejercido este sábado. Y de esos 95.000 militantes, el 79% habría avalado el acuerdo de Pedro Sánchez (PSOE) con Albert Rivera (Ciudadanos). Los que ven la botella medio vacía dirán que el acuerdo Sánchez&Rivera lo han avalado algo más de 35 mil socialistas.

La primera pregunta que salta tras estos datos es si Pedro Sánchez puede sentirse suficientemente respaldado desde su partido para acudir a la sesión de su investidura que, además, no prosperará como todo el mundo sabe. Él pedía un apoyo “rotundo y claro” de las bases del partido. ¿Lo ha logrado? ¿Es políticamente suficiente lo que ha logrado?.

Si tenemos en cuenta que la persona que milita en un partido, especialmente en el ámbito de la izquierda, suele ser alguien con especial sensibilidad, siempre dispuesta a participar en la vida interna de la formación y normalmente disciplinada, llegaremos a una primera conclusión nada halagüeña para el actual líder del socialismo español: el PSOE no ha vibrado en el día de hoy, pese a haber disfrutado su militancia de un privilegio democrático nada habitual en los partidos: que se les consulte mediante voto secreto y sin manos alzadas como en los congresos.

No han faltado voces como la de Pérez Tapia, criticando la deliberada ambigüedad del planteamiento y la pregunta donde no se menciona a Ciudadanos. No parece ni serio ni lógico que Pedro Sánchez le haga una pirula a la militancia manipulado el uso posterior del resultado.

Pero volvamos sobre lo que proyecta el hecho de que la mitad de los socialistas afiliados no hayan votado. Ni siquiera en las redes sociales, termómetros tan sensibles a todo lo que pasa, se ha registrado excesiva actividad a lo largo del sábado electoral. La consulta en el marcador de ‘tendencias’ (Trending Topic) no fue visible en toda la jornada.

En todo caso para Pedro Sánchez y su equipo de fieles en Ferraz la consulta les ha reportado, además del respaldo formalmente democrático a su propuesta, un instrumento valioso en clave interna que le permitirá, de paso, analizar la tensión arterial del partido hasta el más mínimo detalle. Una información, como la procedencia territorial de síes, noes y la abstención, que les será de gran utilidad en inminentes cónclaves socialistas de imprevisibles consecuencias dada la tensión interna reinante.

Precisamente ese clima nunca antes vivido en la organización federal del PSOE, puede que haya influido en gran parte de esa mitad de la militancia que ha decido quedarse en casa y no votar. Y si ese es el estado de animo de miles de militantes con carné y pagadores de cuota, cabe imaginar lo que piensa el electorado que vota al PSOE en la proporción que le corresponda.

Anotemos finalmente que lo que ha pasado en esta consulta, salvando las distancias, recuerda mucho la que protagonizó Pepe Griñán en las últimas autonómicas que lideró en Andalucía en 2012. El partido, el aparato de Manolo Chaves, le dejaron completamente solo, salvando los muebles gracias a las centrales sindicales que movilizaron –por última vez, dada la pérdida de fuelle de CCOO y UGT– al electorado de izquierdas. Sánchez, al igual de Griñán, se ha quedado solo defendiendo un sí “rotundo y claro”.

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