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No nos engañemos más: esta es la guerra soterrada que puede terminar mal

Pere Cardús
Pere Cardús
Periodista del periódico digital VilaWeb. Colabora habitualmente con otros medios de comunicación publicando artículos de opinión y participando en tertulias de análisis político. Da charlas sobre actualidad y periodismo cuando se lo piden entidades y organizaciones de base. Antes de dedicar-se al periodismo político, dirigió la revista de cultura Escletxa, fue consultor de estrategias de comunicación para instituciones públicas y empresas. Se graduó en Cine y Comunicación Audiovisual (ESCAC) y es master en Dirección de Empresas, MBA (EUNCET). Le podéis encontrar en @perecardus.
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análisis

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Artículo publicado por gentileza de Vilaweb.cat, donde hoy se ha publicado la versión original en catalán que puede leer directamente aquí. 

 La mayoría republicana pone dos estrategias diferentes y contradictorias sobre la mesa.

El objetivo de este artículo es entender cuáles son las estrategias reales, sabiendo que hoy tenemos mucha más información que el pasado Lunes . Dejémonos de florituras y vayamos al grano. La mayoría republicana pone dos estrategias diferentes y contradictorias sobre la mesa. No sabemos cuál será capaz de imponerse. Pero el martes, en el parlamento, asistimos a una pugna real entre una y otra. Y ya puede tener bien claro que los dos actores principales, JXCat y ERC, juegan fuerte y quieren ganar. Y también podemos tener bien claro que una cosa es lo que se dice abiertamente y la otra es el objetivo real de cada decisión que se toma.

Ambas estrategias pretenden llegar a consolidar la independencia

¿Cuáles son estos dos caminos? Por un lado, JXCat quiere poner España contra las cuerdas forzándolo a actuar contra la investidura de Puigdemont. Por otra, ERC quiere recuperar el gobierno sin pisar la raya roja marcada por el estado y, por tanto, con un candidato ‘autorizado’ a la investidura. ¿Quieren la independencia ambos o no? Esto es un juicio de intenciones. Pero por mi conocimiento de varias de las figuras que defienden y dirigen estas estrategias, puedo decir que la divergencia no está en este objetivo final. En principio, ambas estrategias pretenden llegar a consolidar la independencia. Veamos los detalles y los desvíos.

¿Portarse bien?

La estrategia de Izquierda (ERC) consiste en investir a un presidente diferente de Puigdemont

La estrategia de ERC consiste en investir a un presidente diferente de Puigdemont. Es una estrategia que también tiene el apoyo de figuras de peso del PDECat, por convencimiento o por cuentas pendientes con el presidente exiliado, que optó por borrarlos del mapa. El problema de ERC es que hasta ahora ha dicho que su candidato es Puigdemont. Y también ha hablado de ‘restituir’. Sabe que hay un deseo muy extendido entre el independentismo de base para restituir al presidente expulsado por el gobierno español con el 155. Por lo tanto, si no se quiere poner en contra a muchísima gente de este país al que aspira a atraer en próximas elecciones, ERC ha de intentar aplicar la máxima que dice ‘que se consiga el efecto, sin que se note el afán’. Es decir, esta estrategia consiste en no superar el límite marcado por el estado hasta que no se pueda presentar un resultado electoral con fuerza de más del 50% de los votos.

la estrategia de España es reducir progresivamente el recuadro dibujado en el suelo del que no podemos salir los independentistas

‘Hay que acumular fuerzas y ampliar la base’, dicen a favor de la propuesta. El problema es que ir de buenos no ha sido nunca ninguna garantía de mejora de las condiciones del empleo y contra la represión. Ya lo dijo Rosa Parks: ‘Cuanto más cedíamos y obedecíamos, peor nos trataban.’ Y es que la estrategia de España es reducir progresivamente el recuadro dibujado en el suelo del que no podemos salir los independentistas. Las líneas rojas son cada vez más restrictivas. Esto ya lo hemos podido comprobar estos meses. La capacidad de movimiento será cada vez más pequeña. Por tanto, el margen de maniobra de una legislatura dedicada a ampliar la base independentista es un misterio muy oscuro.

El éxito de la estrategia de ERC requiere que Puigdemont desista de querer ser investido y Juntos por Cataluña proponga un candidato alternativo que no tenga ninguna amenaza judicial activa

El éxito de la estrategia de ERC requiere que Puigdemont desista de querer ser investido y Juntos por Cataluña proponga un candidato alternativo que no tenga ninguna amenaza judicial activa. Así se protegería el riesgo encima Roger Torrent y la mesa del parlamento y se aceptarían las condiciones puestas por el Tribunal Constitucional. Con este nuevo presidente (o presidenta), se podría formar un gobierno. La duda es qué haría este gobierno cuando llegue otra prohibición de un juez español. ¿Habría que dar un paso atrás ante cada amenaza para poder tener cuatro años apacibles de normalidad autonómica vigilada? Y ¿alguien cree que el estado concederá el favor de liberar a los rehenes por haberse portado bien? ¿De verdad que todavía no hemos probado con bastante realismo el rigor del carácter histórico del estado español?

Y después, ¿qué? 

Hablemos ahora de la estrategia de JXCat. Aquí también hay ahora más sinceridad de la que ha habido nunca. Investir presidente a Puigdemont ¿con qué finalidad? ¿Con la idea de ejercer como presidente? ¿Con la voluntad de poner el estado contra las cuerdas ante la comunidad internacional? ¿Como un paso previo a activar un plan B con un candidato alternativo cuando la investidura de Puigdemont sea declarada nula? ¿Con el objetivo de hacer otras elecciones si ERC no la facilita? ¿O bien para emprender un bloqueo institucional que termine activando algún tipo de mediación?

