Nadie como Miguel Ríos ha sabido llenar los escenarios de energía y rock en castellano. Ha sido siempre un maestro y un valiente a la hora de afrontar giras al más puro “estilo americano”, único en su especie, desde aquellos Conciertos de rock y amor a la gira El rock de una noche de verano pasando por la legendaria Rock & Ríos. Ayer pasó por Madrid con su último tour, Symphonic Ríos, antes de cerrar definitivamente en Granada a finales de esta semana. Y con eso se acabó, asegura. Claro que ya lo había dicho antes –“Te retiras más que Antoñete”, bromean sus compañeros-, pero surgió la posibilidad de revisar sus grandes éxitos con una orquesta sinfónica y no pudo resistirse.

Seis mil personas acudieron ayer al Wizink Center de Madrid para ver a este monstruo escénico, que dio mucho más de lo que recibió de ese público. Además de la orquesta, le acompañó su banda, Los Black Betty Boys, que no dejaron de imponer un ritmo trepidante desde la imprescindible apertura con ‘Bienvenidos’, canción con la que el granadino saludó a los hijos del rock and roll y a unos pocos nietos. También le acompañaron un puñado de invitados estelares, pero no de esos que el público espera ver: Javier Vargas, Tato Gómez, Carlos Narea o el virtuoso Antonio García de Diego; todos músicos geniales que enriquecieron varias canciones.

Con una voz más veterana pero tan versátil y arrolladora como de costumbre, Miguel Ríos hizo olvidar la laringitis aguda que le obligó a suspender su concierto en Sevilla (“una sabinada», bromeó) y mantuvo un temple incansable con la Orquesta Universal Music, dirigida por Carlos Checa, que en todo momento sonó coherente y bien engarzada con los elegantes ataques de guitarras rockeras.

El cantante mantuvo un temple incansable con la Orquesta Universal Music, que sonó coherente y bien engarzada con los elegantes ataques de guitarras rockeras

En cuanto al repertorio, hubo temas para satisfacer todos los gustos, desde los imprescindibles para hacer karaoke a pequeñas joyas menos visitadas en directo como ‘Boabdil el Chico (se va al norte)’. En varias ocasiones el rockero se dirigió al público, algunas veces para bromear sobre el evidente paso de los años, y otras para lanzar mensajes sobre igualdad de género, el drama de la inmigración o el triunfo de Vox.

Ante esos comentarios, el público aplaudía. También aplaudía con las canciones. Si se hubiese ido la luz habría aplaudido igualmente, o si hubiese tomado el escenario Eduard Punset para disertar sobre psicología evolutiva. Del público que acudió ayer a ver a Miguel Ríos en concierto llamaban la atención dos cosas, y ninguna buena. Por un lado, la edad media rondaba los 50-60 años, que sí, son los de su generación, pero cuando uno acude a ver a Tom Jones, a Springsteen o los Stones el respetable es un muestrario de todo el espectro temporal, desde abuelos marchosos hasta chavales lampiños. Si no hay interés de las nuevas generaciones por el rockero español por antonomasia, algo se ha hecho mal. Por otro lado, con la orquesta sinfónica arropándolo, no era plan de presentarse con la chupa de cuero y pasarse las dos horas largas dando brincos, pero el entusiasmo demostrado por el público a lo largo de todo el recital, por más que el artista intentó levantarlo, podía compararse al de una tarde de domingo binguero en cualquier geriátrico de Benidorm. Anoche triunfó el rock sobre el escenario, pero palideció, moribundo, entre sus seguidores. Y eso dice mucho de una sociedad.

3 COMENTARIOS

  1. Ojalá que los Ríos, Anasbelenes y Víctoresmanueles varios se hubieran dedicado siempre solo a hacer su trabajo en los escenarios y no a traicionar aquellas soflamas que un día hicieron, muy comunistas ellos, sobre la libertad, los derechos cívicos y demás conceptos otrora en boga, que de forma vergonzante hoy tienen arrinconados en el baúl de los recuerdos. Valientes ‘valientes’.
    Curioso que todos ellos se sabían de memoria las letras de las canciones de Llach, pero se ve que hoy día prefieren venir a pasar la gorra haciendo bolos en los escenarios catalanes que defender el derecho de autodeterminación de Catalunya. Cuando quieran darse cuenta y recuperar sus propias libertades perdidas ya será tarde en su país, se los habrá comido el tedio y la vergüenza. Valientes cobardes.

  2. Vaya mierda de critica… yo creo que la tenías escrita desde antes de ayer…

    No abrió el concierto con Bienvenidos ni la foto es del concierto… podías haber ido antes de vomítar tanta chorrada

  3. Esta crítica es agridulce, da una de cal y otra de arena a partes iguales y, a propósito, quiere delatar cierta decadencia que enfoca sobre el público, cuando el autor afirma que el público de ese concierto (al contrario que en los conciertos de Springteen) no es un público intergeneracional, es que algo ha fallado, pero no es la música la que ha fallado, porque Miguel Ríos se ha mantenido fiel a su estilo, es un resistente, lo que ha fallado es nuestra cultura y nuestra filosofía.

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