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Monta al toro blanco: retrato de la Europa inconsistente

Antonio Illán Illán
Antonio Illán Illán
Escritor. Licenciado en Filosofía y Letras. Catedrático (jubilado) de Enseñanza Secundaria de Lengua Castellana y Literatura. Ha desempeñado diversos puestos en la Administración. Tiene publicaciones de poesía, narrativa y ensayo. Colaborador cultural en medios de comunicación (prensa, radio y televisión), con más de 2.000 artículos publicados. Crítico de teatro en el diario ABC Castilla-La Mancha.
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análisis

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Título: Monta al toro blanco. Autor del texto y dirección: Íñigo Guardamino. Intérpretes: Sara Moraleda, Rodrigo Sáenz de Heredia, Fernando Sainz de la Maza y Gemma Solé. Escenografía: Alessio Meloni. Vestuario Pier Paolo Alvaro. Iluminación: Pedro Guerrero. Música: David Ordinas Producción: La Caja Negra Teatro. Escenario: El ambigú/ Teatro Kamikaze.


La Europa que va camino del sueño a la pesadilla, su pasado, los dilemas que arrastra y su futuro incierto y lleno de amenazas, es el eje sobre el que Íñigo Guardamino ha entretejido una serie de historias fragmentadas que van más allá de lo colectivo y se adentran en el ser individual de las personas de nuestro presente, con sus valores o ausencia de ellos y sus formas de vida. Monta al toro blanco a veces deviene en tragedia, a veces en comedia, a veces en realidad sarcástica, a veces en suma de emociones, a veces en sexo, a veces en muerte. El delirio, siempre, y un dinamismo que no da descanso y mantiene al espectador en vilo es el juego teatral de esta especie de comedia negra plena de dramatismos, que retrata una realidad real, aunque se tenga la tentación de interpretarla de forma surrealista.

Que parta del mítico rapto de la ninfa Europa por el toro que se adentra en el mar es un principio del que partir que, además de su imagen plástica, da pie a una simbología que abre muchas posibilidades creativas para el autor y muy sugerentes e imaginativas para el espectador.

El juego teatral del contenido de la historia carece de metáforas, no engaña a nadie ni manipula al público; lo que sí hace es dejar preguntas en el aire que luego, cuando ya vas por la calle recordando lo que has visto, tratas de responderte. No estar de acuerdo con lo que se ofrece y con lo que se cuestiona también es posible, pero es que el bilbaíno Guardamino no tiene ni un ápice de dogmático.

En esta modesta producción de La Caja Negra Teatro sobresale la excelente interpretación de los cuatro componentes del elenco. Una interpretación nada lineal, con constantes y contrastados cambios de registro, como así lo exige el entramado de historias que se suceden. Sara Moraleda, con tranquila naturalidad, interpreta y transmite con eficacia dramática una diversidad considerable de emociones. Gemma Solé defiende muy honrosamente los diferentes personajes en que se desdobla sin solución de continuidad, lo que lo hace más difícil, y logra darles a cada uno el tono adecuado. Rodrigo Sáenz de Heredia y Fernando Sainz de la Maza también hacen muy creíbles sus papeles de los tipos diferentes que encarnan, unas veces muy realistas y otras aparentemente surrealistas.

El espacio del ambigú del teatro Kamikaze, que ha venido dando cobijo a esta obra y a otras tamabién impactantes, puede parecer idóneo porque implica al espectador casi en la misma representación, pero la obra también es adecuada para espacios más grandes y con un poco más de trabajo escenográfico.

Quien piense que contar lo que se ve a nuestro alrededor es negativo habrá podido ver en Monta al toro blanco un cierto pesimismo, sobre todo si se hace contrastar con el idílico edén de las expectativas que teníamos sobre la Europa unida hace unos años. Cierto que no solo se habla de los europeos y de su deriva, sino que también cuestiona qué ha sido de los valores sobre los que arrancó el gran proyecto común. Que lo que ahora pasa en las aguas del Mediterráneo produce una sensación de fracaso es evidente. Aún así, yo soy de la opinión de aquellos que piensan que este teatro reflexivo, que pone de manifiesto lo que hay tal cual, sin vender ninguna moto, es necesario para superar el estado de la cuestión, acomodar las posibilidades y tener confianza en que es posible un futuro mejor.

Monta al toro blanco merece la pena verla, ya sea en el Kamikaze hasta el 6 de octubre o en cualquier otro escenario que la suban. Si pueden, no se la pierdan.

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