Hay más transparencia en Juntos por Cataluña, evidentemente. Porque todo el mundo ve muy claro que no hay disposición a hacer la revuelta pendiente desde el 3 de octubre -cuando la gente ya estaba en la calle- y que tampoco se podrá gobernar contra España, como tampoco se hizo después del 27 de octubre. Por lo tanto, ¿qué objetivo hay tras la investidura de Puigdemont? Hay que tenerlo claro porque los ‘sacrificios’ que tengan que hacer los miembros de la mesa o quien sea deben estar al servicio de una estrategia que valga la pena. Y teniendo en cuenta cómo es la represión española, es normal que todos quieran entender a favor de qué se juega.

Es cierto que está en juego la dignidad política de un pueblo y el respeto por el resultado de unas elecciones. Es cierto que existe el noble objetivo de la restitución de un presidente que ha sido el blanco principal de la represión española. Una represión que tan sólo ha podido esquivar parcialmente por la estrategia inteligente del exilio. Pero el ejercicio de realismo no lo puede esquivar nadie. Por lo tanto, hay que tener claro que se hará al día siguiente de la declaración de nulidad del TC. ¿Se nombrará un nuevo candidato para una segunda investidura? El problema de esto que pasa entre Juntos por Cataluña e Izquierda (ERC) es por el desacuerdo sobre este segundo candidato? ¿ERC estaría dispuesta a hacer la investidura de Puigdemont si la alternativa correspondiese a Marta Rovira? ¿Estamos ante una pugna soterrada para decidir si la nueva presidenta será Elsa Artadi o Marta Rovira?

Si no hay investidura de Puigdemont …

Y si este fuera el plan, ¿qué papel correspondería a Puigdemont? Sería un presidente simbólico en el exilio? O sería consejero de Asuntos Exteriores del gobierno? Todo ello son caminos posibles que hay que estudiar detenidamente para saber qué nos acerca más a la consolidación de la República proclamada y qué nos aleja más. Pero todavía hay una posibilidad muy real de terminar haciendo unas nuevas elecciones. Si Torrent (ERC) no termina permitiendo el pleno de investidura de Puigdemont, no veo claro que Juntos por Cataluña acepte de activar un plan B y hacer ver que aquí no ha pasado nada. Entonces ¿qué pasaría?

¿Qué harían en unas nuevas elecciones estos votantes? 

Evidentemente, no hay ninguna mayoría alternativa a la de un entendimiento de Juntos por Cataluña y ERC. Por tanto, las elecciones servirían de árbitro para el desempate. ¿Habrá un voto de castigo a ERC por no haber investido a Puigdemont? Hay que recordar que la mayoría de votantes de Izquierda consideraban que había que restituir el presidente exiliado. ¿Qué harían en unas nuevas elecciones estos votantes?  ¿La CUP podría reforzarse con toda aquella gente que estaría harta de la batalla entre los dos grandes? ¿Qué sacaría ERC de unas nuevas elecciones? Y ¿cuál sería la situación de los encausados ​​en la causa general contra el independentismo si se cumpliera la amenaza de las inhabilitaciones preventivas? Se podrían presentar a las elecciones? Hay algún jurista que dice que este tipo de inhabilitación no afecta al derecho de elegibilidad, sino que solamente se prevé para cargos políticos en ejercicio. Pero ya sabemos que la ley en España no se escribe igual cuando se trata de los catalanes.

¿Y el bloqueo?

¿Y si resulta que el objetivo fuera evidenciar la anormalidad de la situación y resistirse a aceptar un cierto grado de normalización vigilada y delimitada por el estado y, por tanto, se quisiera mantener el pulso hasta que se active una resolución con mediación internacional? ¿Quizás esto permitiría poner todo sobre la mesa y negociar la situación de los prisioneros y el resto de represaliados? Este plan implicaría ir provocando elecciones mientras no se aceptara que es la ciudadanía y el parlamento quienes deciden quién debe ser el presidente de la Generalitat. Y sería necesario que la ciudadanía estuviera dispuesta y se activara de forma constante. Evidentemente, no se podrían perder unas elecciones. Y habría que asumir que el 155 continuaría activo mientras no se formara gobierno.

En resumen. ERC quiere pasar por alto la investidura de Puigdemont y saltar al plan B sin haber llevado el estado al límite. Hay que saber si hay una batalla soterrada por el nombre del plan B antes de haber resuelto el plan A. JXCat quiere que se haga la investidura, pero no sabemos a ciencia cierta si sólo es un gesto simbólico y ya hay un plan B preparado o si tienen la mirada puesta en unas nuevas elecciones.

Aquí es donde estamos y la decisión de Esquerra de aplazar el pleno de investidura ha permitido destapar la caja de Pandora. De todo hay que tratar de sacar algo positivo. Sabe mal que en un momento de represión fuerte los dirigentes independentistas no sepan ponerse de acuerdo. Quizás es cuestión de tiempo. Pero en España se frotan las manos y todo ello hay que reconducirlo pronto. Ya veremos qué estrategia gana. O si, finalmente, acabará saliendo una síntesis de todas las estrategias. Esta situación no es nueva. Pero lo que no podemos hacer es no hablar claro.

 

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