Las elecciones generales, tanto las del 20 de diciembre como las del 26 de junio, demostraron que Sánchez no es más que un político pequeño que se cree grande porque su ego no le permite ser menos que un superhéroe. Las dos campañas fueron un verdadero fiasco. La de diciembre porque se olvidó de presentar su programa electoral, un programa muy potente lleno de medidas de calado social y de regeneración democrática, para convertirla en una especie de publirreportaje de la figura del candidato. Fue un error porque la valoración de Sánchez iba en decadencia y porque cualquier equivocación del candidato restaba votos. Finalmente los resultados fueron los que fueron, los peores de la historia del PSOE, por mucho que Sánchez afirmara con satisfacción que habían sido históricos. En junio el resultado fue aún peor y su análisis de los mismos fue afirmar, sin ningún tipo de pudor, que «fueron un gran logro». Cualquier líder digno de tal denominación hubiera presentado su dimisión la misma noche del 20 de diciembre, pero alguien como Sánchez no podía hacer eso porque su dimisión debería ir acompañada de la disolución del partido.

La gestión de Pedro Sánchez de los periodos de negociaciones demostró su incapacidad para liderar nada que no sea su comunidad de vecinos. Es tan incapaz para liderar un partido como para encabezar el gobierno de un Estado, pero es un profesional de retorcer los calendarios para que favorezcan su supervivencia política. Después del fracaso estrepitoso del 20D y tras la renuncia de Rajoy a presentarse a una investidura que sabía que tenía perdida, Pedro Sánchez vio la oportunidad de retrasar los procesos internos que deberían haberse iniciado justo en el mes de enero, procesos entre los que se encontraba la convocatoria del 39 Congreso en el que se tendría que elegir a un nuevo secretario general. Por eso se presentó en el Palacio de la Zarzuela para decirle al Jefe del Estado que él era el único con capacidad para formar gobierno a pesar de ni siquiera haber iniciado ninguna negociación con el resto de partidos, sobre todo con Podemos. De este modo provocaba que los órganos directores del Partido Socialista difirieran la celebración del 39 Congreso para no perjudicar la formación de gobierno. Sin embargo, no logró cerrar un acuerdo con Podemos por su propia incapacidad y por la actitud calculadora del partido de Iglesias Turrión que pensaba más en la repetición electoral que en otra cosa. Por esta razón se vio obligado a lanzarse a los brazos de la derecha, de las «Nuevas Generaciones del PP», y claudicar ante Albert Rivera en un acuerdo vergonzoso para cualquier socialista pero que fue refrendado por la militancia. Sánchez no fue investido por los votos en contra de todos los grupos salvo del suyo y el de Ciudadanos. Durante los dos meses que transcurrieron hasta que se disolvieron las Cortes, él siguió intentando que los de Iglesias Turrión se sumaran pero los vetos cruzados entre los morados y los naranjas lo hicieron imposible. Realmente, él tampoco hizo mucho para cerrarlo. Le convenía más ir a unas segundas elecciones porque, de ese modo, se garantizaba su supervivencia tanto al frente del PSOE como su candidatura a la Presidencia del Gobierno para el 26J. Además, pensó que podía explotar el «NO» de Podemos para ganar votos. Ocurrió todo lo contrario y el día de las elecciones obtuvo nuevamente los peores resultados de la historia del Partido Socialista y estuvo a punto de producirse el temido «sorpasso». Meses después Sánchez valoró sus 85 escaños como «un gran logro». Nuevamente, no asumió su responsabilidad política y no dimitió.

