“La situación de la España del Siglo XXI es la siguiente: la Familia Real se ha cargado la monarquía; los dirigentes de las entidades financieras, la banca; los políticos la Democracia y la jerarquía católica, la Iglesia”.

Quizás este planteamiento, expuesto por un veterano periodista, pueda ser puesto en cuestión por algunos al extender, como se hace, a todos los integrantes de los grupos aludidos por igual la responsabilidad e incluso culpabilidad de los hechos y circunstancias expuestos. Es cierto que no pueden ser todos, pero si son muchos los culpables y otros los cómplices por consentir o por no haber decidido actuar.

Sobre todo en el caso de la corrupción, que sigue existiendo porque se sigue consintiendo.

A pocas horas de una Elecciones Generales cruciales para la historia de España, se conoce el último caso: un embajador y un diputado del PP cobraban comisiones a empresas españolas para interceder por ellas ante otros países. Y la justificación de los acusados no puede ser más chusca: lo hacíamos por el interés de España. Esa actitud de hacer algo bueno por tu propio país es noble pero cuando se cobra por ello es ruin. El embajador ha dimitido pero el diputado no y lo que es más inquietante es que puede salir reelegido mañana domingo.

El 20-D concurren dos nuevas fuerzas políticas –C´s y Podemos-, y ambas, desde distintos puntos de vista, se presentan como renovadoras. Es importante esto porque el sistema, dañado como está, tan solo se puede reformar y reparar desde dentro. Como se haga desde fuera el sistema se romperá.

La gran crisis del país, en este 2015/16, es la de la mala calidad de una parte importante de su clase dirigente bien sea por su escasa formación y experiencia, por su inmoralidad o por su falta de mente abierta. La verdad es que sin formación es más fácil ser corrupto porque tu conciencia está desnutrida y, además, la mente está lógicamente cerrada con lo que es muy difícil pensar en grande y a lo grande. Solo el conocimiento y, la legítima ambición de los gobernantes, proyecta espacialmente a una nación.

En los partidos cada vez es más frecuente que los nuevos cargos presenten un currículo en el que aparece un solo CIF en el apartado de empleador: el de su propio partido.

También, y como recientemente informó Diario16, cada vez es más frecuente que empresas, algunas de ellas muy importantes, cometan faltas, o quizás presuntos delitos algunos de gravedad y casi siempre en lo tocante a engañar a su propios accionistas o clientes.

Ha quedado dicho que el principal producto que vende una empresa, sea cual sea su actividad, es la confianza. Y en cuanto a los políticos, su principal obligación es el ejemplo. ¿Cómo me va a exigir una administración el cumplimiento de mis obligaciones ciudadanas cuando algunos de los dirigentes políticos del partido gobernante no cumplen, permanentemente,las suyas?

En Catalunya, gobernantes y electos, desafían  a la Ley entre risotadas e insultos a los restantes españoles. Y, de momento no pasa nada. Algunos alcaldes, repartidos por todo el país, se consideran presidentes de su minúscula república bananera y legislan en clave de Estado. (¡De nuevo la formación!) Y no pasa nada.

Y en el caso de la empresa lo mismo: que las obligaciones no existan solo para los clientes.

Esta próxima Legislatura tiene ante si la tarea de recuperar la confianza y la ejemplaridad en los usos públicos porque de no hacerse así podemos acabar como Italia: el país y los ciudadanos marchando por su camino y la política por otro. Conclusión: Desaparecieron el Partido Socialista y Democracia Cristiana y llegó Berlusconi. Una chufla. Y así siguen.

Y no es solo es necesario que regresen la confianza y la ejemplaridadpara el bien común por su conveniencia, además y principalmente, es su obligación como representantes de la soberanía popular.

Diputados, senadores y el Gobierno que resulte de estas elecciones tienen ante si el reto histórico de recuperar el espacio que naturalmente les corresponde en la Sociedad, entre la ciudadanía. Que las obligaciones no existan solo para los ciudadanos, también para los políticos.

Si así lo hacen, cumplirán con sus obligaciones ante quienes los han elegido. Y no son capaces o no quieren, todos perderemos, pero ellos mas.

 

 

 

 

 

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