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El malvado Daniel Ricciardo se carcajea de Verstappen

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análisis

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Maravilloso Daniel Ricciardo. Max pensaba que iba empalmado como un tigre y la metía él, y resulta que la ha recibido por detrás y por sorpresa. Qué bonito es el sexo entre compañeros, qué bonito y qué malvado. Tigre tigre (al final de la Quali del Gran Premio de México)

Max despierta admiración, y todos pensamos que de su edad no hay ningún otro piloto con tantas posibilidades de ser campeón del mundo. Pero no cae simpático. Bueno, cae más simpático que Vettel, sobre todo a los alonsistas y a la mayoría de los ferraristas.

Pero al lado de su -todavía- compañero de equipo, Daniel Sonrisas Ricciardo, el holandés es un sieso y un soso.

Parecía que Daniel Ricciardo estaba acabado desde que firmase con Renault. El desprecio de su jefe de equipo, Horner, o del abuelo Helmut (Marko dueño de RedBull): “Pensábamos que se iría a Ferrari o Mercedes, pero noa Renault”. Pues con Renault nada extraño sería que al toro anfetamínico de la F1 se la metiera con tanta profundidad y precisión como hoy se la ha metido a Verstappen.

Ha sido precioso

ha sido glorioso

ha sido genial.

Ya estaba el mundo entero rendido a los pies de Max Verstappen. Satisfecha la afición porque Hamilton y Vettel no eran los únicos. Se oía en todas las teles del mundo:

“Max va a ser el piloto más joven de la historia en conseguir una pole en F1”.

Que te den, niñato, el título sigue siendo de Vettel: algo hay que dejarle al gran fracasado de este año.

Me dormía, bostezaba, como ahora divago mientras escribo -demasiado burbon, demasiada noche- y ya estaba dispuesto a sentirme feliz con la pole de Max, cuando ha sucedido el genial milagro. Me he despertado, he aplaudido, ¡he gritado! ¡Bravo bravo bravo!

-¿Te has encontrado esta vuelta Daniel?

-No, sabía que estaba ahí.

Lo ha hecho a conciencia y voluntad, ocultando sus cartas, preparándose el terreno para el golpe perfecto. Si se piensa: ha conseguido la pole de la misma manera que ejecuta sus inigualables adelantamientos.

Y qué contento estaba, qué satisfecho, su sonrisa enorme recuperada por completo. Qué grande Ricciardo. Qué portento. Ojalá gane el año que viene el campeonato del mundo con Renault.

Su contento es mi contento y el de todos los aficionados a la F1. Por fin alguien campechano y simpático, imaginativo, puede ser el gran héroe que todos soñamos.

Tigre tigre.

Otro burbon, por favor.

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