Los fracasos electorales fueron utilizados por el ex Secretario General socialista para sobrevivir políticamente, sobre todo a nivel interno

La gestión de los resultados del 26J también se caracterizó por la falta de talla política y por un exceso de personalismo de Sánchez. El ex secretario general tenía tres aspiraciones tras volver a romper el suelo electoral del PSOE: en primer lugar, humillar a Mariano Rajoy con una investidura fallida como la que sufrió él en el mes de marzo; en segundo lugar, apuntalarse en la Secretaría General del partido; y en tercer lugar, intentar llegar a ser presidente del gobierno con un pacto imposible. Logró la primera pero no la segunda ni la tercera. Su nula talla política le hizo cometer los errores de principiante que comete cualquier persona que no es capaz de ver más allá de su nariz, los errores de quien antepone su ambición personal al bien común. Si Pedro Sánchez hubiera sido inteligente debería haber previsto que desde los partidos de la derecha, desde la prensa controlada por el Partido Popular (prácticamente toda la tradicional) y desde los poderes económicos se le iba a someter a una presión salvaje para que permitiera a Mariano Rajoy formar gobierno, ya fuera de manera indirecta con una abstención, ya fuera de manera directa entrando en un ejecutivo de gran coalición junto a los dos principales partidos conservadores. Para evitar esa presión tendría que haber sido más proactivo y presentar una serie de condiciones basadas en el programa electoral socialista, condiciones innegociables en materia laboral, social y de regeneración democrática que con toda seguridad hubieran sido rechazadas por el PP. En caso de que fueran aceptadas, el PSOE habría logrado que Rajoy diera marcha atrás en muchas de las políticas que tanto daño han causado a los ciudadanos y, por otro lado, de ser rechazadas se habría puesto a los socialistas en una situación de privilegio inédita en España, un escenario en que podría gobernar desde la oposición llegando a acuerdos con el resto de partidos del Congreso y, sobre todo, desgastando políticamente al PP al obligarles a aprobar leyes contrarias a su ideología. Sin embargo, hizo todo lo contrario por una única razón: el bloqueo favorecía a sus intereses personales.

A pesar de todo esto, Sánchez no se sentía seguro. Fue entonces cuando, tras la investidura fallida de Rajoy, se enrocó en el «No es No» y en lanzar la idea de intentar formar gobierno pactando con Podemos y Ciudadanos. Esta opción era imposible por la incompatibilidad de los dos partidos y por sus vetos mutuos. No obstante, él no cejó en su empeño de llegar a la Moncloa y comenzó a dejar claro que estaba dispuesto a pactar con el nacionalismo vasco y con los independentistas. Esto incumplía con la resolución del Comité Federal que le impedía pactar con cualquier organización política que pusiera en duda la unidad de España. Este hecho provocó que se incrementara la división interna que él mismo había provocado con su total distanciamiento con los dirigentes más críticos, distanciamiento que llegó a la incomunicación total y a echar sobre estos dirigentes a la parte de la militancia abducida por sus manipulaciones.

Se sintió tan acorralado que decidió morir matando con una estrategia basada en la manipulación más bastarda que no tenía otro objetivo que blindarse en la secretaría general

Los resultados desastrosos de las elecciones vascas y gallegas le hicieron sentir muy débil. Se le pedían responsabilidades por un nuevo fracaso electoral, por volver a llevar al PSOE a obtener los peores resultados de su historia, sobre todo en Euskadi. Se sintió tan acorralado que decidió morir matando con una estrategia basada en la manipulación más bastarda que no tenía otro objetivo que blindarse en la secretaría general. Tuvo la osadía de minimizar de tal modo la realidad que llegó a afirmar que quien no estuviera con él era de derechas, copiando el argumento de aquellos que se autoproclamaron como la verdadera izquierda que afirmaban que el Partido Socialista era lo mismo que el PP, argumento que dejó claro el día antes del Comité Federal al afirmar que lo que se decidía en ese Comité era «o él o Rajoy». Esa simplificación del diagnóstico (y la mezquindad que encerraba) fue el detonante de los movimientos de la Ejecutiva, movimientos que estaban contemplados en los Estatutos y en las normas de funcionamiento de la misma. El miércoles 28 de septiembre, tras el desafío de Pedro Sánchez a los críticos de su Ejecutiva, presentaron su dimisión 17 miembros de la misma, lo que dejaba al secretario general en minoría y sin quorum, por lo que ese mismo día Sánchez había dejado de ser secretario general del PSOE. De nuevo intentó ponerse él por delante del partido no asumiendo su responsabilidad. El problema que tenía el Partido Socialista antes de ese Comité Federal era que su líder no asumía que ya no lo era, que sólo era un militante de base porque su Ejecutiva le había dado la espalda. Sólo había una solución: desalojarlo de su cargo con medidas contundentes. Los ciudadanos contemplaban estupefactos cómo se jaleaban movimientos de tropas pedristas ante las puertas de las sedes para amedrentar a los críticos, cómo se fletaban autobuses a Madrid con fondos del partido para generar un escrache multitudinario a quienes no pensaban ni se doblegaban a la voluntad de Pedro Sánchez, a quienes no habían caído en la trampa que se les había querido tender.

