Una voluntaria sostiene a un bebé refugiado que acaba de llegar a Lesbos en una lancha.

Cuando en el 2012 miles de hombres protestaron en contra de las violaciones que tenían lugar en la India, la organización feminista CREA lo consideró como un gran éxito. Pero pronto se dieron cuenta de que éstos mismos defendían también la idea de no dejar que las mujeres salieran solas por la noche o favorecían el matrimonio temprano para que estuvieran protegidas. La respuesta fue muy interesante, las organizaciones feministas volvieron a la carga con un nuevo lema “no protejan sus cuerpos, sino sus derechos”.

Esa misma contradicción encuentro en la percepción de los europeos hacia los refugiados; políticas sociales solidarias basadas en un paternalismo que, cuando rascas un poco, empiezan a soltar toda la bilis que llevaban dentro. Es este paternalismo el que nos permite aceptar que la Alcaldesa de París haya decidido crear un campo de refugiados en el norte de la ciudad o que Noruega y Suecia empiecen  a rechazar a refugiados bajo la excusa de que ya no tienen más casas de acogidas o que su sistema no permite absorber más refugiados. Deberíamos preguntarnos desde qué paradigma o análisis del problema comenzaron a aceptar a estos refugiados.

Hace ya tiempo, un israelí anti-sionista (haberlos, haylos) me contaba que para trabajar con los palestinos primero teníamos que descolonizar nuestras mentes. De lo contrario acabamos apoyando partidos de fútbol entre palestinos e israelíes para promover la paz y no nos damos cuenta de que no existe un problema entre palestinos e israelíes sino entre opresores y oprimidos.

No es de extrañar que el rechazo a las políticas de refugiados venga tanto de la derecha como de la izquierda: los primeros temiendo la desintegración de un sistema nacional, los segundos de nuestro sistema de bienestar. Pero en los dos casos, la base es la misma, el “nosotros” versus el “otro”, el que disfruta de unos derechos nacionales versus el que no.

Aquí llegamos a la raíz del asunto, un derecho si no es universal, es un privilegio. Y nosotros, los europeos, todos, estamos en una posición de poder. Al igual que los hombres en la violencia machista, al igual que los israelíes con los palestinos. No hay frase más repetida por alguien que se encuentra en una posición de poder que la de: “ese no es mi problema, ese es tú problema”, la habrán escuchado hasta en conversaciones con amigos. Desconfíen de estas personas porque normalmente tienen mucho más que ver con el problema de lo que creen y el no reconocimiento del mismo no permitirá nunca resolverlo..

Por eso, el problema de los refugiados no es un tema de solidaridad. Dejemos de enviarles ropa (no hay nada más humillante), dejemos de sentir pena por ellos, dejemos, cooperantes, de hacernos fotos con niños refugiados, dejen, periodistas, de visitar el campo de Zaatari o Azraq, sólo un 20% de los refugiados en Jordania viven en esos campos. Comencemos a tratar el problema en base a derechos. Comencemos a pensar políticas sociales a nivel global porque vivimos en un mundo interdependiente y porque a una política social que es para una sola nación se le llama nacional-socialismo. Vivimos en un mundo injusto y solamente juntos, conscientes de las diferencias de poder, podremos acabar con esta injusticia.

1 COMENTARIO

  1. Lo que hay que evitar es que haya refugiados y que cada Pais pueda vivir en Paz y desarrollarse libremente. Para eso hay que denunciar la nefasta política de las últimas dos décadas de los USA seguido por sus aliados Israel, y algunos países Europeos. En Afganistán, Iraq, Libia, Egipto, Túnez, Siria…. ¿De qué ha servido derrocar a sus antiguos gobiernos ? Solo sirve para que las Multinacionales se apoderen de los recursos naturales de esos países y para crear tensiones suplementarias. Que en definitiva afectarán a todos.

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