Ni está, ni se la espera

por Estefanía Suárez Menéndez.

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Últimamente, nos levantamos con asombrosos avances científicos detrás de muchos de los cuales están mentes españolas. Investigadores e investigadoras brillantes pero que parecen Quijotes luchando contra los molinos de la falta de inversión o la falta de medios.

Teniendo en cuenta el talento que encierra este país es sorprendente, por no decir imperdonable, que no se apueste de una manera clara por la investigación. Quien dice investigación, dice emprendimiento, dice renovables, etc.

Que este Gobierno no apueste sorprende, pero sorprende aún más que ahora que encaramos unas nuevas elecciones, estos temas no centren la agenda política o al menos el barullo que rodea la campaña. Como tampoco aparece por ningún lado un modelo alternativo que nos saque del pozo en el que, por mucho que algunos lo nieguen, seguimos inmersos y se ve que por tiempo indefinido.

Ruido y más ruido. Lo que copa los titulares y los debates es la bronca, como si a los votantes les interesasen más las peleas en el barro y esa suerte de “macarrismo de salón” que se ha apoderado de la política española.

Lejos quedan aquellos discursos encendidos en los que se reivindicaba a “la gente” y se prometía Ítaca. Ahora sólo se habla de sorpassos y de reparto de escaños. La nueva política se ha convertido en vieja en un suspiro.

En una España en la que leíamos la semana pasada que la friolera de 3 millones de personas han abandonado la clase media, cuando vivimos en el País de la OCDE donde más ha avanzado la desigualdad, el foco de cara a las elecciones de junio está puesto en quien adelanta a quien y no en la manera de resolver los problemas de aquella “gente corriente” de la que tanto se habló en la anterior campaña.

Responsables hay muchos, empezando por los diferentes Partidos que entran a saco a la mínima provocación y se enzarzan en acusaciones y conversaciones de besugos que aportan poco o nada, pero quizás los medios de comunicación deberían hacer un ejercicio de reflexión. Aún están a tiempo de abandonar los debates pensados únicamente en el share que se va a conseguir al día siguiente para centrarse en desmigar los programas de los Partidos.

Convertir la Política en un show puede ser buenísimo para conseguir más espectadores, pero corremos el riesgo que los ciudadanos y ciudadanas, se la tomen precisamente como eso, como un mero espectáculo. Algo que visto el panorama, no sólo en España si no a nivel general, no creo que nos podamos permitir.

Así las cosas, hay pocos motivos para el optimismo. La Política, esa que se escribe con mayúscula y que convirtió un País subdesarrollado en un País moderno en un tiempo record, esa Política que fue capaz de convertirnos en la vanguardia de la defensa de los derechos sociales, está desaparecida. Ni está, ni se la espera y en este escenario es en el que los ciudadanos y ciudadanas tienen, tenemos, que decidir a quien confiar una cosa tan seria, tan importante para que nuestra vida mejore o siga en el pozo de la desesperanza, como es nuestro voto.

Estefanía Suárez Menéndez

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