La decisión de la Audiencia Nacional de adelantar casi un mes la salida de prisión del exlíder de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi, condenado el 16 de septiembre de 2011 por la Audiencia Nacional a 10 años de prisión e inhabilitación especial durante 10 años por un delito de integración en ETA en grado de dirigente y por intentar reconstruir la ilegalizada Batasuna a través del grupo Bateragune, es una buena noticia para Euskadi en general y en especial para todos los que amamos la paz y el diálogo frente a la barbarie y la sinrazón.

Un personaje público del perfil de Arnaldo Otegi se antoja hoy, en pleno 2016 y ya muy lejos de aquellos dolorosísimos años de plomo y desolación, más necesario que nunca para tender puentes de diálogo en una tierra aún muy necesitada de gestos contundentes que rompan definitivamente la etapa de deshielo a pasos de caracol que vive Euskadi desde el cese definitivo de la violencia por parte de ETA.

Pese a todo, Otegi no podrá volver en mucho tiempo a ejercer como cargo público, ya que el pasado 18 de enero, la sección cuarta de la Audiencia Nacional rechazó un recurso contra la ejecución de la pena de inhabilitación para cargo público a la que fue condenado y donde alegaba que en la sentencia del ‘caso Bateragune’ no se especificaban “los empleos, cargos u honores sobre los que recae la inhabilitación”, y pedía que se diera por cumplida cuando saliera de prisión.

La Audiencia Nacional respondió a Otegi que cuando se empezó a ejecutar esa pena, en septiembre de 2014 (fecha en la que terminó de cumplir otra pena de inhabilitación absoluta por un delito de enaltecimiento del terrorismo), no se opuso a la nueva liquidación que fue aprobada el 24 de enero del 2013, por lo que fue declarada firme.

Este acuerdo de la Audiencia Nacional imposibilitará a Otegi presentarse como un hipotético candidato a las elecciones autonómicas del País Vasco, que se celebrarán el próximo otoño con toda probabilidad.

Pese a este impedimento, sí podrá participar en la campaña electoral, con un cometido prioritario para la izquierda aberzale: recuperar el espacio electoral que le ha arrebatado Podemos en las pasadas elecciones generales del 20D.

Esta es la segunda reducción del tiempo de la condena de la que se ha beneficiado Otegi, ya que en un principio su salida de la cárcel estaba prevista para el 8 de abril, pero en noviembre, con una nueva liquidación (basada en la nueva doctrina del Supremo sobre el cómputo de las comparecencias periódicas en el juzgado como periodo en prisión preventiva), la Audiencia Nacional le adelantó 11 días su excarcelación definitiva y la fijó el 28 de marzo.

La decisión de la Audiencia Nacional puede ser recurrida ante el Supremo para intentar volver a recuperar su habilitación política lo antes posible. Precisamente el alto tribunal permitió a Iker Casanova, condenado a siete años y medio de prisión en el ‘caso Ekin’, presentarse como candidato a las elecciones del 2011 y ahora es parlamentario en la Cámara vasca.

El alto tribunal dictaminó entonces que las inhablitaciones absolutas afectan a todos los cargos públicos y, por tanto, no es necesario concretarlos. Sin embargo, en el caso de las inhabilitaciones especiales es preciso especificar los puestos a los que no puede optar. En precisamente en este segundo grupo donde se encuentra Otegi.

Portada C16En el año 2004, el que suscribe estas líneas firmó una entrevista en exclusiva en Cambio16 y también en Aldaketa16 en euskera con el por entonces líder abertzale. En ella, Otegi apostaba claramente por una resolución definitiva del conflicto vasco con el cese total de la violencia. Ese deseo fructificó años después, el jueves 20 de octubre de 2011, bajo el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Tras 43 años con cientos de muertos y muchísima desolación, Euskadi se levantó sin la amenaza constante de la muerte en cualquier esquina y Otegi tuvo un papel protagonista en aquel proceso.

Pese a todo, Otegi fue actor principal en comprobar cómo se alejaba la izquierda abertzale de ETA a consecuencia de esa ruptura del proceso de paz de 2006, que fue precisamente el factor determinante que aceleró el final de la banda terrorista, materializado en el anuncio de cese definitivo de su actividad armada en octubre de 2011.

Precisamente en un artículo de opinión titulado Otegi y el camino de la paz, en mi sección Reflexiones desde el soberado, ya apostaba públicamente en mayo de 2004 por la figura de Arnaldo Otegi como un pilar básico en el proceso de paz. Los hechos son tozudos, pero han venido con el tiempo a darme la razón en mayor o menor medida porque la paz solo tiene un camino.

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