Creo que la diferencia es que el paleto sabe que lo es, por lo tanto, puede mejorar.

En mí profesión, monologuista, los paletos somos los que en una mala actuación, al finalizar, no sabemos dónde meternos de la vergüenza. Los gañanes, sin embargo, por muy mal que les haya ido, salen pidiéndo al público que se hagan una foto con ellos.

Y lo peor de todo es que les funciona, por muy mal que hayan estado en la actuación, si al final se despiden uno a uno de cada espectador, les ponen un 9 de puntuación en Atrápalo. Por eso cuando voy a ver un espectáculo me fío de que las criticas tengan una puntuación de 6 a 8 en Atrapalo, sí pasan de el 8, demasiado simpáticos, ¡bodrio al canto!.

Son los típicos artistas que  reciben al público al principio del espectáculo y se despiden de cada espectador a final. Es cómo si quisieran compensar su falta de talento con simpatía.

No me imagino a Mick Jagger en la Habana ante 300000 personas, esperándoles al final en la puerta a cada uno de los espectadores para decirles: «muchas gracias por haber venido», » ya nos veremos un día de éstos».

Como monologuista no se me ocurriría pedirle a alguién que se hiciera una foto conmigo. ¿Y si no les he gustado nada? ¿Y si les he dado hasta asco?. Y sobre todo: ¿van a tener que pasar por el mal trago de darme la mano, y decirme «enhorabuena, has estado muy bien»?.

Lo admirable de un gañán es que por muy mal que le vayan cinco actuaciones seguidas, él confía plenamente en que la siguiente le va salir de puta madre. Lejos de acomplejarse para la próxima, invitará a todos sus familiares y amigos. ¡Con dos huevos!

Y si delante de toda su familia les va mal, no se vienen abajo. Les dicen «es que estoy fusionando humor con drama y la gente no lo termina de pillar». ¡Y a tomar por culo!!

Es un embaucador, un poco pesado, pero que a los empresarios se los gana, porque él cree completamente en su trabajo. Tiene contactos, se mueve guay en las redes, prepotente con los débiles y pelota con los poderosos.  ¡Y qué coño! En esta vida, que te estás llevando todo el día hostias, ¡quién no quiere que le regalen los oidos!

Y ahora todo lo tienen a favor, con el provincianismo de las redes, la apariencia como bandera, ya no tienen que currarse nada guay. Sólo tienen que hacerse una foto con el famoso de turno,  poniendo de excusa el típico «es que pasaba por aquí», aunque para encontrárselos, se hubiesen tenido que pillar dos trenes.

Y aunque tengas un amigo gañán, que sea muy malo en su profesión, yo no se lo diría nunca. Porque lo importante es que son felices. Hacer las cosas bien es un medio, ser feliz es un fin.

También son mentirosos compulsivos. Y además, con mentiras que las podrías contrastar en cualquier momento. En mí profesión, alguno de los veteranos, cuando te cuenta las batallitas de «antes, quien no ganara 7000 euros como monologuista es porque era tonto». En vez de, decirle: «tú 7000 euros no has ganado en tú puta vida » ¡pero si llevas el mismo seat ibiza desde hace 18 años!!! No, yo con los mentirosos, no soy de los que les corto, les dejo hablar, porque me dan más material para el monólogo que una exnovia.

Pero también, como paleto, me he aprovechado de los gañanes. Porque gañanes hay en todas las profesiones y en la hostelería hay unos cuántos. Así que cuando me sale mal una actuación, le empiezo a piropear al hostelero, le digo: «pues tienes un garito bien montado», «esta de puta madre», «se nota que te lo curras»… Y él termina pensando, qué malo era el hijo puta, pero que majo que es. Sí me piden recomendación, les diré que es un monologuista de 9.

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