Político, miembro del Comité Federal del PSOE, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, autor del libro La insoportable contradicción de una democracia cínica, entre muchos otros, denuncia las incoherencias de un PSOE que parece encontrarse en “una situación agónica”.

 

Me tiene algo desconcertada el PSOE.

No eres la única, como podrás comprender.

 

Defíname qué es el PSOE hoy.

El PSOE hoy es un barco a la deriva

El PSOE hoy es un barco a la deriva. Vive una situación de desconcierto y tensiones internos, y proyecta toda esa tensión hacia fuera. La ciudadanía y el electorado están perplejos de cómo se encuentra la situación dentro del partido. Es una situación de interinidad desde el punto de vista organizativo, sí, pero es más que eso, es una situación agónica. Esta conflictividad interna mal encauzada puede llevar al partido a la irrelevancia.

 

Resulta difícil entender el papel de Patxi López como oponente a Susana Díaz.

Sí. La verdad es que esa puesta en escena de su candidatura puede considerarse sorpresiva. Pero desde luego no es sorprendente, ya había indicios de que podía entrar en este proceso de primarias. Visto con mirada crítica, Patxi Lopez no es un candidato que represente una alternativa real a Susana Díaz como posible candidata. Por lo pronto, está muy necesitado de credibilidad como candidato. Su declaración acerca de que la abstención del PSOE que dio el Gobierno al PP es rechazable o negativa, necesita una aclaración. Por lo menos una aclaración, puesto que él mismo se abstuvo.

Patxi Lopez no es un candidato que represente una alternativa real a Susana Díaz

 

¿Qué debe hacer, entonces?

Para ser consecuente con esa declaración, lo primero que tiene que hacer es pedir que se levanten las sanciones a los compañeros y compañeras de escaño que se mantuvieron en el NO a Rajoy. Una vez que critica la abstención, qué menos que adoptar una posición mucho más flexible, en vez de mantener esa dinámica de sanciones y multas.

 

Y debería explicar esa contradicción en la que incurre.

Es consciente de ello, claro. Por eso digo que su candidatura, para que presente la credibilidad necesaria ante la misma militancia a la que le va a pedir el voto, tiene que atenerse a las consecuencias de su propia declaración respecto a la abstención a la qué él se sumó. Y luego, hacer ese gesto de coherencia: si critica la abstención, mantener otra posición respecto a los compañeros del grupo parlamentario que se mantuvieron en el NO.

 

¿Se puede estar cambiando de opinión cada dos meses?

A la vista está que sí. Pero en este caso hay que mantener cierta coherencia y lógica con la propia trayectoria. Ante la ciudadanía, todo esto supone un ir y venir según apuestas a caballos que parecen ganadores en cada caso. Esto contribuye a ese galimatías con el que el Partido Socialista se presenta: posiciones que se adoptan, que luego se abandonan, puestas en escena en un sentido, declaraciones en otro… En fin, así no va a funcionar la interlocución que se pretende tener con la ciudadanía, ni con ese electorado que va menguando.

 

¿A qué están jugando Susana Díaz y Patxi López?

El planteamiento de ellos se basa en recomponer el partido, pero bajo unas claves que otros muchos consideramos cuestionables. En este sentido, ya hay un candidato, Patxi López. Según vamos oyendo, es posible que también haya una candidata… Pero ni mucho menos hay que dar por quitado de en medio a Pedro Sánchez. Todavía no ha dicho una última palabra en cuanto a estas cuestiones. Incluso ha manifestado que Patxi López no es su candidato. Cabe pensar que la decisión que tome sea la de presentar su candidatura.

 

¿Cuál es el papel de Sánchez, ahora que sus partidarios parecen haberse ido con López?

Es cierto que la misma demora de Sánchez ha alentado a una serie de dirigentes territoriales a situarse junto a Patxi López, creo que de una manera precipitada.

 

¿Por qué?