Pedro Sánchez engañó a la militancia durante casi todo su mandato con la idea de que él había devuelto el partido a las bases

¿Qué pretendía realmente? Pedro Sánchez engañó a la militancia durante casi todo su mandato con la idea de que él había devuelto el partido a las bases. Esto es falso porque, en primer lugar, las primarias estaban incluidas en los Estatutos antes de que él fuera secretario general y, en segundo lugar, porque sólo en una ocasión hizo una consulta cuando necesitó de su voz para refrendar su pacto con la derecha, una consulta que en realidad estaba pensada para un posible acuerdo con Podemos y anteponer la voz de los militantes a las posibles voces discrepantes de la dirigencia que desconfiaba del partido de Iglesias Turrión. En aquella ocasión, Sánchez consiguió que los socialistas votaran a favor de un pacto con la franquicia española del Tea Party. Puro surrealismo. La verdadera intención de su último movimiento era precisamente enfrentar a las bases con los dirigentes críticos y, de haberse salido con la suya, perpetuarse en el cargo durante cuatro años, asegurarse prácticamente su candidatura para las terceras elecciones que él mimo pretendía provocar y defenestrar a los críticos con los modos autoritarios que ya utilizó un año antes. Lo que Sánchez proponía era convocar un congreso ordinario en diciembre y unas primarias para finales de octubre, unas primarias de carácter plebiscitario donde no sólo se elegía al secretario general sino la posibilidad de formar un gobierno «del cambio» si él era elegido. Si los militantes decidían otra cosa quería decir que se había decidido favorecer a un secretario general «subalterno del Partido Popular».

Tras la dimisión de los 17 miembros de su Ejecutiva lanzó el mensaje que él pensó que sería definitivo para enfrentar a las bases con los dirigentes críticos al afirmar, sin ningún tipo de pudor, que lo que pretendían éstos era que los militantes no pudieran votar. Esta añagaza fue su último «servicio» al partido dejándolo totalmente dividido tal y como se vio en el Comité Federal del 1 de octubre, un Comité Federal en el que se aferró al cargo utilizando los modos más marrulleros que se han visto en los 137 años de historia del PSOE. Tensó tanto la cuerda que su última tentativa desesperada se convirtió en su sentencia de muerte. Al colocar una urna para obligar a que se votara lo que él quería que se votara y por el procedimiento que quiso imponer se echó encima a todos los críticos y a más de uno que en principio le apoyaba. Finalmente se votó y perdió.

Ha dejado al PSOE como los romanos dejaron Cartago en la Tercera Guerra Púnica o como el Enola Gay dejó Hiroshima

