El Refugio

No hacía ni media hora que habían llegado. Fuera, hasta a los gatos callejeros les castañeaban los dientes. El salón, templado ya por la calefacción, era una de las pocas estancias de aquel caserón situado en medio de la nada en el que habían decidido derrochar el fin de semana. El pueblo, pequeño y compactado dentro de un diminuto valle orientado al norte, era más bien una recreación de Siberia que una villa de la dura estepa invernal castellana. Desde la casa se difuminaban las farolas amarillas del pueblo sembradas como las velas de un pastel de cumpleaños. A esas horas de un viernes del mes de enero, hacía ya rato que el sol había emigrado. Se dispusieron pues a ver la televisión. ¡Trescientos euros pagados por aquel refugio siberiano para ver la televisión! -pensaba Tomás-. No llevaban ni diez minutos sentados de espaldas a una chispeante chimenea, cuando la caja tonta se quedó en negro.

-Tomás, tú que entiendes, mira a ver que le pesa a este cacharro –le dio su esposa Maribel-

Y Tomás, giró la tele, desmontó el viejo panel trasero en el que se escondía el tubo catódico, abrió el maletín que le acompañaba siempre, sacó un miliamperímetro y empezó a hacer comprobaciones.

– No hay tensión, dijo al cabo de un rato. Se habrá quemado el transformador.

– ¡Pues vaya! Exclamó Maribel. A ver ahora qué hacemos aquí por las tardes. Claro que,… Podríamos acercarnos a la ciudad. Tal vez haya algún Carrefour abierto. Tendríamos que comprar una tele nueva.

-¿Y dejarla aquí? Ni de coña.

– ¡Jo! Una pequeña. Nos la llevamos el domingo.

-¿Jessica, que haces ahí debajo?

Jessica, la niña pequeña, sonreía con cara de niña buena, mientras sostenía el enchufe de la tele en la mano.

 


 

Pasividad y derechos pasivos

La Seguridad Social tuvo un déficit en 2015 de 16.000 millones de euros. Pero parece que la bancarrota de las pensiones a la que nos está llevando este desgobierno de tramposos, no les preocupa ni a los foros de empresarios, ni a la canallesca vociferante de tertulias radiofónicas y telebasura, ni por supuesto a esos medios de incomunicación en cuyo accionariado mandan los bancos. Todo queda en unas breves menciones, como en un caldo de borrajas.

El sistema actual de derechos pasivos, ya no funciona. Para algunos gurús de la desinformación, las pensiones son una carga en un mundo pensado para una esperanza de vida de 65 años y cuya versión actual alcanza los 82,38. Claro que esta misma, era la causa adolecida en 1991 cuando ya se vaticinaba el inminente fin del sistema de pensiones (le daban entonces cinco años para la quiebra) y la esperanza de vida rondaba los 73 años. Por supuesto que para todos estos machacas del liberalismo, que desde la primera reforma del sistema de pensiones en 1985 (Ley de Medidas Urgentes por la Racionalización de la Estructura y Acción Protectora de la Seguridad SocialToma ya, nombre rimbombante!]), se hayan ido reduciendo las cuotas empresariales a la Seguridad Social con el cuento chino de la creación de empleo, no tiene nada que ver con la situación de UVI en el que se encuentra el actual sistema.

El lector podrá pensar que, gracias al cada vez más restrictivo acceso al cobro de una pensión, el sistema ha ido alargando su agonía. En 1982, cuando el PSOE llegó al gobierno, eran 8 años el mínimo de tiempo de cotizaciones necesarias para el acceso a la jubilación. Ahora son 35 años y 9 meses que serán 37 en 2027. Este aumento, bajo mi punto de vista, no tiene nada que ver con el “cuadre” de las cuentas del Sistema de Pensiones y si con el adoctrinamiento en la desilusión y en la desmotivación del asegurado para encauzarle hacia un sistema de pensiones privado, con el que bancos y fondos hacen negocio. Y sobre todo los gestores que a pesar de su nula rentabilidad siguen cobrando cuantiosas comisiones. Sistema, que por cierto según el Financial Times, ha provocado en USA un agujero de 4 BIILLONES de dólares, dato del que no he oído comentar a ninguno de los radiofonistas tertulianos nada y que parece que al periódico global se le ha olvidado incluir en una de sus arengas editoriales.