Se han decantado por Patxi López por temor a quedar desubicados. Todos sabemos cómo funciona ese modo de organización de los partidos que llamamos aparato. Provoca presiones y condicionantes muy fuertes. Eso habrá llevado a algunos y algunas a resituarse de esa manera. Pero no hay que olvidar –y en eso insistí yo desde aquel Comité Federal de triste recuerdo del 1 de octubre, y el mismo Odón Elorza lo ha recordado estos días– que en medio de todo esto lo que se ha manifestado es una distancia enorme entre la militancia de base y los órganos dirigentes del partido. Son dirigentes de distintas federaciones quienes han realizado el desplazamiento desde Pedro Sánchez hasta Patxi López. Sin embargo, la militancia, que es la que va a votar en unas primarias, ahí está.

lo que se ha manifestado es una distancia enorme entre la militancia de base y los órganos dirigentes del partido

 

¿Dónde exactamente?

La militancia empezó viendo atónita todo esto que sucede y ha ido manifestando su indignación, su disconformidad y sus críticas. No hay más que ver las plataformas que han ido surgiendo por todo el territorio. Esa militancia está ahí con la papeleta que en su día tomó en sus manos para votar. Es ahí donde puede estar la fuerza de Pedro Sánchez si decide presentar su candidatura.

 

Desde fuera del partido, la sensación es que la militancia tiene poco o nada que decir en las decisiones, que no se le presta atención.

Lo suscribo, claro. Prueba de ello han sido las declaraciones de distintos dirigentes cuestionando que se consulte a la militancia, que haya una democracia participativa. Se hace una interpretación sesgada e interesada, y en este sentido abusiva, de la democracia representativa en el partido socialista. Hay temor a esa democracia directa, temor a quela militancia tome la palabra, a que se exprese y decante las posiciones del partido hacia donde están las expectativas de la propia militancia.

 

¿Dónde están?

Sin duda, en un alto porcentaje, la militancia sigue manteniendo su compromiso. Están en la izquierda. La del Partido Socialista es una militancia que se sitúa claramente en la izquierda.

La del Partido Socialista es una militancia que se sitúa claramente en la izquierda

 

¿Es posible identificar en la izquierda a un PSOE que ha dado el Gobierno al Partido Popular?

Claro, eso forma parte de toda esta situación anómala, que se da por esa contradicción que señalas. El apoyo pasivo que entregó ese poder al PP, ahí está la contradicción. Habida cuenta, además, que no estamos ante una derecha cualquiera, como podríamos encontrar incluso en la CDU alemana, sino una derecha descompuesta de corrupción. La conciencia colectiva está informada y con una opinión clara acerca de la corrupción sistémica que existe en términos de financiación ilegal del PP.

 

Una podría pensar que, dándole el Gobierno a ese PP corrupto, el PSOE se convierte en cómplice.

Por lo menos, en connivente. Hay una especie de amnistía fáctica respecto a los casos de corrupción. Se piensa que estas cuestiones quedan zanjadas, como a veces dicen desde el mismo PP, con el voto de los electores. Los electores tendrán sus motivos para votar, pero eso no supone que, desde otras fuerzas políticas, se le dé vía libre al Gobierno.

 

Parce como si el PSOE actual con tal de no pactar con Podemos, pacta hasta con el diablo.

Ese ha sido precisamente uno de los detonantes de toda esta situación a la que nos hemos visto abocados desde que se produjo la dimisión de los 17 miembros de la Ejecutiva para hacer caer al secretario general, Pedro Sánchez.

 

También hay que recordar que el primer pacto de Sánchez fue con Ciudadanos, un partido no precisamente progresista.

Sánchez, en un primer momento, se inclinó hacia Ciudadanos porque no le quedaba otra. Y en aquella resolución famosa algunos votamos que no, justamente porque en verdad buscaba bloquear el paso a un pacto con Podemos. Aunque también es cierto que Podemos, en su día, no puso las cosas fáciles. Pero, llegados ya a esa puerta que transitaba a través de Ciudadanos a la posibilidad de Gobierno, una vez que el PP no podía, se encendieron varias alarmas dentro y fuera del PSOE. A eso hay que añadirle la posibilidad de que Pedro Sánchez lograra un pacto con determinados partidos catalanes catalanistas e incluso defensores de la independencia, pero que están representados en el parlamento español. Esas alarmas llevaron a que se pusiera en marcha en el PSOE no solo una manera de zanjar esta cuestión, sino una verdadera operación de estado. Había muchos intereses que convergieron para hacer caer a Pedro Sánchez y a lo que en aquel momento podía significar un giro del PSOE hacia la izquierda.