El balance de Pedro Sánchez es desolador para el socialismo español. Ha dejado al PSOE como los romanos dejaron Cartago en la Tercera Guerra Púnica o como el Enola Gay dejó Hiroshima. Tuvo la oportunidad de parar a la derecha tras su segunda derrota y no lo hizo. Tal vez sacrificara algo que con una acción de oposición eficaz se recuperaría con creces. Sin embargo, su egocentrismo ha provocado la situación en que se halla en la actualidad el PSOE: sin presente y con un futuro muy incierto. Publio Cornelio Escipión hizo desaparecer Cartago. Pedro Sánchez ha dejado al Partido Socialista herido de muerte, con una división interna de tal calibre que va a costar mucho tiempo volver a unir y en una situación económica delicadísima a pesar de haber recibido unas cuentas cuadradas por su antecesor. En este aspecto hay un detalle que muestra la personalidad egocéntrica del ex secretario general socialista. Mientras en la época de Rubalcaba se miraba al céntimo todo lo que se hacía, Sánchez creó un equipo paralelo de comunicación, imagen y prensa dedicado en exclusiva a él mientras el del partido se dedicaba a la organización. Otra de las causas de esa situación precaria de la economía del PSOE la tenemos en el descenso de ingresos provocado por la salida de un 20% de la militancia desde que él llegó a la Secretaría General y por las menores subvenciones causadas por los «históricos» resultados electorales.

Sin embargo, los movimientos de los entonces críticos no han hecho otra cosa que movilizar a la militancia contra la gestora y, sobre todo, contra Susana Díaz. Militantes del PSOE afirman a Diario16 que en las primarias votarán a Pedro Sánchez por el odio que tienen a la lideresa andaluza. Han sido tan torpes que incluso los que apoyaron a quienes provocaron la dimisión de Sánchez ahora apoyarían al ex Secretario General por no votar a Susana Díaz.

Militantes del PSOE afirman a Diario16 que en las primarias votarán a Pedro Sánchez por el odio que tienen a la lideresa andaluza

Las bases se posicionaron desde un principio en favor de Pedro Sánchez. Unos porque ya eran pedristas irreductibles desde hace meses. Otros porque ni les gusta Susana Díaz, ni les gusta Patxi López, ni, por supuesto, no perdonan a la gestora la abstención a cambio de nada para que Mariano Rajoy fuera investido Presidente. Esto hecho ha generado un movimiento de rebeldía de la militancia que, evidentemente, ha sido utilizado por Sánchez para erigirse en el líder de los de abajo, para sentirse el líder que nunca fue. No hay más que escuchar lo que dice en los actos de su campaña para las primarias del mes de mayo. En el mitin de Zaragoza Sánchez ha prometido que si su proyecto gana exigirá lealtad al resto de candidatos. Esto quiere decir que exigirá sumisión. Para enfatizar su defensa de las bases ha atacado la candidatura de Patxi López porque es una candidatura “única cerrada en un despacho”. Por otro lado, ha asegurado que la llave de la unidad del partido la tiene la militancia, precisamente de la unidad que él mismo fracturó para preservarse en la primera línea. Finalmente, ha asegurado que si él vuelve a ser secretario general consultará a los militantes todos los acuerdos de gobierno. Pero…, ¿no había que consultar todo con las bases? ¿No era eso lo que defendía durante la semana anterior al Comité Federal de octubre? Parece ser que no, que sólo los acuerdos de gobierno, lo que deja en el aire el respeto a la voz de esa militancia cuando lo que decida no se ajuste a los intereses de Sánchez.

Pedro Sánchez dejó un PSOE totalmente dividido que basaba su línea política más en el personalismo que en los proyectos. Ahora se sigue hablando de nombres y, por desgracia para el socialismo español, Sánchez será el vencedor de las primarias. Todo pinta mal para el PSOE y el riesgo de escisión es muy elevado porque ninguno de los bandos aceptará ser derrotado. Esta es la última herencia que Sánchez dejó.

 

10 COMENTARIOS

  1. Me gustaría que dijera porque Rubalcaba no se fue el 20 de Noviembre de 2011 y como su connivencia con el PP abrió un boquete a la izquierda del psoe con su posicion al pp de patio de colegio. Este articulo no vale ni la tinta en la que está escrito , es evidente la animadversión hacía el personaje

  2. Cuéntanos como Rubacaba asistió impavido al surgimiento de Podemos, incapaz de hacer ningún tipo de movimiento para capitalizar el 15m. Pero no, a a este no lo vas a criticar porque es amiguete.

