Hay regalos envenenados que uno jamás hubiese querido, ni siquiera para su peor enemigo. Y quizás en esas estamos. Es cierto que el sistema de pensiones se desploma. En estos últimos años el superávit que generaba la Seguridad Social, que iba destinado al Fondo de Reserva, se ha evaporado. La crisis así nos lo convidaba, nos decían. Y la maquinaria capitalista seguía engullendo el erario público. Salvando bancos, autopistas y aeropuertos fantasmas. No estábamos invitados a esa fiesta. Sin embargo, pasado el tiempo, ahora toca pagar y esta vez el pueblo no ha sido invitado al convite. Los fondos para financiar las pensiones se han consumado y se nos presenta un futuro incierto. Incapaces de llegar a un acuerdo quienes tienen la potestad de hacerlo, seguimos esperando, como siempre. Sentados al sol, un lunes más, sin nada qué hacer. Vamos comiendo, decimos. Es lo que importa.
Y quizás esta situación interesa. Por la sencilla razón que cuando más tiempo pase, menor capacidad de reacción tendremos. Y de ese modo, habrá que aceptar, de nuevo, una obligación si cabe, que seguro que buscará esclavizarnos aún más a los intereses particulares de algunos y a las necesidades generales de otros.
Ahora nos invitan a ahorrar. Por lo visto el ciudadano que vive, en obra y gracia, en este respetado Estado de misericordia constante, debe apresurarse y apechugar. Nos hacen sentir culpables. Nos asustan, nos imponen los miedos, nos marcan los límites de nuestros sueños –tienen la sartén cogida por el mango –piensan- lo saben y actúan en consecuencia- y nos venden una vez más como esclavos a las primeras de cambio.
Según los cálculos oficiales, en cada ejercicio económico, nueve de cada diez euros del gasto de la Seguridad Social van destinados al pago de las pensiones. Dicen que quieren que ahorremos, facilitándonos el acceso a aquellos regímenes de Pensiones que lleven más de diez años cotizando. El puente de plata está tendido. Es fácil. Con esta medida, primero nos gastaremos los últimos ahorros que nos quedan. Expuestos a la intemperie, no podremos elegir nuestros designios –saben que el dinero llama al dinero y que el ciudadano se gastará lo poco que tiene –ya harán lo posible para que eso ocurra y nos lo arrebatarán, con impuestos, por ejemplo. Con más subidas de luz, de agua, de carburantes, de I.V.A, de tabaco. Y si quedara alguna duda, nos aplicarán un gravamen más por liberar nuestro dinero que, con tanto sacrificio, esfuerzo y dolor habíamos ahorrado en ese íntimo y secreto plan. Y una vez despojados de todo lo que tenemos, nos impondrán el modelo económico que siempre han deseado: el plan de pensiones privado. El dinero que antes se destinaba a este fin, será redirigido a las empresas de sus más afamados y cercanos amigos o para seguir alimentando esta red clientelar que tanto mal hace al sistema democrático y a sus estructuras económicas.
Este es y será el pan del esclavo. Creer que tenemos al alcance de nuestras manos ser ese ciudadano que siempre quisimos ser y que una vez más se nos deniega con la sal en la lengua.
Sobre el futuro de nuestros hijos, no se preocupe. En el sistema siempre quedará un lugar para aquellos que están destinados a estirar y pulir la alfombra del besamanos por donde la opulencia y la ostentación pasearán sus logros, una vez más, por encima de los restos de nuestros muertos.
Veo que es usted militar. Militar con mirada clara, sabe lo que va a pasar, estamos en el borde, nos han estrujado hasta tal punto que es difìcil reconducir la situación se una manera pacìfica, si cambia el gobierno y entra alguno que dedique su tiempo a intentar corregir esto y meter a los corruPPtos en la càrcel, los mafiosos financieros nacionales e internacionales van a machacar al paìs, y los medios de comunicación màs corruPPtos aún van a sembrar el miedo y señalar al culpable ficticio y a darnos a entender que estamos mejor sometidos a las migajas capitalistas. Usted sabe que esto va a terminar mal. Levantamientos y guillotinas. Ese es el muy posible futuro de este paìs.