Durante años se ha fomentado la maledicencia de que las cuotas de los trabajadores de hoy, pagan las pensiones de hoy. Y eso no es nada más que otro de los mantras difundidos para hacernos sentir culpables. Yo no pago mis cuotas para la jubilación de nadie salvo la mía propia. Los que ahora están jubilados, han pagado durante el periodo que les han exigido, las suyas propias, con el hándicap además de que, cuando les han endurecido las condiciones, nadie ha podido decir absolutamente nada. Si unos malos gestores han provocado la situación actual, entre otras acciones punibles, usando la caja de la pensiones para comprar deuda pública y “maquillar” estadísticas, ellos serán los responsables y no los trabajadores actuales. Cuando se rebaja hasta la indecencia las cuotas (50 €) a los que ahora llaman emprendedores, y que, en la mayor parte de los casos no son sino empleados en B, cuya trampa es obligarles a darse de alta como autónomos para esquivar vacaciones, pagas extras, indemnización por despido y cuotas a la seguridad social, se está contribuyendo al quebranto la caja única. Cuando se permiten contrataciones en prácticas, exentas de sus respectivas cuotas durante meses, se está contribuyendo a la ruptura del sistema. Cuando se incentivan contrataciones temporales con salarios de miseria, en jornadas de una hora o de dos días, se está poniendo fin al sistema público de pensiones.

Ahora se nos quiere convencer de que la solución esta en los cantos de sirena que llaman “Mochila Austriaca” o “Modelo Japonés”. En el primer caso no es un sistema de pensiones propiamente dicho ya que lo que hace este sistema es que el empresario “deja” una parte del salario del trabajador, en una caja aparte, para el día en el que éste sea despedido o se jubile (por cierto, que algún empresario del taxi ya lleva tiempo haciendo esto. Cada día que el subcontratado saca el taxi a faenar, 5 euros). Cuando un 90 % de los contratos son temporales o cuando los indefinidos sólo duran un mes, o cuando el salario que se paga es de menos de 400 euros, pensar en la “Mochila Austriaca” como sistema de pensiones es una burla o lo que es lo mismo, una infamia para seguir tratándonos como verdaderos imbéciles. El sistema japonés, por su parte, puesto en duda por la vorágine liberal hasta en el propio Japón, tampoco es posible en la situación de precariedad actual y por las mismas causas expresadas anteriormente.

Ninguno de estos gurús ponen en duda la financiación pública de los más de ocho millones de euros que le cuesta al erario público la Casa Real, ni predicen su quiebra por falta de ingresos. Ningún gurú pone en duda los 25 millones que nos cuestan las pensiones de ex-diputados y ex-senadores aunque carezcan de ingresos. Ningún gurú cuestiona que ex-presidentes del Gobierno, anclados en sillones de Consejos de Administración, le cuesten al estado en un órgano llamando Consejo de Estado más de 20 millones de euros al año, aunque tampoco haya contraprestación en ingresos. ¿Por qué ponen entonces en cuestión lo que los trabajadores se han ganado a pulso durante 35 años de trabajo y contribución al sistema?

Debo recordar que, tal y como está montado el sistema, mi generación, será la última en llegar a jubilarse aunque éste no sea retocado. Con el paro generacional de los jóvenes entre los 18 y los 35 años, no hay cristiano que acabe cotizando los 37 años necesarios para llegar a cobrar el 100% de la jubilación. Si a esto le sumamos que, en el caso de llegar, los salarios y cotizaciones son de limosna, la jubilación se convertirá, como ha pasado en Chile, en una broma de mal gusto.

Aquí, el problema está en la pasividad del contribuyente. Los menores de 40 años ven su jubilación como algo lejano y los mayores de 65, granero de votos del Partido encausado por corrupción, creen que ellos están a salvo. Si esto sigue así, ya veremos qué pasa cuando dentro de año y medio no haya “cash” para pagar la extra de diciembre. Claro que, visto lo que sucede en la sanidad, la culpa será del Chachachá.

Dejémonos de proyectos estúpidos para arreglar el sistema de jubilación y pensemos que es este sistema económico basado en la injusticia social, con salarios infames el que provoca la agonía del futuro de nuestros derechos pasivos. Para que el sistema siga siendo posible, la única solución es la aportación de dinero. Y, o se vuelve al sistema anterior de aportación empresarial, o como todo, acabaremos pagando los de siempre vía impuestos indirectos, para que los que defraudan, acaben cobrando más que los que pagamos.

 

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