  3. Yo humildemente pienso que rubalcaba y su gente nunca le fue fiel a su electorado, debemos aprender que si los nazis te atacan no es malo defenderse, que si los fachas te montan un golpe de estado, lo normal es defenderse, y que si un partido (que en la ce1978 lo dice claramente, que tienen que ser partidos democráticos…) lo secuestran unos pocos además bajo el yugo del IBEX35, lo normal es que salga un p.sanchez…. el psoe lo auparon y lo han destrozado los mismos… algún presidente más sabio q el nuestro dijo un día que podías engañar a algunos siempre, que a otros los podías engañar un tiempo, pero que no puedes engañar a todos todo el tiempo. Rubalcaba, felipex y etc lo que quieren es engañar a todos todo el tiempo, y eso no se puede. Y Rubalcaba tuvo que asistir impavido al surgimiento de podemos, porque era vital dejar la monarquía funcionando… no se fue hasta que el sistema no quedó bien engrasado y la alianza pp-psoe en marcha… es un traidor a la república como pocos… Rubalcaba hizo posible que no hubiera un referendum sobre la monarquía

  4. Y desde luego a coser que se ponga otra porque esta sñr es una generadora de odio, que ni p.i.. y pi lo bueno que tiene es que lo genera entre los contrarios principalmente, la derecha, esta sñr genera el odio entre la gente de izquierdas tanto de podemos como de iu como del psoe, impresionante la fe que tienen los barones en el aparato del partido… tienen muchas bocas agradecidas.. pero tantas como para no hacer el ridículo en las siguientes elecciones?

  5. Pues está muy clara la posición del articulista, que no tiene por qué tener más valor que la de otros muchos que no pensamos igual. En mi opinión, fue el aparato del partido, con Susana Diaz a la cabeza, el que inició un proceso golpista y obstaculizó una consulta a las bases, tras encorsetar la maniobrabilidad del Pedro Sánchez. Demasiado político en el Psoe, cuyos garbanzos dependen de que se muevan en la foto, y como todos quieren salir en ella, pues a obedecer ciegamente a la sultana (la favorita del más casposo ¿socialismo?)

  6. JA Gomez es usted un mentiroso compulsivo y ese no es el principal problema de esa mayoría socialista que apoyamos sin fisuras a Pedro Sanchez.
    El PSOE Perdió suelo electoral antes de que Pedro se presentara y una de las causas de que apareciera PODEMOS en política fue la mala praxis de un ramillete de dirigentes socialistas aburguesados que estuvieron años gobernando al margen de la ideología socialista y la militancia. Por eso esa misma militancia hemos cogido las riendas para no volverlas a soltar, vamos a limpiar el partido de trepas, derechistas, golpistas y traidores, vamos a olver a impregnar esta sociedad de socialismo, honestidad, solidaridad y esperanza y terminaremos ganando con la militancia y la verdad. No mienta.

    • Yo tampoco, y conozco muchos.
      José Antonio Gómez, no piensa igual, es mas del palo de los ERE, de chaves y Griñan (padres políticos de Susana Diaz), de Felipe Gonzalez, de Corcuera, del Tranvia de Parla, etc, etc.

  7. No tienes futuro como artículista ….totalmente falto de objetividad…..se notan los colores…..esto no hay como digerirlo …..seguro que a los asalariados de Susana Díaz les puede gustar

  8. Bueno das por seguro que la militancia y solo la militancia dará el triunfo en las primarias a Sánchez. ¿Que es la democracia?. Yo, que sin embargo que no soy sanchista pero que defiendo lo que ahora defiende Sánchez, es decir, separación drástica y no entrega a la derecha como hacen los gestores actuales y quienes le apoyan y que creo que la recuperación del PSOE pasa por hacer tabla rasa de toda una caterva de aparatchik instalados espero que pese a todos los que a diario escribir tirando toneladas de mierda sobre Sánchez acabéis derrotados y bien derrotados. Los militantes socialistas y los votantes socialistas en gran medida no estamos donde vosotros quereis que estemos.

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