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Mujica Láinez y el ensalmo de la belleza sin atributos

Drácena publica por primera vez en España ‘Sergio’, la novela escrita por el autor de ‘Bomarzo’ en pleno golpe de la junta militar argentina

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análisis

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Para situar correctamente la importancia que tiene Sergio en la producción literaria de uno de los escritores argentinos fundamentales del pasado siglo XX —con permiso de Borges, Roberto Arlt, Rodolfo Wilcock, Cortázar, Bioy Casares y poco más—, es necesario contextualizarla en el momento histórico en que fue creada esta novela bella por antonomasia, bella en su concepción, bella en su escritura, bella por la temática y bella por el resultado final dedicado a la belleza mayúscula. Esta belleza está encarnada por la figura del joven Sergio y también, contradictoriamente, por el contexto en que nació: ni más ni menos que el cruento y brutal golpe de estado del 24 de marzo de 1976 llevado a cabo por la junta militar del general Jorge Rafael Videla.

Manucho, como era apodado por sus íntimos Manuel Mujica Láinez, de ascendencia aristocrática de una familia fundadora de la nación y de la propia capital, ya había escrito su mítica Bomarzo casi tres lustros atrás, novela que sirvió para situarlo definitivamente en el selecto club de narradores universales de la última mitad del pasado siglo. Sergio, que ve la luz ahora por primera vez en España gracias a la editorial Drácena más de 40 años después de su publicación en aquella tenebrosa Argentina por la mítica editorial Sudamericana, la misma que nos dio a conocer Cien años de soledad o Rayuela, por poner solo dos ejemplos.

Como recuerda Luis Antonio de Villena en el prólogo de esta edición de presentación en España, la acción de Sergio transcurre poco antes del golpe militar de Videla y los suyos, pero la situación política de Argentina era tan excepcional que, pese a que Manucho no era muy dado a hablar de política aunque tuviera inclinaciones antiperonistas y liberales, el autor de obras míticas de la literatura latinoamericana como El unicornio, Misteriosa Buenos Aires o El laberinto no tuvo más remedio que tocar “de pasada” este asunto en Sergio, una novela que, como apunta De Villena, “es tan otra cosa”.

El escritor argentino Manuel Mujica Láinez.

No se puede resumir mejor el entramado temático de esta novela tan crepuscular como luminosa de Mujica Láinez que como lo hace el prologuista de esta edición española: “Toda la novela no es sino un canto a la belleza moceril, a la bendita ambigüedad que se resuelve en lo masculino, y a los engorros continuos que esa beldad extremada causa a quien la posee”. Quien desee buscar puntos de conexión con el perturbador Tadzio y el crepuscular compositor Aschenbach de Thomas Mann y su Muerte en Venecia los podrá encontrar, pero esta es otra historia, aunque el sentido homenaje que también rinde a la belleza suprema el autor alemán sea el mismo.

En un ataque de sonambulismo, Sergio camina desnudo y con el miembro viril erecto por la cornisa de un hotel ante la atenta mirada de los huéspedes

Al joven Sergio Londres se lo rifan, lo codician diversos personajes, hombres y mujeres, ansiosos de amor y libido más allá de atributos sexuales, en un ir y venir constante y vertiginosamente narrado de situaciones jocosas y enredos patéticos ante lo que era sin duda una belleza subyugante, una explosión para los sentidos, con su pelo negro y sus sugerentes ojos azules. Pero mejor que sea el propio Mujica Láinez el que describa a Sergio: “Es alto y muy delgado, moreno y su cuerpo oscuro, de viejo y cálido marfil, en el que se destacan las costillas, los omóplatos y los ilíacos, tiene reflejos áureos. El pelo negro, lacio, mal tijereteado le cubre la frente y las orejas”. Delicioso, ¿verdad?

Con Sergio inauguró de forma tardía Manucho una literatura mucho más juguetona, parafraseando a De Villena, pero sin descuidar un ápice toda la elegancia que la narrativa de Mujica Láinez llevaba en sus entrañas.

Si guardan alguna duda del potencial de esta novela maravillosa, a ver qué opinan de la entrada en escena del joven Sergio, que apenas sobrepasaba los 13 años de preadolescencia cuando caminaba ya por esos mundos de dios sembrando el desconcierto y la admiración a partes iguales. Debido a su mal de sonambulismo, Sergio camina desnudo, con el miembro viril erecto, por la cornisa del hotel de provincias que regenta su tía, ante la atenta mirada de los huéspedes. A partir de ahí, echen a volar la imaginación y disfruten de una asombrosa y valiente novela escrita cuando en la Argentina de 1976 se hacía desaparecer a personas como si se las hubiera tragado la tierra por encantamiento. Y esto ya no era literatura, es historia.

Sergio
Manuel Mujica Láinez
Drácena
230 páginas
15,95 €

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