 

Ese golpe, como usted afirma, fue una “operación de estado” en la que se vio muy presente a Felipe González.

Felipe González sigue teniendo un peso considerable dentro del PSOE. Está lejos de tener cargos orgánicos, pero sin duda sus opiniones tienen peso. El problema es cuando se sacralizan las opiniones de ciertas figuras, y en el caso de González se le da un tratamiento excesivo. Lo cierto es que son unas opiniones que condicionan sobremanera, porque no se trata solo del argumento que se verbaliza. Podemos pensar que, detrás de esas opiniones, hay muchos otros elementos de fuerzas que convergen para decantar una posición política en determinada dirección.

 

A lo que voy es que, cuando se quitaron de en medio a Sánchez, no parecía una opinión más, sino una intervención efectiva y directa de González y otros poderes del Estado.

Sí, sí, sí. Hubo declaraciones en los medios de comunicación muy explícitas al respecto. En el sentido no solo de poner en cuestión la figura del secretario general, sino casi casi de invitar a tomar medidas para que quedara desplazado, como acabó ocurriendo. Esto respondía a una lógica que venía de atrás. El papel de Felipe González en la misma campaña anterior al 20 de diciembre, en las primeras elecciones generales, ya era un papel muy expresamente contrario a un pacto con Podemos. En aquel momento, González utilizó hasta la saciedad el epíteto de populismo para descalificar a Podemos. Se puede estar más o menos de acuerdo con lo que se puede entender como populismo de izquierdas, pero en aquel contexto estaba utilizándose como un instrumento de descalificación claro para vetar cualquier posible acuerdo. Pedro Sánchez, entrevistado por Jordi Évole, reconoce lo que algunos dijimos ya en su momento –yo lo dije en aquella campaña para las primarias del 2014–: que hay que establecer interlocución con partidos que estaban de nuevas en la izquierda. Utilizar populismo como rótulo de descalificación, se constituía como una manera de fijar obstáculos insalvables para ese diálogo.

González utilizó hasta la saciedad el epíteto de populismo para descalificar a Podemos

 

El PSOE sigue diciendo que debe buscar su proyecto político o su proyecto ideológico. ¿Es que no lo tiene?

El partido socialista lleva mucho tiempo dándole vueltas a esa necesidad de clarificación ideológica. Hay medidas programáticas interesantes, pero lo que falta es un proyecto donde todas esas medidas tengan un marco de referencia, un hilo conductor y un horizonte… podríamos decir que emancipador, de solidaridad, donde esos objeticos de libertad e igualdad queden articulados. Lo que falta justamente es esa visión de proyecto.

 

¿Por qué le falta?

No es un problema exclusivo del PSOE. Es un problema de la socialdemocracia europea, que en los años largos de hegemonía neoliberal, de la cual no nos hemos librado, quiso mantener políticas redistributivas pero sin tocar las dinámicas económicas del mercado tal como las proyectaba y llevaba a cabo la ideología neoliberal. Al final, cuando vienen tiempos de crisis, se verifica que las políticas sociales de redistribución no se sostienen sin políticas económicas de carácter al menos socialdemócrata. Esa conjunción entre política económica neoliberal y políticas sociales con impronta socialdemócrata es lo que no resulta. De ahí el desconcierto del Partido Socialista cuando no acaba de definirse. El PSOE sigue en posiciones muy timoratas, tanto en el ámbito nacional como en el europeo. La socialdemocracia europea no es capaz de frenar las medidas de la Troika. Por ejemplo, cuando la Troika no solo pone contra las cuerdas sino que lleva al altar del sacrificio al Gobierno griego, y con él al país, aquí todo el mundo se queda paralizado. No se cambió el rumbo de esas políticas llamadas “de austeridad”. A Grecia se quiso aplicar una medida ejemplarizante para que nadie sacara los pies del plato, y así ha sucedido, y esta es la situación.

