Se cierra 2016 con un líder moral indiscutible en el PSOE. En el año más convulso para los socialistas en toda la historia de la democracia, Pedro Sánchez es hoy, Día de los Santos Inocentes, más líder del partido que el pasado 1 de octubre cuando dimitió tras un comité federal bochornoso y traumático. Moral, pero líder al fin y al cabo. Sus principales adalides: curiosamente los que lo descabalgaron, no los militantes que ahora hacen piña en torno a su figura, la que peores resultados electorales ha cosechado en la historia de un partido con 137 años de historia a sus espaldas.

Tres meses ha tenido ya la gestora provisional que dirige los designios de socialismo español para coser las heridas abiertas en canal, el mismo tiempo que ha desperdiciado en ahondar la desazón, la ira y el descontento generalizado entre la amplia y desnortada militancia, tan diversa como aglutinada hoy en una sola idea: reclamar un proceso de primarias limpio y transparente cuanto antes, no cuando quiera una dirección interina que sigue asumiendo responsabilidades que nunca le encomendaron los estatutos del partido.

Las costuras sui géneris de la gestora han impulsado las desavenencias de las bases con el ‘aparato’

Justo cuando parecía que Pedro Sánchez iba a arrojar la toalla, unos 70 cargos intermedios del PSOE como el diputado y secretario general de los socialistas de Valencia, José Luis Ábalos, el histórico alcalde de Dos Hermanas (Sevilla), Francisco Toscano, o las diputadas por Orense Rocío de Frutos, y Baleares Sofía Hernanz, han presentado en Madrid un manifiesto en el que reclaman al ex líder socialista que encabece una candidatura a la secretaría general del partido. Nadie sabe aún si dará el paso, aunque se deja querer vía Twitter. Pero la aclamación está hecha. Como gritó Penélope Cruz en los Oscars: “¡Pedroooo!”.

Quizá la respuesta se encuentra en aquella exclusiva que dio esa misma noche del 1 de octubre el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla en un programa televisivo cuando avanzó que Sánchez le había reconocido personalmente que se presentaría de nuevo a la secretaría general. Desde entonces nada ha hecho pensar que haría lo contrario.

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Pedro Sánchez, junto a José Luis Ábalos y Zaida Cantera, entre otros afines.

Cuando aquel 1 de octubre Sánchez no tuvo más opción que presentar su dimisión, su persistencia en el “no es no” a un gobierno de la derecha en este país se había ganado la desconfianza no sólo de numerosos diputados e incluso de dirigentes afines hasta entonces, sino también de miles de militantes, que veían que los resultados electorales seguían cosechando “históricas” cifras desalentadoras de desavenencias con el electorado potencial.

Ese panorama de división en el seno de las bases, menguando día a día en los últimos tres meses, se ha disipado al mismo tiempo que la gestora ha ido “cosiendo” a su manera el partido durante estos tres meses y los acuerdos con el PP en el Congreso de los Diputados se han ido sucediendo uno tras otro hasta evidenciar un bipartidismo palpable PSOE-PP. Ha sido entonces cuando lo han tenido claro: no quieren un PSOE plegado a los intereses del PP y cada día más virado a la derecha.

Mario Jiménez, gran valedor de Susana Díaz en la gestora.
Mario Jiménez, gran valedor de Susana Díaz en la gestora.

Los que ahora dan el paso adelante para mostrar su apoyo a Pedro Sánchez no son sanchistas en el pleno sentido del término, pero sí son críticos todos ellos con una forma de reconstruir el partido sólo afín a las élites y al aparato, y muy alejada de los intereses de las bases.

Resulta curioso que ningún líder claramente afín a Pedro Sánchez hasta el último momento, como César Luena o la vasca Idoia Mendia, entre otros muchos, hayan hecho visible su apoyo en este encuentro de cargos intermedios en Madrid. Esta indefinición es una de las dudas que más le cuesta disipar al propio ex secretario general para encabezar un nuevo proyecto: saber hasta qué punto los otrora fieles defensores de su proyecto siguen respaldándolo o han sucumbido a los intereses “de Estado” que abogan por un visible acercamiento al PP contra los grandes desafíos que debe abordar el país como el del independentismo catalán o el empuje de Podemos a su izquierda.

De momento las reglas del juego las está marcando una gestora demasiado influenciada por los aires del sur, como ha quedado en evidencia con las reiteradas afirmaciones de su presidente, el asturiano Javier Fernández, y su portavoz, el onubense Mario Jiménez. Por ello, Sánchez esperará hasta el último momento para dar el paso sin miedo a confrontar sus fuerzas con la baronesa andaluza, Susana Díaz, que sabe moverse como nadie en estos procesos precongresuales.

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