El PSOE sigue en posiciones muy timoratas, tanto en el ámbito nacional como en el europeo

 

El PSOE se declara “obrero”, un partido “de los trabajadores”. ¿Cómo va a representar a esas clases que describe un partido que ha dado el Gobierno al PP?

Claro. Ahí está de nuevo la contradicción del Partido Socialista. Tiene que tener claro a qué sectores de la sociedad quiere representar y cómo quiere representarlos. Tiene que tener clara la política que se diseña y se quiere presentar para concitar los apoyos en medio de todas estas circunstancias sociales nuevas. Lo que no vale es seguir hablando de “la gente”, así en general. No vale ese discurso generalista que, pretendiendo ser transversal, busca recoger demandas de todos los sectores sociales posibles y así conseguir que se traduzca en votos. Así presenta proyectos y luego programas no suficientemente definidos. Hay que clarificar el proyecto.

 

¿Cree usted que eso puede encabezarlo Susana Díaz?

Pues mire, sinceramente, no. Por eso no suscribo su propuesta de candidatura. Creo que no responde a lo que una opción socialista debe representar para el conjunto de España. Otra cosa es su papel en Andalucía, donde bastantes problemas tiene que resolver.

¿Cree usted que eso puede encabezarlo Susana Díaz? Pues mire, sinceramente, no

 

Para terminar. ¿Sabe qué va a hacer Pedro Sánchez?

Estoy pendiente de lo que decida. Creo que ha tenido un tiempo de necesaria reflexión, y de hacerse cargo de esta situación que se le vino encima, durísima. Fue una ignominia. Yo he tenido serias discrepancias con él, pero cuando fui comprobando, constatando que se verificaba todo lo que ya se veía venir, pensé que este hombre estaba recibiendo un trato absolutamente injusto. Él ha hecho su recorrido, y su recorrido es hacia la izquierda. Espero que diga algo. Si decide presentar su candidatura, no va a estar en el vacío, no va a partir de cero. Cuenta con todo ese sector de militancia que, en buena medida, se ha aglutinado en estas plataformas que se han ido reuniendo en toda España. Y esa militancia también necesita un horizonte a través del cual vea que puede tomar cuerpo y vehicular sus propias expectativas. Quien ahora mismo las puede canalizar y dar potencia política a esas expectativas es Pedro Sánchez.

 

¿Qué le hace falta?

Que el proyecto que presente sea consistente, de renovación, de reubicación del partido a la izquierda, de una efectiva democracia interna, que a los partidos les cuesta mucho articular. Y que sea capaz de rodearse de un equipo que a través de un trabajo colectivo pueda encarnar una alternativa en el PSOE.

 

Y compañeros de viaje, que no sé si le quedan…

Por eso insisto en el equipo. Hay tiempo y veremos cómo se va decantando todo esto. Esas manías de posicionarse oteando el horizonte inmediato para que los acontecimientos no le pillen a uno en el lugar inadecuado, eso hace que muchos hayan emprendido ese camino de dejar aparcada a una figura que se piensa que está amortizada, pero el panorama que presentan las otras candidaturas tampoco es tan ventajoso, la verdad. Creo que la militancia tiene que pronunciarse. Lo que espero es que el aparato juegue limpio y permita las elecciones internas en el PSOE.

2 COMENTARIOS

  1. Siento disentir con uno de los pocos socialistas que aun, de momento, quedan en el PSOE. A Sánchez lo que siempre le ha faltado ha sido valor. Y sigue careciendo de el. ¿Que espera, que le hagan todo el trabajo?
    Ser socialista es pensar socialista, no hace falta otra cosa para empezar. Si tienes un proyecto, te presentas y lo defiendes. Si ganas estás dentro, si pierdes lo has intentado con honor. Si te echan, quizás es que ese no es tu sitio. Pero una persona de honor, un luchador, siempre tendrá un sitio en la izquierda. Un cobarde, alguien que está medrando que solo piensa lo que a él personalmente le viene mejor. Ese tipo de personas es mejor tenerlos lejos.
    Ojalá me equivoque

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